Sin Título, 2012. Pintura acrílica sobre MDF, 70 x 85 x 120 cm. Foto: Gustavo Lowry

La Cuestión de la Línea: Una Conversación con Beto De Volder

Artista argentino residente en New York, Beto De Volder estudió en la escuela de Bellas Artes Manuel Belgrano en Buenos Aires y comenzó a exponer su obra en 1991. Su obra geométrica-abstracta, recibe los ecos de las vanguardias locales e internacionales, especialmente a partir de los años cuarenta en adelante y se combina con una factura cuasi industrial, desde donde plantea un repensar esas primeras experiencias del arte abstracto. Activo intensamente desde los años 90, Beto De Volder trabaja la formas puras, visualmente impactantes por su síntesis y estética de colores pregnantes. Con la línea como base fundamental de todo el proceso creativo, su obra establece un hilo conductor desde esa línea primigenia en el plano del dibujo hasta cobrar dimensiones que salen al espacio, haciendo que los dibujos cobren volumen en distintas materialidades y formatos. Recibió la beca Fundación Antorchas (1994) y Mención en el Salón Nacional de Dibujo (2007), Buenos Aires. Ha realizado numerosas exhibiciones individuales y colectivas en destacados espacios culturales nacionales destacándose el Centro Cultural Ricardo Rojas—donde comienza su carrera—el Museo Franklin Rawson, San Juan, Museo de Arte Contemporáneo de Buenos Aires, Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires, Galería Palatina, Buenos Aires y Galería Del Infinito, Buenos Aires, entre otras. Su trabajo también se expande en Uruguay, Perú, México y Estados Unidos.

Sin título, 2007. Acrílico sobre papel, 60 x 140 cm. Foto: Cortesía del artista

María Carolina Baulo: Me gustaría comenzar abordando la cuestión de la línea que parece ser el motor principal del diseño y estructura de tus obras. Resulta interesante conocer cómo parte del dibujo y pasa al plano tridimensional y cómo dialoga con la curva; porque si bien el foco está puesto en esa línea que establece la trama abstracta, la curva aparece no necesariamente como una antagonista sino como una manifestación más de la línea.
Beto de Volder: Mi obra en general es la línea. Creo que todos mis trabajos son dibujos, dibujos lineales, que pueden estar en un plano o en el espacio, tener color o ser monocromos. Y esa línea, mayormente, es curva. No veo a la curva como un antagonista sino, por el contrario, como la esencia de mi trabajo. Me gusta sentir su dinamismo, su sensualidad. Mis dibujos podrían parecer garabatos hechos rápidamente pero en realidad los construyo muy despacio, crecen muy lentamente. Las esculturas de tubos curvos son dibujos en el espacio, no solo en lo formal sino en el procedimiento también porque voy ensamblando cada tramo de tubos entre sí como dibujando, sin boceto previo. Los dibujos calados sobre MDF pasa algo parecido pero en el plano. Hay un dibujo previo que consiste fundamentalmente en ir dando vueltas con la línea casi sin idea, solo dando vueltas. Estos dibujos por lo general están hechos digitalmente con programas vectoriales. Luego son cortados en MDF por una máquina. En los calados y esculturas de tubos o las de madera, la lentitud es mayor ya que los procesos indirectos para la realización de cada trabajo hacen que estos lleven mucho más tiempo.

