Con una obra que hace pie en el dibujo, Cynthia Kampelmacher, artista visual, Licenciada en Artes Visuales por la Universidad Nacional de las Artes (UNA) y docente, genera desde la línea una proyección fuera del plano, para crear espacialidad desde sutiles hasta grandes instalaciones que, tal sus palabras, “a partir de traducciones, iteraciones y una apuesta a la desmaterialización, construyen una poética de la incertidumbre.” Múltiples veces premiada, recibe, entre otros, el Premio 8M 2023, el Premio Konex a las Artes Visuales a artistas destacados de la última década, Dibujo 2012-2022 y el primer Premio Salón Nacional de Artes Visuales en Dibujo 2021. Asimismo se destacan la invitación al Premio Trabucco de la Academia Nacional de Bellas Artes en 2018, las becas para el desarrollo de proyectos y residencias internacionales del Fondo Nacional de las Artes en 2021 y 2010; Colección Oxenford, 2019; Flora ars+natura, Colombia, 2018; Ministerio de Cultura de la Nación, 2017; Beca Fundación Carolina Panamá, 2009 y Beca Antorchas Banff Centre for the Arts, Canadá, 2004 y su participación en la Beca del artista Guillermo Kuitca edición Universidad de Buenos Aires–Centro Cultural Rojas 2003–05. Una obra que cuestiona la percepción, las lecturas subjetivas de las imágenes y la memoria, buscando promover la reflexión de quién mira a través de operaciones disruptivas que pongan en jaque los espacios seguros desde donde se construyen dichas lecturas. Los trabajos de Cynthia Kampelmacher han participado de muestras colectivas e individuales e integran colecciones privadas y de museos internacionales, siendo la más reciente adquisición la del Museo de Arte Moderno, Bogotá, Colombia N 2021. Vive y trabaja en Buenos Aires.
María Carolina Baulo: Me gusta empezar con el artista reflexionando sobre su trabajo. En tu caso hay un cuestionamiento a la percepción de las imágenes, donde la memoria juega un rol fundamental así como las lecturas cómodas desde donde se fundamentan las miradas. Contanos sobre tu obra en general.
Cynthia Kampelmacher: Mi trabajo gira en torno a la percepción de las imágenes y la memoria como procesos que afectan la subjetividad. La problemática de la imposibilidad de la representación mimética en donde también la fragilidad hace confrontar diferentes situaciones y contextos. Sensibilizar la mirada, alterar el punto de vista del observador intentando promover una reflexión sobre aquello que vemos y cómo lo vemos ante la falta de posibilidad de una respuesta unívoca y permanente. Lo experiencial y lo experimental, la extenuación de las operaciones artísticas y de los materiales se conjugan en una apuesta hacia la desmaterialización y la incertidumbre. Durante los últimos 16 años he desarrollado un extenso ensayo gráfico tomando de referencia fotografías de paisajes selváticos. Como una alquimista que no transforma los metales en oro, sino que lo intenta una y otra vez, estas imágenes han sufrido cientos de iteraciones, traducciones centradas en el dibujo y mutaciones a medida que diferentes medios, materiales, técnicas, lenguajes y procedimientos pasan y migran del plano al espacio (de las imágenes a los objetos, de los objetos a las instalaciones, de las instalaciones a las intervenciones de carácter sitio específico), intentando cada vez más, afectar la conciencia sobre nuestra percepción como esencial para el mundo en el cual dejamos huella.
MCB: Se desprende de tu desarrollo anterior, que te pregunte sobre esos medios, materiales, técnicas, lenguajes y procedimientos que utilizas para llevar el dibujo a la tridimensión.
CK: Cada proceso de trabajo es un desafío, una nueva investigación para lograr resultados diferentes. Uso tomas directas de fotografías que pasan varios niveles de digitalización, luego vuelven a transformarse en traducciones gráficas en diferentes materialidades o viceversa. Puedo ir hacia dentro, sobre la superficie de la imagen o hacia fuera hasta incorporar el espacio. Horadar, rasgar, trasvasar, eliminar los contrastes, velar y volver a iluminar son algunos de los muchos procedimientos y operaciones que realizo, intentando siempre que el accionar en cada pieza difiera de la anterior. Me interesan los intersticios que van apareciendo en el proceso creativo tanto en la materialidad como conceptuales, adentrarme en esos recovecos y profundizar. La ingeniería del montaje también me apasiona, resolver con lo mínimo, lo que se encuentra en mi entorno cotidiano y le es propio ya sea al lenguaje o al dispositivo. Cada pieza es única y al mismo tiempo parte de un todo, siempre están dialogando entre sí como un continuum y en cada exposición voy presentando pistas y despistas de ese proceder.
