Hablar del Grupo Bondi—nombre que sale del lunfardo para referirse a los colectivos públicos de Buenos Aires—es, ante todo, hacer referencia a un colectivo de artistas que se vinculan bajo una bandera común para pensar propuestas creativas, operando en el campo del diseño industrial en su interacción con la vida cotidiana, asumiendo una mirada artística. Dirigido desde 2008 por Iván López Prystajko y Eugenio Gómez Llambí, diseñadores industriales de la Universidad de Buenos Aires (FADU-UBA), Grupo Bondi ha logrado establecer un diálogo particular con la ciudad de Buenos Aires y sus actores, a través de muchas de sus obras desplegadas en el casco urbano. Sus trabajos participaron en exhibiciones y ferias tanto nacionales como internacionales, entre ellas 100% Design London, Festival DMY Berlin, Museum für Angewandte Kunst Frankfurt (Museo de Arte Decorativo de Frankfurt), BID Bienal Iberoamericana de Diseño (Madrid, España), International Design Biennial (St Ettiene, Francia), Museo de las Artes, Universidad de Guadalajara, México. En la Argentina se mostraron en el Centro Cultural Recoleta (Buenos Aires), Museo de Arquitectura (Buenos Aires), arteBA, Museo Castagnino (Rosario, Santa Fe) y el Festival Internacional de Diseño de Buenos Aires, entre otros. Se destaca la exposición individual “La vida es dura, pero no tanto,” expuesta en tres de los museos más importantes de la Argentina: Museo de Bellas Artes Emilio Caraffa (Córdoba, 2022); Museo de Bellas Artes Franklin Rawson (San Juan, 2020) y el Museo Nacional De Arte Decorativo (Buenos Aires, 2018). Algunas de sus piezas integran la colección permanente del Museo de Arte Moderno de Buenos Aires, del Museo Nacional de Arte Decorativo, del Museo de Bellas Artes Franklin Rawson y del Sello del Buen Diseño Argentino. Grupo Bondi fue galardonado con distinciones del Fondo Nacional de las Artes, el Fondo Metropolitano de las Artes, el Centro Metropolitano de Diseño, el Red DOT Design Award, la Beca Bicentenario, Ministerio de Cultura de la Nación, la Bienal Iberoamericana de Diseño, Madrid y el Museo Nacional de Bellas Artes, premio Uribe. Grupo Bondi, estudio/taller, tiene su base operativa en Buenos Aires.
María Carolina Baulo: Si tuvieran que escribir un texto que dé cuenta sobre la poética de su obra en general, ¿cuáles serían los conceptos principales que guían su trabajo, gravitando entre el diseño industrial y las artes plásticas?
Grupo Bondi: En Grupo Bondi los productos de consumo operan como un soporte expresivo: en lugar de escribir una canción o pintar un cuadro, hacemos un mueble. Apoyados sobre una fuerte investigación en materiales y procesos productivos, exportamos desde el taller piezas de manufactura propia nunca antes vistas en este mundo, donde el cemento parece blando, las plantas de calabaza para mate dan frutos con forma de botellas y los changos de supermercado son parrillas móviles. Nuestras obras no son funcionales al consumo superficial e inmediato del diseño, sus mismas contradicciones generan polémica y es ahí donde radica su riqueza. Nos interesa presentar lo siniestro, la exageración, la mentira y lo masivo e industrial como materia proyectual y artística. Nuestras obras establecen guiños con el espectador porque, quiera o no, se encuentra obligado a desmontar el artificio de la ilusión y convertirse en cómplice. Nos interesa dar con la posibilidad de pensar al mundo desde el margen y a la vez ser leído desde el centro como contemporáneo. En términos proyectuales, es actualizar la pregunta que le hizo J.L. Borges a la literatura: ¿cómo recorrer el centro cultural a partir de la periferia? Hacer del margen una estética, una poética, una forma. Federico Manuel Peralta Ramos: “Yo no quiero ir a la luna, a mí me gusta acá, a mí me gusta acá, a mí me gusta acá.”
MCB: ¿Cuáles son los materiales que más trabajan, cuáles aquellos que les gustaría experimentar y el porqué de su elección? Encontramos el uso constante del hormigón armado coloreado y el hierro, por ejemplo.
