Vista general de la instalación La velocidad de las cosas, el Museo MAR – Mar del Plata, Buenos Aires, Argentina, 2022. Foto: Cortesía del artista

La emocionalidad de lo doméstico: Una Conversación con Nicolás Bacal

Nacido en Buenos Aires, el joven artista visual y músico Nicolás Bacal, con una licenciatura en composición electroacústica de la Universidad Nacional de Quilmes, se desempeña en el campo de las artes desde el 2007. Con una mirada volcada sobre los materiales que utilizamos en la cotidianeidad, buscando desde la experimentación dar con la poética que resguardan los objetos, el artista se vale de instalaciones y puestas en escena para desplegar propuestas que cuestionan la percepción que se tiene de los objetos. Bacal complementó su formación con clínicas de obra y programas de formación en artes visuales en la Fundación Telefónica y el Centro Cultural Rojas. Fue becario en distintos programas tales como el Centro de Investigaciones Artísticas (2009), el Programa de artistas de la Universidad Torcuato Ditella (2012) y en Skowhegan School of Painting and Sculpture en Estados Unidos (2014). Su obra se mostró de manera individual en varias destacadas galerías de Buenos Aires tales como las galerías Alberto Sendros e Ignacio Liprandi, en Paris en las galerías JTM y GB Agency y en Sao Paulo en la galería Vermelho. En 2011 representó a la Argentina en la 12° Bienal de Istanbul y en 2013 de la 9° Bienal del Mercosur. Como músico, participó de Lile con quienes editó un disco en 2007 bajo el sello alemán Monika Enterprise y trabajó en el disco Estrellas piernas y serpientes de Las Preguntas (2023). Desde 2009 es docente de la Universidad Nacional Tres de Febrero. Vive y trabaja en Buenos Aires.

Sin título, 2008. Piano intervenido, 140 x 152 x 56 cm. Foto: Cortesía del artista

María Carolina Baulo: Me da mucha curiosidad saber a qué te refieres con “trabajar haciendo experimentos.” Empecemos por el concepto detrás de la presencia física de la obra.
Nicolás Bacal: Me interesa la idea de experimento por varios motivos. Los experimentos tienen para mí una doble acción. Por un lado, uno los construye esperando un determinado resultado: como quien verifica una hipótesis. Simultáneamente, todo experimento en realidad está buscando la sorpresa, lo inesperado. Esa emocionalidad propia del momento “eureka” es algo que persigo siempre. Por otro lado, los experimentos me interesan por que sirven como puente a un tipo de metáfora en la que me quiero inscribir. Me refiero a las metáforas propias de la divulgación científica. Son imágenes que acercan abstracciones complejas a un lenguaje común. Imágenes que conectan lo infinito con lo mundano.

MCB: Hermosa la poesía en tus palabras. Y contanos de qué materialidades te vales para poder plasmar esa emocionalidad que encuentra en lo cotidiano y traducirla en obra.
NB: Me formé en composición musical. Si bien familiarmente siempre estuve en contacto con las artes visuales, llegué a la producción de imágenes sin formación técnica específica sino desde un lugar muy líquido y abstracto propio de lo sonoro. Al comenzar a hacer obras me interesó particularmente trabajar con cosas comunes y domésticas. Viniendo de la música, utilicé muchos materiales del universo sonoro: casetes, VHS, instrumentos, parlantes. También cosas básicas de ferretería. Pienso en esas ferreterías barriales poco especializadas en donde se mezcla el rubro del bazar, sanitarios y reparaciones en general. Era lo que tenía a mano y lo que más o menos me imaginaba cómo resolver. Pero creo que trabajar con estos materiales le da a las obras una temperatura particular, una cercanía. Me interesan las obras que nos dan la sensación de que todos las podemos hacer por nuestros propios medios y con muy poco dinero. Con el correr de los años fui aprendiendo diversos oficios. Así que esa cualidad de hazlo tu mismo, se fue diluyendo un poco. Pero algo permanece, aunque hoy en día considero que aprender oficios es parte de mis trabajos tanto como las piezas en sí mismas.

