Alegoría urbana (detalle), 2017. Instalación en el Centro Cultural Borges. Foto: Pablo Jantus

Ave Fénix: Una Conversación con Silvia Battistuzzi

Silvia Battistuzzi está formada en el campo del psicoanálisis, dibujo y pintura en los talleres de la Asociación Estímulo de Bellas Artes en Buenos Aires, así como tomando seminarios internacionales y clínicas de arte con curadores y críticos. Su obra aborda distintas materialidades haciendo hincapié en aquellas destinadas al descarte. Luces y sombras interactúan en ese universo donde aquello que es recuperado de la inutilidad, se convierte en una pieza estética, re-elaborando la existencia como una idea anterior a ser simplemente un cuerpo con presencia física y visual concreta.

Su obra se exhibió en muestras individuales y colectivas en Argentina, España y Bélgica y forma parte de colecciones privadas internacionales así como otras pertenecientes al patrimonio de museos nacionales como el Museo Municipal “Juan Sánchez” (Gral. Roca, Río Negro), la Facultad de Ciencias de la Educación de Alto Valle de Río Negro y Neuquén (Cipolletti, Río Negro).

María Carolina Baulo: La elección de los materiales me parece fundamental para empezar. Contanos sobre la relación que estableces donde los recuperas del descarte y les asignas una nueva vida útil, muy distinta a aquella primera ya agotada.
Silvia Battistuzzi: Comencé trabajando, uniendo materiales de descarte, inicialmente desde mi propio consumo y desecho. Me interrogaba hace tiempo acerca de todo lo que se usa y tira, y la contaminación de nuestro entorno. Inicié utilizando la acumulación de estos elementos (primero en fotografía, que continúo) que aparecen para mí más con mayor prevalencia en los ámbitos urbanos. A partir de allí empecé a pedir colaboración a las personas cercanas, sean familia, artistas, conocidos, que me guardaran estos materiales en vez de tirarlos. Tal como lo planteas en la pregunta, los convierto en otra cosa, les doy otra entidad, pasando del desecho a la utilización en obra, dándole vida en obra, a algo que inicialmente se presenta tanto superfluo, como desechable. Estos materiales descartables adquieren una presencia distinta, quedando en una categoría de objeto singular, y con un intento de que sea poético.

MCB: Es interesante notar que muchos de esos materiales entran en crisis—por la propia esencia de su materialidad—con un referente importante en tu trabajo: la naturaleza. ¿Cómo articulas esa relación? 
SB: Creo que la articulo desde un concepto y estética, elementos que en sí son opuestos. Elementos, materialidades que conviven en nuestras vidas, usos en la cotidianeidad. Lo natural vs lo artificial: los tomo, y algunos los dejo en su estado originario (como en ciertas instalaciones de piedras y troncos), así como a otros les asigno la impronta de mi intervención, sea pictórica, de ensambles, patchwork, telas. El trabajo del ser humano construye un modo particular de impacto sobre su entorno. Interviene parte de la naturaleza; intervención que produce una tensión particular entre lo posible, necesario para la vida del ser humano, hasta el exceso, y el riesgo de nuestro hábitat, como la contaminación, el casi continente subacuático existente en el océano de desechos. Todo esto ronda en mis conceptos, e intento reconvertir estos elementos en obra, desde otro lugar, tal como hacemos ese “otro lugar” los artistas, estando presente—creo de manera sutil—esta tensión que describo. Desde el mundo más cercano, intento abordar la experiencia singular en relación con el territorio, espacio geográfico, a veces a modo de micro-relatos. He vivido durante muchos años en la Patagonia; contexto por momentos áridos y a la vez fértil. Es una zona con ríos y lagos, piedras, bardas y montañas. Esta morfología ha constituido—dentro de la naturaleza—mi experiencia más cercana y vital ligada al medio ambiente. El contraste con lo más urbano, creo que es lo que me ha producido una mirada distinta del entorno. En lo urbano aparece en lo cotidiano un registro contundente de lo que se desecha, lo que se puede recuperar, y la tensión permanente entre la naturaleza y la producción del humano.

Esopo. Otra cigarra y otra hormiga, 2019. Instalación en 4a Bienal Neuquén Contemporáneo. Foto: Nahuel Bouso