GB: Estas obras que seleccionamos son solo un recorte de nuestra producción de estos primeros 15 años y tienen que ver con lo urbano y con esta contradicción y complejidad constante que implica vivir en una ciudad como Buenos Aires. La materialidad y los procesos para transformar la materia, es algo que siempre nos pareció sumamente interesante, la mayoría de las veces partimos del cómo antes de preguntarnos el qué o el para qué. Nos interesa más que nada inventar maneras de hacer. En general la elección del material está relacionada con sus características técnicas y sus posibilidades; el hormigón por ejemplo es un material con propiedades mecánicas superlativas y a la vez es muy fácil de conseguir. Es como una suerte de “piedra líquida” y eso nos parece muy atractivo.
MCB: Está claro el rol absolutamente activo del espectador—aún más allá de su voluntad—en relación a sus obras. Me pregunto si más allá de buscar presentar contradicciones y choques desde los usos prácticos, tal lo comentado anteriormente, las obras también apuntan a generar una reflexión social.
GB: Nuestras piezas nacen desde una contradicción de base y desde la tensión entre lo decorativo, lo artístico, el uso, la función y lo poético. Nosotros usamos el diseño industrial como dispositivo artístico, transitamos el intersticio entre el diseño, el arte y la artesanía, y desde ese espacio contradictorio operamos. El espectador tiene un rol completamente activo porque se convierte en usuario. Las piezas tienen una función y necesitan ser usadas para que se complete la obra. No pretendemos dar una verdad sino generar una pregunta. Más que una reflexión social, en el mejor de los casos, pretendemos promover la pregunta filosófica. Y el ingrediente secreto es la controversia.
MCB: Es curioso cómo sus trabajos pasan de ser emplazados en plena urbanidad al interior de una sala de museo, por ejemplo. Y si bien respetan la misma materialidad, no es lo mismo pensarlos para ser exhibidos en un espacio de cierta “legitimación artística” que para interactuar directamente en las calles, el corazón de la cultura popular. Ampliemos este punto.
GB: Es curioso este punto, la intervención en un museo es siempre como una puesta en escena. La gente va a un museo esperando tener una experiencia artística, esperando ver una obra. Siempre nos interesó que el arte salga de los museos y galerías, tome la calle y se conecte con la vida. Cuando nos propusieron por primera vez hacer una muestra en un museo (en el 2018, Museo Nacional de Arte Decorativo, curado por el artista Edgardo Giménez) nos pareció una oportunidad histórica, las piezas que expusimos no deberían estar ahí. Pusimos una bolsa de arena con una sombrilla y reposera en la entrada al Palacio Errázuriz Alvear. Para la inauguración hicimos 600 choripanes en cinco Parrichangos. ¡Había olor a chorizo adentro del palacio! ¡Fue un caso de justicia poética! Nos parece que la potencialidad del arte está fuera del museo, pero si nos invitan vamos.
MCB: Uno de sus trabajos más reconocidos—el cual, en lo personal, me presenta unas cuantas inquietudes—son los Bancos Buenos Aires (2008–09). En sus variadas versiones, representan una suerte de mobiliario interior, operan en la ciudad como un oxímoron: representan una confortabilidad estética y visual que contrasta con la posibilidad en concreto de ser “reconfortantes” al sentarse. Asimismo, el grupo que compone el Capitoné Urbano (2009)—con respaldo amarillo, en versión rosa y la maceta—mantienen una estructura similar. Hablemos sobre estos trabajos tan emblemáticos.
GB: Decí la verdad María Caro, ¡los odias! Y nos parece bárbaro que así sea, de hecho deben ser las piezas más amodiadas de la historia del diseño argentino (y probablemente una de las más popularmente reconocidas). Estos trabajos son intervenciones urbanas en hormigón armado y hierro fundido. Un mobiliario urbano que recrea piezas de carácter privado y las coloca en la vía pública. Es un banco para sentarse en la ciudad y para pensar sobre sentarse en la ciudad. Hace más de 10 años, en el microcentro porteño, aparecieron los primeros bancos de capitoné. De pronto un banco abandonado en la calle, un bloque de cemento texturizado y el roce de los dedos de cualquier persona que, en medio de la corrida urbana, encuentra una disonancia que la obliga a detenerse para tocar. ¿Qué hace un sillón de entramado señorial en la calle? El diseño, cuando únicamente responde al mercado, no revierte ningún valor fundamental por fuera del goce, sino que persigue la pura complacencia, una pasividad receptora que solo busca consumidores. Los bancos de capitoné interpelan desde una contradicción ilusoria, irrumpen con soberbia en nuestro ritmo, cuestionan el acto de sentarse porque se burlan de nosotros: creerlos mullidos certifica, luego, la ruptura de ese pacto. No hay original, no hay copia: es la expresión pública de lo privado, del artificio, de la funcionalidad. No se sostiene la mímesis, no suponen certezas ni soluciones, no nos hacen sentir seguros; se trata de un gesto estético-político que, aún con el paso del tiempo y las inclemencias climáticas, no se deteriora, no muta, no promete nada. Y eso incomoda, genera preguntas, revela mentiras, cuestiona lo íntimo. Para nosotros la obra en sí no son los bancos, la obra es que haya 300 en la calle, la obra son los memes que se hicieron sobre estos bancos, la obra es que la verdulera de la esquina del taller los ame o los odie.