Sin título, 2007. Dos casetes entrelazados, medidas variables. Foto: Cortesía del artista

MCB: Tomemos algunos de tus primeros objetos trabajados en 2007 y 2008. Por ejemplo los casetes entrelazados, la pieza Año luz—donde una cinta métrica juega las veces de una suerte de reloj pero donde los números responden a una lógica distinta al medir el tiempo en centímetros—y el piano intervenido, transformado en un refugio. En estos trabajos vemos claramente tu incipiente interés por poner en jaque los usos convencionales de los elementos y en consecuencia, las lecturas que se hacen sobre ellos. Contanos sobre estos trabajos en base a la problemática planteada.
NB: La pieza de los casetes es una de mis primeras imágenes. La tenía dibujada en un cuaderno de notas. Es una obra sobre la idealización amorosa y sobre la educación sentimental propia de las canciones. También es una pieza sobre la temporalidad o la duración como metáfora de las dinámicas personales. En la pieza se da ese encuentro. Es una imagen quizás medio cursi. Es importante el riesgo de lo meloso para mí. Creo que los artistas no siempre podemos garantizar lograr que la pieza sea potente pero podemos elegir para dónde nos caemos si la pieza sale mal. Yo prefiero que las obras caigan para el lado de lo obvio antes que de lo críptico.

Año luz es una pieza que se relaciona con una característica de repliegue o acumulación que me interesa mucho. El valor emocional de las cosas que contienen todo-de-algo. Esta categoría puede reunir diccionarios, enciclopedias, álbumes de stickers, etc. Las cintas métricas tienen algo de eso: distancias amarillas enrolladas. En la pieza, despliego las cintas visualizando los números del reloj en decenas de centímetros. El experimento dibuja, casi de casualidad, un caracol solar. Por último, la pieza del piano es también una de mis primeras imágenes. Es una obra que funciona como homenaje a mi relación con el instrumento que practiqué toda la vida. Creo que es una pieza que aún hoy actúa como termómetro para el resto de mis trabajos. Tiene la temperatura justa que quiero para lo que hago.

La gravedad de mi órbita alrededor tuyo, 2009. Fotografía digital, 96 x 143 cm. Foto: Cortesía del artista

MCB: En La gravedad de mi órbita alrededor tuyo (2009) nos encontramos con un escenario íntimo donde parece combinarse lo que contabas en la pregunta anterior. En este caso estamos ante una serie de fotografías que registran situaciones imaginarias. Contanos cómo trabajaste esta serie tan particular porque si bien queda plasmado el trabajo en lo bidimensional, toda la puesta en escena es en el plano de lo tridimensional.
NB: Estas fotografías continúan la investigación sobre las cintas métricas. Las imágenes son el resultado fotográfico de una situación imaginaria: diferentes personas deciden construir y fotografiar sobres las camas de sus habitaciones una explosión cosmológica con luz y cintas métricas. En el centro de la hypernova, una esfera blanca sobreexpone diferentes veladores, flashes y lámparas. El recurso está a la vista. Podemos ver las fuentes de luz como las herramientas con las que fue construida toda la instalación. Las cintas métricas irradian desde el encandilamiento midiendo todo a su paso. El desorden funcional de estas habitaciones post-adolescentes funciona como escenario para que toda la gravedad de las diferentes informaciones culturales, colapse. Estas imágenes funcionan para mí como el estribillo de una canción sonando en auriculares en algún medio de transporte.