MCB: Hablemos de los referentes. Línea, forma, color, abstracción geométrica, factura industrial en los acabados de las obras, nos remiten a las vanguardias de mediados del siglo XX, desde los concretos en adelante. ¿Sentís que tu obra responde a una tradición?
BDV: Las vanguardias de mediados del siglo XX me interesan y me influenciaron mucho. El Grupo MADI y la idea del marco recortado, pero también otras generaciones de artistas argentinos como Carlos Silva o Victor Magarinos así como también Marcelo Bonevardi. En un plano internacional miro mucho a Ellsworth Kelly y a Tony Cragg pero también a otras expresiones como el Comic. De hecho mis primeros dibujos con líneas curvas nacieron a partir de dibujos animados; me gusta mucho ese vientito que dejan los personajes al correr o girar rápidamente, esa fantasía de lo veloz. Y es ahí donde me alejo de esas vanguardias porque en realidad me interesa el problema de la ilusión. También tengo que reconocer que el haber trabajado muchos años en museos (trabajé años en el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires y en el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires), influyó muchísimo en mi gusto y mi trabajo. Pienso por ejemplo en las obras concretas, en Vitullo, en los Vantongerloo que hay en la colección Pirovano, en el cuadro de Lidy Prati del MALBA. Otro interés fuerte en mi pensamiento son algunas ideas como las de OULIPO, artistas que utilizan técnicas de escritura limitada o condicionada. En este sentido, la idea de hacer una obra que esté condicionada por determinadas decisiones previas es muy importante. Un ejemplo sería la instrucción de generar un dibujo a lápiz 2H sobre clayboard, de doble línea de curva permanente, donde esa curva vaya siempre hacia la derecha y que el dibujo no salga del soporte. Pero lo interesante, creo, es que estas condiciones que en general pongo sobre mi proceso de trabajo no son ejecutadas de una manera, digamos, perfecta; pueden llevarme a cometer errores o fracasos que, en el mejor de los casos, me servirán como condicionamientos en trabajos futuros. Pero al mismo tiempo que pienso que mi obra en general continúa esas tradiciones de la historia del arte, también me alejo y tengo otros puntos de vista. De ninguna manera soy un ortodoxo, me permito mezclar, equivocarme, puedo copiar y copiarme a mí mismo; al final de cuentas necesito todo esto para que hacer obras siga siendo divertido, vivo.

Sin título, 2014. Acrílico sobre MDF, 50 x 60 x 20 cm. Foto: Cortesía del artista

MCB: Seguramente la experiencia de vivir en otra país ha modificado, influenciado tu trabajo, empezando desde lo concreto del espacio físico donde desarrollas la obra, pasando por sus contenidos y estructuras formales. Contanos sobre tu proceso creativo y cómo varió—si es que cambió—a partir de este cambio radical en tu vida.
BDV: Hace tres años me mudé a New York sabiendo, entre otras cosas, que este cambio iba a provocar nuevos estímulos y nuevos condicionamientos para mi trabajo. Estaba seguro que esas nuevas condiciones serían parte fundamental de mi obra y me dejé llevar. Una de las novedades más importantes de esta nueva etapa fue adaptarme a un formato de obra mucho más pequeño que me devolvió una intimidad que estaba distante en muchas de mis obras anteriores. Reapareció, mucho más definida que antes, una situación de silencio que se da en el taller entre mi mano, el soporte, la lupa, la luz, el lápiz. Influenciado por las dimensiones pequeñas de mi nuevo lugar de trabajo comencé a dibujar sucesiones de líneas a lápiz, al principio curvas y rectas más adelante. Pero esa monotonía deliberada naturalmente derivó en errores o hallazgos casuales y fue así que reapareció el colo, sobre todo un plano de color que tapaba la mitad del dibujo de línea. Y a este plano le sucedieron otros, hasta ocupar la totalidad del plano. Siento que el dibujo de línea y los planos de color están ahí creando un espacio ilusorio, con pequeñas rupturas o tensiones, a veces ínfimas, que lo ponen de manifiesto. Esto también me dio la posibilidad de comenzar a trabajar con objetos que son superposiciones de planos o cajas de madera pintadas con acrílico. Pero no nos olvidemos que llegó el Covid-19 y todos nos encerramos. Al principio no noté el cambio, en general siempre pasé mucho tiempo encerrado, pero esto fue demasiado! Al principio de la pandemia, con la cuarentena, me dio como un ataque de ansiedad y empecé a dibujar, pintar y hacer objetos con cualquier cosa, como si se acabase todo. Ahora, siento que volví a estar enfocado. Esta ciudad me permite ver y conocer muchísimas cosas, otra literatura, otras comidas, otra música. También otros artistas que se volvieron importantísimos como Richard Tuttle, Blinky Palermo, Anne Truitt, Ron Nagle, Jacob El Hanani; a algunos que ya los conocía pero verlos de cerca es otra cosa. También estoy descubriendo una cantidad de artistas jóvenes, muchos del mundo del Comic, que me encantan; cosas que seguramente se verán reflejadas en mi obra. Siempre creí que los artistas somos también esponjas. 