MCB: Otro trabajo que sigue la línea del anterior son los Bancos chori (2015). Nuevamente, una intervención urbana de chorizos de hormigón armado y patas de acero a escala arquitectónica, tomando las calles de la ciudad. Dijo el diseñador Martin Churba: “La línea Chori, una macro-textura de lenguas sensuales en cemento que se trenzan, se tensan y construyen el cuerpo a cuerpo en la trama urbana.” ¿Qué nos pueden contar sobre este diseño?
GB: Parte de la lógica de estas piezas termina de cerrarse cuando una persona que transita la calle se lo cruza y deja por un segundo de entender esa realidad en la que está inmerso y aparecen las preguntas y cavilaciones para tratar de entender qué es lo que pasa. ¿Qué son estas salchichas rosas? ¿Son blandas, son duras? ¿Por qué están acá? Tener que tocar para comprender, especialmente en este momento histórico en el que vivimos, es un hecho muy potente.
MCB: Hablemos de los Cementosos (2010–18). Trabajos que cobran distintas presentaciones: desde esculturas urbanas monumentales en hormigón armado ubicadas a la intemperie, invitando al público a subirse en ellas, hasta instalaciones con múltiples “angusti-osos”—como ustedes los llaman—ubicados en el interior de un museo, realizados también en hormigón armado coloreado sobre estructura de caño galvanizada. Aquí nuevamente se presenta esta dicotomía entre lo que aparenta ser y lo que es realmente.
GB: Esta es una de las piezas más clásicas, académicamente hablando, que tenemos. Es una escultura trepable pensada para el ámbito urbano. Está fabricada con una técnica que inventamos de moldes flexibles. Cabe aclarar que nosotros fabricamos las piezas y los moldes con una técnica propia y única. Así es que logramos esas texturas y terminaciones nunca antes vistas en el hormigón armado. Antes de salir de la pradera de concreto del Grupo Bondi, el cementoso transitó por nuestras vidas como un plantígrado que ampara. Un osito hospitalario, un peluche tierno que seguramente nos protegía de las inclemencias del entorno y de nuestros propios miedos. La ternura suele aparecer asociada solo a lo blando del amor, “a lo chuavechito,” pero el Cementoso pareciera engendrar su antítesis: un oso que no ampara, amenazante, magnificado: un angusti-oso. Esta paradoja entre lo siniestro y lo confortable conduce al concepto freudiano del unheimlich, donde se asocia lo ominoso a algo que otrora perteneció a nuestra vida psíquica y devino extraño mediante el proceso de represión. El arte es una de las herramientas por medio de las cuales podemos vehiculizar aquello siniestro a lo maravillo-oso, y transformar lo angustiante en vivencia estética. El Cementoso aparece así como una representación más del amor, una alegoría. “Porque la vida es dura, pero no tanto,” al decir de María Albin, la Tigra.
MCB: Parrichango (2016) tiene la peculiaridad de ser una obra digital de código abierto para descarga de forma gratuita, compuesta por una chapa de acero cortada en láser, autoplegable, que convierte un carrito de supermercado en una parrilla; no es un dato menor que el chango haya sido, literalmente, robado. Este trabajo toca dos puntos sensibles para el argentino promedio: los asados y los tristes saqueos frente a la crisis económica y social del 2001. Hay en esta obra una fuerte vinculación con nuestra historia y nuestra sociedad, más que un señalamiento general que puede aplicar a múltiples culturas.