MCB: Pasemos a otro grupo de obras que realizaste entre 2010 y 2012. Nos referimos a El norte de mi órbita polar (2010)—obra conformada por película VHS, un tambor de batería, mesa, colchón, libros, entre otros—La medida de mi tiempo (2012)—compuesta de un taladro, madera, electricidad—y Sin título (2012), donde un globo de helio se suspende en el espacio deteniendo, metafóricamente, el tiempo. Es clave introducir en este momento el factor “tiempo,” el cual es clave en toda tu obra. Contanos al respecto tomando como ejemplo estas piezas.
NB: El tiempo es el tema que atraviesa todo mi trabajo. El tiempo es el material de la música (el ritmo es la ciencia del tiempo). Hacer imágenes es para mí una oportunidad de trabajar sobre el tiempo desde “afuera,” o al menos desde una perspectiva distinta a la del hacer música. Hice, naturalmente, muchas piezas con relojes. Quizás estas tres piezas pueden ser pensadas de esa manera. El bombo como metrónomo (o pulso profundo) que proyecta toda esta acumulación descontrolada de información en forma de película VHS que a su vez no deja de ser un refugio: de nuevo ese espíritu de la canción. La medida de mi tiempo es un dispositivo simple. Quería usar la mínima fuerza de gravedad que tiene, por ejemplo, una escoba cuando la apoyamos contra la pared para que el taladro, que transformé para que gire a una vuelta por minuto (como un segundero de reloj), vaya haciendo un agujero muy lentamente. Es algo casi imperceptible pero al mismo tiempo inexorable, como al rotación de los planetas en la Vía Láctea.

La medida de mi tiempo, 2012. Taladro, madera y electricidad, 167 x 73 x 54 cm. Foto: Cortesía del artista

MCB: La arquitectura de la soledad (2014) nos trae en parte, nuevamente, a un plano bidimensional pero ya desde el título alude a una concepción espacial que proyecta el concepto de la obra. Hablanos de esta xilografía en gran formato sobre papel.
NB: La flecha del tiempo y la cosmología son dos temas entrelazados. Ya había hecho varias piezas relacionadas con el imaginario espacial. Este proyecto partió de la intuición de que había una conexión visual entre las vetas de la madera y las manchas galácticas. Me aventuré en una técnica xilográfica que, al no haber hecho una escuela de arte tradicional, desconocía. Con cierta irreverencia me embarqué en un trabajo que me llevó cinco años. Trabajé con tablones multilaminados de baja calidad que decidí no lijar ni preparar para aprovechar la textura, los dibujos y los accidentes de la veta industrializada de la madera. No tenía acceso en esa época a prensas xilográficas grandes así que todo el proyecto terminó siendo copiado a cuchara. El trabajo de tallado fue largo y extenuante. Por suerte fue un trabajo en equipo. Parecíamos copistas de alguna época antigua. El proyecto está basado en un atlas de estrellas: un ejemplar del Cambridge Star Atlas al que intervine con algunos dibujos o notas y comentarios. Una especie de cuaderno personal en los márgenes de otro. Agrandamos y transferimos cada carta del atlas en pares de placa de multilaminado. Tallamos toda la información gráfica en la madera. Todas las palabras, estrellas, números, líneas punteadas etc. La madera que utilizamos ofrecía mucha resistencia y tenía tendencia a astillarse y generar accidentes. Pero tanto el ruido visual producido por la textura de la placa como esos desgranes de las gubias, ayudan a conectar la representación del universo con la madera y la escala de las ciudades. El proyecto es como un zoom-out desde un cuaderno de notas, un material urbano de la construcción, el cielo, las estrellas. El resultado final son 20 dípticos de aproximadamente 180 x 250 cm.

El norte de mi órbita polar, 2010. Tambor de batería, VHS, mesa colchón, stickers y libros, medidas variables. Foto: Cortesía del artista

MCB: Me gusta tomar grupos de trabajo. Volvemos a los objetos que rompen con su utilidad y que utilizas para repensar lo cotidiano: La sombra de una montaña (2014) donde quemaste una escalera, Sin título (2016), donde elaboras una suerte de rosa de los vientos trunca y finalmente la obra con monedas (2018) donde opera íntegramente el azar y tu lo que haces es señalar el descubrimiento. ¿Qué podes contarnos más en detalle sobre estos trabajos de aparente simpleza?
NB: Creo que con las xilografías empecé a trabajar y pensar la madera como material. Con esa sensibilidad fui de a poco descubriendo cierto lado escultórico en mí. Creo que con ese descubrir pude estar más atento a ciertas morfologías posibles. Mis primeros trabajos eran collages veloces o ensamblajes medio precarios. Tenía cierta urgencia o quería que las imágenes la tuvieran. Para la pieza sin título de 2016 la idea urgente de hacer colapsar una habitación de un departamento en forma de una rosa de los vientos irregular, exigió otro tipo de trabajo y proceso escultórico. Trabajé con modelado 3D. Utilicé parquet recuperado de obras y enduido plástico. De a poco fui aprendiendo a hacer carpintería.