MCB: Mapa guía para maraña (2008) nos acerca a la factura y conceptualización que caracteriza toda tu obra. Una incipiente salida al espacio entre los pliegues, así como un manifiesto sobre lo incontrolable del todo, la ilusión de completud. Obra que recibió el primer premio de la Bienal Nacional de Arte Contemporáneo de Bahía Blanca, 2009 y que está alineada con Maraña Luz y bollo del mismo año, donde el dibujo en grafito sobre papeles abollados, literalmente salen del plano. Cada vez se hace más fuerte la necesidad de “contar” desde un dibujo 3D.
CK: El dibujo en sí ya es un esquema, ciertas líneas guías, dando la sensación de un lugar que no podemos terminar de aprehender o registrar en su totalidad, un espacio que nos incita a introducirnos y explorarlo pero que al mismo tiempo nos provoca una sensación temerosa y confusa, como intentar capturar algo que se nos escurre de las manos. El mapa guía es una ayuda cuando viajamos a un lugar desconocido o nos internamos en rutas nuevas, el Mapa guía para maraña es de por sí, un sinsentido. La transparencia y el semi desplegado del papel, pretenden hacernos creer que podremos ver algo, ocultamiento y desocultamiento, haciéndose presentes la desmaterialización y los problemas de “traducción” de la imagen. Asimismo, los pliegues traen reminiscencias de la cuadrícula, del “mapeo,” la acotación de lo visible, de lo que puedo atrapar del mundo, un trazado ilusorio de organización. Maraña Luz y bollo (2009) es la misma imagen que aparece en el dibujo en plano, en la cual se anulan los fondos de contraste, “reaparece” en el objeto y vuelve a “perderse” entre los pliegues. Esta obra es la primera de la serie de los papeles abollados y plegados por la acción de mi cuerpo y fue exhibida por primera vez en ArteBA 2009 y en el Premio Klemm 2010.
MCB: Un trabajo relevante dentro de tu producción es la instalación You Never KNow (2011). Compleja desde lo conceptual—ya desde el título nos pone en crisis por su “incorrecta” escritura—y con una articulación espacial que articula cuatro instancias: un dibujo-objeto de grandes dimensiones, una fotografía y dos instalaciones de un placard de madera desarmado y pintura sobre madera, respectivamente. Contanos sobre esa obra y dónde la desplegaste.
CK: El título se escribe así con mayúsculas y minúsculas (como un juego entre el saber y el ahora en inglés, conocimiento y tiempo). La instalación se compone de cuatro partes: un objeto suspendido en altura realizado con un dibujo de 100 x 400 centímetros y luego abollado, una instalación de un placard que fue desarmado con sus herrajes y llave, esmaltado en negro y apilado sobre una pared en esquina pintada de negro, luego una fotografía digitalizada y una segunda instalación de placas de madera. El proceso involucró un dibujo manual muy laborioso de vegetación enmarañada que ha demandado arduas horas de trabajo y se vuelve objeto, semeja una piedra al someterlo a la acción del plegado por acción de mi propio cuerpo y aquella ensoñación de luminancia que buscaba dejar entrever el dibujo sobre la transparencia del papel, se pierde, escapándose entre los pliegues y torsiones del mismo, así, el intento por atrapar una imagen del mundo retorna inasible. Un mobiliario de guardado, me ha acompañado largos años en mi antigua vivienda/taller, es desmantelado y todo su contenido desechado. Las piezas estructurales del armario son “negadas” y anuladas por la película de pintura negra que borra sus huellas, reordenadas y apiladas a la espera de que algo acontezca sobre paredes negras que desdibujan su tridimensionalidad y absorben la luz del entorno. Solo en el fondo del ángulo interior, un ojo atento detecta el cerrojo con la llave y sus fetiches. A un lado una fotografía del espacio tridimensional que ocupaba el mueble se ha borrado digitalmente y nuevamente llenado con luz. En la otra instalación con placas, una imagen entramada aparece al quedar al descubierto la madera, soporte de la pintura, se arma y desarma en segmentos por superposición y expansión, despegándose de la pared hacia el espacio del espectador. Cada módulo es un desprendimiento de la imagen completa que se encuentra en las últimas placas sobre la pared, sugiere que pueden intercambiarse y encajarse nuevamente en cualquier orden pero al mismo tiempo la superposición complejiza la sensación del entramado y nuevamente cuestiona acerca de lo qué vemos. El recorrido es lateral, debido al estrecho ancho de la sala; para obtener la vista frontal completa el observador necesita bajar su punto de vista, desde el suelo a la altura de como si estuviera sentado en una silla. Cada una de las piezas propone un cambio en el punto de vista del observador, hacia abajo, hacia arriba, por detrás, por los intersticios. Esta última instalación, a través del Premio Igualdad Cultural—incorporación de arte contemporáneo a museos públicos—pertenece a la colección del Museo Timoteo Navarro, Tucumán, Argentina.