GB: Esta pieza une dos de las grandes pasiones argentinas: los asados y los saqueos a los supermercados. Esta es una obra que podría haber salido del mismo ingenio popular que hace de una botella cortada una jarra de fernet. El archivo para mandar a cortar por láser la pieza que hace al chango parrilla la podes descargar de forma gratuita de nuestra página, junto con un instructivo de a dónde mandar a cortarla y qué decir en el cuerpo del mail. Es una tecnología accesible y relativamente barata. Es decir que es una pieza que nosotros no vendemos, la regalamos. Ahora sí, el chango te lo tenés que robar. Pero ladrón que le roba a ladrón…El Parrichango hace del consumismo una herramienta de autogestión: con su mismo changuito, déle mecha a esa carne recién salida de la góndola y, de paso, deje que el chispazo se extienda a las puertas del super—a sus límites—como en aquella estampita del 2001, donde nuestros changuitos supieron protagonizar los saqueos a los supermercados. Con el parrichango lleno, la felicidad no tiene más dilación que la del lento asarse de la carne. El Parrichango no es sponsor de méritos ni de moratorias de placer; emula la sabiduría popular que, con una botella de coca, se hace una jarra de fernet al son del brindis: para todos, todo. Y, ahora, ¡a prender fuego el chango con la luz de la única iglesia que ilumina! (Oriana Seccia).
MCB: Playa a domicilio (2016) se realizó dos versiones: una exterior en el Museo Nacional de Arte Decorativo en Buenos Aires y otra interior en el Museo Emilio Caraffa en Córdoba. ¿De qué se trataba este sitio específico compuesto por un bolsón de arena sobre palet de madera, una sombrilla y una reposera y cómo fue pensarlo en estas dos propuestas?
GB: “La vida es dura, pero no tanto”: un metro cúbico de arena ubicada en la puerta de tu casa. Escultura urbana, site specific/readymade. Un cacho del Río de La Plata, una playa que ya no existe, una ciudad que la niega y la reemplaza por edificios hechos paradójicamente con el mismo material. Un metro cúbico de felicidad en forma de arena que te llega en un bolsón sponsoreado por el corralón de materiales local, un oasis en el medio de la ciudad. Poner un bolsón de arena en la puerta del Museo Nacional de Arte Decorativo fue un gesto poético y político. En nuestra tumba va a decir que lo hicimos. Todavía no entendemos cómo nos dejaron hacerlo.
MCB: Un trabajo que dio sus frutos hace pocos meses pero que se viene gestando hace casi ocho años, son los mates con formas de rostros, por ejemplo el del Papa Francisco. Aquí salimos un poco de la urbanidad e incorporamos al diseño industrial, la naturaleza. Además interviene el factor tiempo, la paciencia, la dedicación y el trabajar condicionados con los dictados del medio ambiente, que difieren mucho del control que se ejerce sobre la pieza en el taller. Me gustaría saber en detalle sobre este proyecto.
GB: Este es un proyecto de investigación que iniciamos de manera casera hace más de ocho años y luego terminamos de desarrollar durante varios veranos consecutivos en la huerta experimental orgánica de la Facultad de Agronomía de la UBA. Esta línea de mates de calabaza bio-moldeados los lanzamos en el 2018 para la exposición “La vida es dura, pero no tanto” en el MNAD curada por Edgardo Giménez. El primer mate de calabaza que nace con forma en la historia de la humanidad, tuvo la forma de la cabeza del Papa Francisco, haciendo alusión a cuando aparece la imagen de la virgen en una mancha de humedad. ¡Es el milagro argentino que salga de la planta una calabaza mate con la cara de Francisco! Ahora hay una empresa china que hace algo muy parecido con frutas. Algo del estilo pasó con las piezas de capitoné en el 2017, que hicieron una intervención en NY con unas piezas muy similares. Algún día alguien dirá que acá se hizo primero. Parece que se puede dejar de copiar lo que pasa afuera y ser vanguardia desde el margen. ¡Aunque la vanguardia es siempre ingrata! ¡Un frío hace!
MCB: ¿Qué se viene para el 2024?
GB: En este momento estamos en pleno desarrollo de la primera producción a escala de estos mates bio-moldeados. Las primeras temporadas van a ser con forma de botellitas de gaseosa. En marzo del 2024 lanzaremos la nueva marca asociados con una gente que tiene un campo productivo orgánico en Cardales, Provincia de Buenos Aires; es un proyecto muy ambicioso de bio-diseño y triple impacto ¡que se las trae! Por primera vez estamos operando como diseñadores. ¡Y parece que somos bastante buenos!