MCB: El concepto juega un rol fundamental en las obras de arte. ¿Cuál es el lugar que ocupa en la tuya?
SB: En las instalaciones, u objetos, particularmente es donde creo que puedo acercar el concepto que inicia el trabajo, aunando la materialidad, la estética, que acompaña al concepto que desarrollo en cada instalación. Trabajo conceptos ligados a la intemperie; indago sobre lo que se pierde y recupera con la mirada; el poner en el lugar de objeto lo que podría haber sido desecho, ligándolo con aspectos de la resiliencia, aun desde un lenguaje sutil, en el concepto de la obra. Aludo en poder hacer frente—tanto en lo singular como en lo colectivo—a las adversidades. Tomo esos materiales de descarte “los que están a mano,” llevados hacia otro fin, con los que renuevo posibilidades de una “otra existencia.” Tanizaki refiere en El elogio de la sombra: “…Nosotros los orientales creamos belleza haciendo nacer sombras en lugares que en sí mismos son insignificantes”; parafraseando esto, creo que aludo con materialidades insignificantes, la producción, nacimiento de estas obras. Desde el psicoanálisis se puede decir que la obra es producto del hacer, del saber hacer, y que de los castillos en el aire, los artistas hacemos objetos. Una vez hecha la obra, y lanzada, ya no nos pertenece, como sujetos, sino que adquieren una particular autonomía. Ella es quién podrá hacerle decir, sentir, al Otro. Entonces, como un más allá y más acá de las ideas que disparen la concreción de mi obra, se abriría un mundo de resonancias, donde en el encuentro de la obra con el Otro, aparecerán las distintas historias subjetivas; será un resto, una obra nueva para cada uno, para cada espectador.

Pasa Calle Lasciate ogni speranza voi ch´entrate, 2017–18. Instalación en 3a Bienal Neuquén Contemporáneo, Huellas. Foto: Juan Cruz Postigo Vega.jpg

MCB: Es marcado tu interés por acentuar los contrastes entre la luz y la oscuridad, ya sea en las pinturas como en los objetos o instalaciones. Tomemos un ejemplo concreto que vos elijas para desarrollar el tema. Pienso, por ejemplo en la instalación Alegoría Urbana.
SB: En la instalación que mencionas, Alegoría urbana, trabajé con elementos de desecho, telas con brillos, transparencias y opacidades. Luces y oscuridades que pueden remitir tanto a la luna, magia, como a soledades, intemperie (pensada ésta desde un sentimiento íntimo, hasta la realidad del “sin techo,” vida sobrevida en la calle). En esto no dejo de pensar en la referencia al Arte Povera. Desde las sombras y sus reflejos, aparece tanto lo conocido como lo desconocido, del adentro y del afuera, generándose pasar y atravesar caminos, a veces de complejos encuentros. Considero a los objetos que produzco o tomo, con una identidad diferente a la inicial, de brillo improductivo, cobrando un protagonismo, habiendo partido de ser éstos mínimos o insignificantes. Intento atrapar, ceñir, posibilidades ilusorias de encuentros. Ficciones urbanas que atraviesan la realidad e irrealidad. Esta instalación formó parte de la muestra grupal de “Sombras de la repetición,” en el Centro Cultural Borges, curada por Eduardo Médici.

MCB: Otro trabajo interesante es Fragmentos de lo extenso de un momento donde nuevamente se impone el juego entre las luces y sombras, desafiando la percepción del espectador, generando espacios caóticos y al mismo tiempo atractivos, convocándolo a acercarse.
SB: Esta instalación, Fragmentos de lo extenso de un momento, se enmarca dentro del proyecto grupal “Campamento inútil,” presentado en la Sala Municipal de Exposiciones “Lidaura Chapitel” de San Martín de los Andes (Neuquén), y en la Sala Municipal de Arte Emilio Saraco (Neuquén capital). Este trabajo, también lo construí con elementos de desecho, telas, los que produjeron ese juego de sombras y luces que mencionas en tu pregunta. Aludo a un diálogo entre lo externo, el caos, sintetizado en una carpa que podría ser un patchwork de desechos, habilitando un espacio poético, lúdico en ese juego entre luces y sombras, y la construcción del “adentro.” Aludo a resistir con los simples objetos de descarte, tratando de poner el revés del objeto y su significación, frente al eventual desamparo, migraciones, intemperie, tanto en lo singular como en lo colectivo.

Homenaje Rosa de Luxemburgo, de la serie “Féminas,” 2017. Figura sobre bastidor, 80 x 40 cm. Foto: Silvia Battistuzzi