La sombra de una montaña es una pieza más romántica. Pero de nuevo en una naturaleza urbana o doméstica. Carbonicé la mitad de una escalera de madera usada típica para pintar departamentos. La madera quemada tiene algo del negro de la sombra y en particular de la sombra que proyectan las montañas entre sí. La pieza de las monedas tiene algo de la ocurrencia que mencionaba al comienzo de nuestra conversación. Encontré esta coincidencia entre las monedas de uno y dos pesos argentinos. Sus discos internos tienen las mismas dimensiones. En una vida latinoamericana con alta inestabilidad monetaria me resultó muy natural armar este eclipse confuso. En la intervención se pueden ver cómo años distintos se sincronizan. Dos temporalidades se entrelazan.

La sombra de una montaña, 2014. Madera y madera quemada, 193 x 66 x 114 cm. Foto: Cortesía del artista

MCB: Una vez más el tiempo se hace presente en La balística del minuto (2018) donde una campana de bronce opera como un péndulo en el espacio. Este trabajo me da pie también para introducir la pregunta sobre la relación que opera en tu obra entre la pieza, el espacio que la contiene y el espectador. Contanos sobre esta obra relacionando esos puntos.
NB: Trabajé esta pieza con un ingeniero mecánico. Venía investigando sobre la elipse como forma natural en contrapartida al círculo, que es una simplificación forzada del tiempo. La pieza es un intento de pensar o recuperar ideas del tiempo no coercitivas. Al fin y al cabo la historia de los relojes es la historia de la organización del trabajo. Y la palabra círculo viene del concepto de cerco como delimitador de una propiedad, del ganado. La pieza pone a uno de los primeros relojes, la campana, a pendular en una órbita elíptica como la de un planeta. La pieza es algo intimidante, al fin y al cabo se trata de una maza considerable de bronce volando por los aires pasándole al ras al piso. Pero también la veo como una invitación a pensar otros mundo posibles en donde las cosas no se piensen en círculos circunscriptos si no en otras figuras con velocidades de aceleración y desaceleración cambiantes.

MCB: “Movimiento aparente” (2018) es una exposición clave: una individual en la galería Vermelho, Sao Paulo, Brasil. Por favor contanos sobre este grupo de obras “sin título”—otra constante que aparece a lo largo de tus trabajos—que integran la muestra, donde realizas una pesquisa en las calles para dar con la materia prima de las obras: la experimentación como punto de partida.
NB: “Movimiento aparente” fue mi segunda exposición individual en la galería Vermelho. En la vista general de una de las salas se puede ver un conjunto de pallets que fui levantando en las calles. Elegí solamente los pallets conformados por siete tablas. Sobre estos objetos encontrados dibujé unos calendarios lunares con enduído para reparar paredes. La textura del material recuerda los cráteres del satélite terrestre. Veo esta pieza como una conexión entre el viaje de los containers en los barcos cargueros con la fuerza gravitacional de la luna sobre el océano.

Vista de la exposición “Movimiento aparente,” galería Vermelho, Sao Paulo, Brasil, 2018. Foto: @EdouardFraipont