MCB: En 2016 haces Sostén (Una columna, Un dibujo circular), un trabajo de carácter sitio específico para una reconocida convocatoria del Centro Cultural San Martín. ¿Cómo fue la experiencia de pensar la obra a una escala monumental y siguiendo los lineamientos de un elemento arquitectónico tan particular como es una columna circular? Un dato no menor es que no dibujas sobre la columna.
CK: El dibujo de la maraña selvática recorre una columna de papel cuyas dimensiones son idénticas a la que se encuentra en el espacio expositivo, enfrentada a la real, de piso a techo de modo tal que es percibida como parte de la sólida arquitectura del edificio—modelo arquitectónico e hito cultural—pero en realidad, sólo se sostiene a sí misma dado que la columna es hueca, la circunferencia del papel es la que soporta su propio peso. En apariencia la fragilidad del material se opone a su resistencia, dialogando con este edificio emblemático y su tiempo, con el espacio como institución y el dibujo en sí como pilar del pensamiento en el campo del arte, todos ellos entramados muchas veces complejos que no se dejan descifrar fácilmente implicando un entrelazado continuo. El tema del alejamiento y acercamiento a las obras está muy presente en todo mi corpus de trabajo, como el forzar al cambio de punto de vista del observador. La columna tiene una dimensión final de más de siete metros de altura y 84 centímetros de diámetro. El dibujo se realizó en grafito sobre papel de un total de 21 metros cuadrados. Tuve que restaurarla un par de veces durante la exposición dado que las personas pensaban que era real y se apoyaban en ella hundiendo el sector inferior, hasta que finalmente no tuvimos otra opción que colocar unas cintas de señalización para evitarlo.
MCB: La recuperación de restos, vestigios de lo que fue, aparece en Construir una poética (2015), Galería Nora Fisch. En esta oportunidad la instalación se compone de vidrios de frentes de parabrisas recuperados, brea, plomada, alambre de acero y tensores. En tu caso no veo preponderar la poética del descarte sino más bien un rescate de fragmentaciones que forman un nuevo relato y donde también, de alguna manera, se rescata una historia.
CK: En esta instalación también recupero procesos de indagación de obras anteriores como mis instalaciones Parabrisas, versiones I a IV entre 2005 y 2011, que fueran realizadas con material recuperado provenientes de accidentes de tránsito. Actuando de modo semejante a otras operaciones sobre el plano, se disponen los restos unos sobre otros conformando una engañosa suerte de piedra preciosa central o tal vez, las nervaduras de una vegetación que alguna vez fue exuberante. Desde el techo “caen” gotas de brea (material para relleno de calles y en común con el proceso del grafito) que mutan según la temperatura ambiente, de estado sólido a líquido, los drenajes se reúnen en un eje central, el contrapeso de una plomada, marcando la direccionalidad, el ir hacia dentro, al centro de la cuestión, y nos vemos allí, proyectados en esos reflejos de vidrios distorsionados, por las rajaduras y su superposición. Nuevamente aparece la idea de un continuum, todo lo presente en estado de transformación permanente, la imposibilidad de fijar una sola imagen, la alquimia, los lineamientos que en su recorrido van conectando el todo con una parte, una pieza con todas las demás, la ilusión de los bordes como contornos, como límites y por supuesto la transparencia y la opacidad.
MCB: Reinscripción de un paisaje (2017) es una obra que se despliega en distintos espacios. Por ejemplo en la muestra “Plano Secuencia,” curada por Nancy Rojas, junto a la artista Eladia Acevedo en la galería Cálamo en San Nicolás. Aquí la instalación se compone de objetos desarrollados a partir de la exploración de materiales tales como las impresiones HQ en papel, laca, epoxi, madera y barniz. En otra instancia—aunque anterior cronológicamente hablando—la obra integra una suerte de “ejercicio” en la Galería Nora Fisch, también en Bs.As pero proponiendo un recorrido inverso gracias a la disposición de las distintas partes de la instalación. Ampliamos por favor.