MCB: Tu obra también toma posición sobre cuestiones sociales. Estoy pensando en la serie “Féminas”—que aborda el tema del rol social de la mujer—y en la instalación Pasa Calle – Lasciate ogni speranza, voi ch’entrate, un trabajo donde se aborda la problemática de la gente que vive en situación de calle. Contanos sobre estos trabajos. 
SB: En la serie “Féminas,” intento hacer una relectura del lugar de la mujer. Trabajo sobre la paradoja del cuerpo femenino y su encorsetamiento a través del tiempo (una serie pictórica tiene como subtítulo: “1878. Talle 46”). Cuerpos traspasados por rupturas, violencias, fragmentaciones reales y simbólicas. A la vez, dentro de “Féminas,” realizo homenajes a las grandes feministas que lucharon por los derechos alienados, sesgados, de la mujer, del otro, de las minorías sin voz. La instalación Pasa Calle- Lasciate ogni speranza voi ch´entrate, estuvo seleccionada y presentada en la tercera Bienal Neuquén Contemporáneo, Huellas, 2017, siendo su curador Fernando Farina. Trabajé con telas recolectadas a lo largo de mi vida (ligadas a lo familiar) conjugadas con materiales de desecho, y elementos alusivos a lo humano. Tomo en cierto juego de lenguaje “Pasa Calle”, con lo que sucede, pasa en la calle; lo que se oculta, tapa. Sumo la frase “Lasciate ogni speranza voi ch’entrate” con la que se recibe en el Infierno de la Divina Comedia de Dante Alighieri, a los que allí llegan. Frase que alude al último momento—dado que no habrá otras oportunidades luego del juicio final—de que cada quien se enfrente con las consecuencias de sus actos. Indago acerca de nuestro pasado, nuestros caminos plagados de sombras, opacidades, reflejos, luces, encuentros, pausas, existencia. Tanto en esta como en otras obras abordo la intemperie, el desamparo, en lo social y lo singular, y las posibilidades del ser humano, de hacer con esto, otros espacios posibles.

MCB: Tu obra participó a fines de 2019 de la 4° Bienal Neuquén Contemporáneo cuyo tema eran “Puentes.” Propusiste una instalación reelaborando una fábula: Esopo. otra cigarra y otra hormiga. Contanos sobre ella.
SB: Tal como comentas en tu pregunta, en esta instalación Esopo: otra cigarra y otra hormiga reelaboro la fábula de Esopo “La cigarra y la hormiga.” Tomo este relato, junto al recuerdo de mi desobediencia infantil: salvar a las hormigas del veneno que mi abuela esparcía sobre las plantas. Siempre me animó la idea de poder transformar esta fábula, con su moraleja de competencia, en una historia de solidaridad. Hablo desde otra mirada del aprender, del trabajo conjunto y solidario para tender puentes desde lo afectivo, que resuenen tanto en los vínculos cercanos como en los colectivos sociales. Trabajé con tela tramada red intervenida pictóricamente, con carteles en el césped, que sintetizan los conceptos claves: trabajo cooperativo, solidaridad, vínculos cercanos, equidad, igualdad, puentes, afectivos, caminos. Es una instalación al aire libre, acercándose al Land Art. Esta obra fue seleccionada y está expuesta en la 4ª Bienal Neuquén Contemporáneo “Puentes” (2019–20), curada por Kekena Corvalán. Inicialmente la instalé en el Paseo de la Costa, en Neuquén, y luego pasó desde diciembre a estar en el espacio exterior del Museo Nacional de Bellas Artes de Neuquén.

Natura Urbana, 2019. Vista de instalación. Foto: Pablo Jantus

MCB: La instalación Natura urbana es quizás uno de los trabajos que mejor amalgama distintas búsquedas recurrentes en toda tu obra: la puesta en valor de los materiales de descarte, la idea subyacente, las opacidad inherente a la luz, los contrastes, las existencias y experiencia cotidianas, la transformación de aquello mínimo e insignificante en un otro capaz de renacer de sus propias cenizas y convertirse en protagonista.
SB: La instalación Natura urbana estuvo expuesta en diciembre de 2019 en el Museo Nacional de Arte Decorativo junto al de otras artistas del grupo de trabajo Esculturas blandas, coordinado por Lucía Warck Meister. Tal como referís en tu pregunta, en este trabajo reúno materiales de desecho y diferentes telas, y entramado de red, el que intervengo pictóricamente. Reunión que alude a algo así como un jardín urbano; alegoría de lo que se desea, puede y adolece, en un contexto de ciudad. Tomo nuevamente lo mínimo cercano, cotidiano, de nula significación, transformándolo en elementos a los que les otorgo una elevación a categoría de objeto preciado. Renuevo el juego entre luces, sombras, transparencias; un adentro y un afuera, atravesándose concepto y estética de manera horizontal. Del libro El silencio de Luis Gruss, traigo la frase de Francois Cheng: “El valle es oscuro y hueco…Pero hace crecer las cosas.” Refiere Gruss que la filosofía china apunta a que lo dado no importa tanto como el pasaje entre los diversos momentos de la materia. Señala que las dicotomías lleno/vacío, presencia/ausencia, sombra/luz, cerca/lejos, son guías fundamentales para el arte de Oriente, así como que la estética china recomienda no escindir lo exterior y lo interior de la emoción y el paisaje. Así, intento repensar con el espectador lo que brilla, lo que se oscurece, la luz y la opacidad, en un diálogo con lo cotidiano, lo efímero, lo cercano. Un cruce entre la materialidad de la obra con las posibles situaciones que la vinculen con lo mágico, poético, enigmático.