MCB: La velocidad de las cosas (2022) fue otro gran trabajo realizado primero en la galería Sendros y recientemente re-expuesto en el Museo MAR-Mar del Plata, Buenos Aires. Allí tu interés por el cosmos, las constelaciones, el cielo, se despliega de manera fenomenal. Hablemos sobre esta instalación que apunta en parte a proponer nuevos diálogos entre lo que sucede en la tierra y el cielo.
NB: La velocidad de las cosas es una serie de bancos de madera maciza con objetos domésticos incrustados. Cada banquito tiene tallada una de las constelaciones consensuadas por la astronomía moderna. La posición de las patas de los banquitos y de los objetos incrustados corresponde directamente a la organización de cada constelación. Las estrellas circundantes están representadas con tarugos perdidos. La ciencia moderna terminó de cartografiar el cielo alrededor del siglo XVII. Si bien muchas civilizaciones han proyectado gran carga simbólica y mitológica sobre los asterismos, mucho de este cielo moderno se encuentra vacío de sentido. Este proyecto funciona como un ejercicio poético de volver a poner en movimiento asociaciones posibles entre el cielo y la tierra. Los objetos incrustados funcionan, en algunos casos, como comentarios sobre las mitologías existentes y en otros, como líneas de fuga o puntos de partida para nuevas imaginaciones. En cualquier caso, la lógica de selección de los objetos responde a dos premisas: el universo de lo doméstico y la forma cilíndrica/circular para que, cuando la pieza sea insertada y lijada al ras de la tabla del banquito, el objeto funcione como un círculo más entre las estrellas de los mapas del cielo. Mostré los 52 banquitos correspondientes al hemisferio sur en la galería Sendros en 2022 y en el Museo MAR en 2023. Los 36 de la parte norte los inauguré en noviembre del 2023 en el Museo Nacional de Arte Decorativo. Fue un trabajo con el que finalmente, después de mucho tutorial de YouTube y mucha prueba y error, me fui consolidando como carpintero. Es una pieza de realización lenta y paciente. El proyecto continúa la investigación cartográfica de mis xilografías pero incorporando algo de las objetualidades que se pueden ver en el resto de mi trabajo.

MCB: En 2023 tuviste una nueva muestra, “La profundidad de las cosas,” en la galería Vermelho, donde a partir de 24 fotografías, dibujas la cartografía del cielo y estableces una correlación con los objetos domésticos. Brevemente comentanos sobre la disposición de este trabajo para ir cerrando.
NB: Estas fotos nuevas son una clara continuación del proyecto que describí recién. En este caso utilicé un planisferio del cielo completo. Aislé y separé el plano galáctico (la Vía Láctea) en 24 fragmentos que utilicé como guía precisa para componer las imágenes. Coloqué objetos diversos sobre una mesa negra, siguiendo la posición de las estrellas y las nebulosas. Para las estrellas que forman parte de alguna constelación de la ciencia moderna, coloqué los objetos a una altura precisa. Utilicé una profundidad de campo muy pequeña para que sólo esas cosas estuvieran enfocadas. En el fondo, esponjas metálicas, granos de arroz, tuercas, botones, etc., pierden su definición y se transforman en misteriosas formas galácticas. Me interesa la relación entre la fotografía como medio y la astronomía. El medio para ver más que lo que puede el cuerpo. Un amplificador. Un capturador de tiempo. Las fotos tienen un negro muy profundo pero simultáneamente me resultan palpitantes. Creo que comparten algo de esa emocionalidad cancionera que mencionaba en relación a La gravedad de mi órbita alrededor tuyo. Creo que siempre me voy inventando sistemas y experimentos más o menos nerds. Confío en el rigor de esos procesos. Pero también le quiero sostener cierta fuga o gesto inocente. En última instancia siempre estoy buscando ajustar ese balance de temperatura en las imágenes.

La profundidad de las cosas (20), 2023. Fotografía digital, 70 x 52.5 cm. Foto: Cortesía del artista

MCB: ¿Qué tienes en mente para el 2024?
NB: A lo largo de el 2022 y 2023 estuve trabajando en diferentes proyectos musicales. Desde que comencé a hacer exposiciones en el 2007/2008 prácticamente no hice música. Un proyecto que me entusiasma mucho es un disco de piano. La música es de Ismael Pinkler. Toco el piano desde los cuatro años y nunca aparecí como pianista en ningún lado. Me pone muy contento sentir que una relación de tantos años con el instrumento, finalmente va a tener su manifestación. Estimo que el álbum saldrá en algún momento del 2024.