MCB: ¿Cuáles son los materiales que utilizas, los colores preponderantes y en función de qué los eliges? Me gustaría en este punto introducir la parte conceptual y saber cuán importante es en tu obra y cómo se ve representada en tus abstracciones.
BDV: El proceso está en el centro de interés de mi trabajo. La condición básica del tiempo de trabajo es lograr silencio en mi interior para poder concentrarme. Es como meditar, alejando pensamientos, escuchando solo esa música o nada, que pueda ayudarme a lograr una mayor introspección. Por lo general la metodología de trabajo la decido antes de comenzar la labor, luego trato de ajustarme lo mas posible a esos condicionamientos (ahí estaría presente las ideas de OULIPO). También tengo periodos de pura experimentación donde me encuentro perdido y la mayoría de las cosas van al tacho de basura, pero siempre aparecen cosas útiles. Aunque pienso todo el tiempo en nuevos materiales, vuelvo a los de siempre, esto me relaja. Para mis dibujos, actualmente uso unos cartones con una base de porcelana (clayboard) que me dan una superficie muy lisa y blanca. Dibujo con lápiz grafito 2H, es decir un lápiz bastante duro, solo busco la línea. Los llamados Calados, que son unos relieves grandes de pared, son en MDF, así como otras esculturas pintadas. Siempre había usado colores de pomo, de fábrica, sin mezcla, hasta que llegué a New York y empecé a mezclar y encontrar nuevos matices. Estas esculturas de tubos curvos, en particular las de gran tamaño, no están pintadas y son desarmables, así que cada vez que las vuelvo a construir son formas nuevas las que dibujo con los tubos y esto dependerá del espacio donde las construiré nuevamente. La primera de esas esculturas la armé en una feria en Buenos Aires (arteBA) donde el techo es altísimo, entonces hice un dibujo de tubos de siete metros de alto por una base de tres por tres. Tiempo después me invitaron a hacer algo con esos mismos tubos en una galería; el resultado fue un objeto de dos por dos por dos donde obviamente usé muchas menos piezas.

“Group Show 2017,” galería Del Infinito, Buenos Aires, 2017.

MCB: Para abordar el tema del espacio y el espectador me gustaría tomar alguna de las muestras que hiciste en la galería Del Infinito que te representa en Argentina. Algunas de ellas colectivas, me permiten preguntarte cómo manejas las obras en relación al espacio que ocupan en su interacción con otros trabajos propios o de otros artistas y cómo es el vínculo que establecen con el espectador.
BDV: Lo que más me interesa es exponer en muestras con otro artista en particular. Esto es algo que hice varias veces, no como muestras colectivas sino de a dos, me gusta generar diálogos con la obra de colegas. Solo dos voces, un diálogo y poco ruido. Mi obra, creo, es muy silenciosa, así me gusta y busco compartir este silencio. Ahora en especial tengo estoy pensando mucho en cómo lograr espacios de mayor intimidad dentro del espacio de exhibición porque como las obras son muy pequeñas creo que se beneficiarían de tener un ámbito particular para la contemplación. Por ejemplo, estoy pensando si no sería interesante incorporar sonidos que acompañen la obra y generen un clima de concentración especial. 

MCB: ¿Cuáles son los proyectos e investigaciones futuras que tienes en mente?
BDV: Como te decía, estoy pensando y experimentando con sonido. No sé a dónde pueda llegar con esto pero pienso en el sonido como en una gran escultura que todo lo abarca. Es muy poderoso. ¿Planes futuros? Quiero mostrar todo el desarrollo de las obras de estos últimos tres años en un Nueva York (y tengo muestras planificadas este año acá y en Buenos Aires) y seguir dibujando, siempre, el dibujo me arraiga; el dibujo para mí es otra forma de pensamiento.