CK: “Plano secuencia” es el título que le dio la curadora Nancy Rojas a la muestra conjunta. Refiere a un tipo de toma cinematográfica de desplazamiento contínuo sin cortes al igual que nuestros procesos de trabajo. Allí se mostraron entre otras obras, los objetos de paisajes abollados realizados con una técnica que descubrí experimentando con impresiones de alta calidad. Logré darles una dimensión rígida sin alterar la presencia del papel y el dibujo impreso, profundizando lo iniciado con los primeros objetos plegados por acción de mi cuerpo y las piezas de papel con epoxi en la instalación de piso de la muestra “Reinscripción de un paisaje – ejercicio pour la galerie.”Con este título ya aparecen intereses previos, como ser aquellos intersticios que mencionaba antes, por donde volver a escurrirse y recuperar nuevas posibilidades, sólo que aquí, el recorrido es inverso, donde un pensamiento abstracto se vuelve figurativo, las obras van en direcciones opuestas pero apuntan a un mismo sentido como un punto de encuentro: la imposibilidad de atrapar las imágenes, dar por cierto aquello que vemos o percibimos, donde no contamos con la posibilidad de verificar si es real o no. Como sucede por ejemplo en las redes sociales y ahora cada vez más intensificado con la AI (inteligencia artificial a gran escala), se lanzan millones de enunciados como ciertos, veraces, y por ejemplo, el caso paradigmático con las plaquitas firmadas por algún célebre personaje de la historia, que parecerían subrayar su veracidad—pero como ya todos sabemos en realidad son utilizadas como testeos de audiencia; la mayoría de las veces son falsas, pero nadie se toma el tiempo de investigar si lo son o no. Lo otro que sucede es que al estar aisladas, descontextualizadas pueden adquirir sentidos de interpretación muy disímiles. Las imágenes que los artistas intentamos fijar se resisten a ser atrapadas en su totalidad. Seleccionamos y hacemos un recorte, un encuadre de lo que nos llama la atención, que lo que nos devuelve es pura imposibilidad de atrapar el todo, de reproducir lo real, el original, todo lo que se presenta aparece como una alusión a otra cosa, y esa otra cosa nos lleva a la siguiente, hay un uso poético de las imágenes y los objetos que van armando una alegoría, lo que caracteriza al arte de nuestro tiempo. Lo que ves nunca es lo que es. Entonces lo que “vemos” aquí es un dibujo llevado a la fotografía, esa misma imagen entrelazada, donde no podemos distinguir en donde estamos, que no podemos delimitar o cartografiar, que no nos ayuda a orientarnos si estuviésemos sumergidos de hecho en ese paisaje, se repite, duplica o multiplica en cada una de las estancias de la exposición, a través de distintos lenguajes: fotografía, dibujo, grabado, escultura, pintura e instalación. Cada vez que se intenta fijar la imagen aparece semejante pero diferente, lo que persiste es la estructura compositiva, aquellos rasgos principales que orientan el armado de una composición pero al mismo tiempo se está desarmando en cada traspaso. La referencia es una, pero los resultados son diversos, como las percepciones del mundo que nos rodea que van adquiriendo sentidos distintos para cada quién. De algún modo las imágenes se las ingenian para escurrirse, se vuelven inatrapables por un tiempo, inasibles. Entonces no hay certezas, sólo incertidumbre. Re-inscribir, retomar la huella, dejar marca, como un ejercicio permanente por los corredores de un teatro, salir a escena, volver a escabullirse, nuevamente plantar pistas para el espectador. De hecho hay otras piezas que llevan el mismo nombre, corresponden a este proceso de investigación pero que no fueron pensadas para esta exposición en particular. Cada una de las obras que forma parte de una exposición están siempre pensadas específicamente para el diálogo con las demás. De ahí que mis muestras individuales, hasta ahora, no han admitido una curaduría externa, se originan desde el vamos como un guión curatorial donde el diseño de montaje está incluido.
MCB: Dibujo (2018) es una instalación de pared compuesta de dibujos enmarcados que exceden el plano, la cual participó del Premio Trabucco en el Museo Sívori y que resume gran parte de tu búsqueda artística. Asimismo, uno de sus módulos trabajado en múltiples técnicas sobre papel—tinta, grafito, lápiz color, esmalte, vidrio, calado, madera, papel vegetal—aproximación alquímica, recibe junto a otra pieza, el primer Premio del Salón Nacional – Dibujo 2021. Contanos sobre estos trabajos.
CK: Estas piezas fueron realizadas para la invitación al Premio Trabucco de la ANBA. Había ciertas restricciones de tamaño y la condición de especificidad del dibujo, por lo cual es a través del mismo y sus hibridaciones, donde nuevamente aparece el referente selvático en la pugna de la imagen por salirse del plano hacia otras dimensiones. Aparecen gráficos pseudo científicos intentando cuantificaciones comparadas y mediciones de lo inasible, plieges y repliegues de representaciones espaciales y la alquimia de la materia en tensión entre la temática y la conceptualización del propio lenguaje, poniendo en evidencia la transmutación permanente del entorno, la materia y nuestra propio entendimiento.
MCB: Una obra de 2003, exhibida en la Fundación de Estudios Brasileños (FUNCEB) que pasa a cobrar protagonismo en el 2021 al ser seleccionada para la primera edición del Premio 8M en el Centro Cultural Kirchner, es Espacios verdes. Una instalación sutil, sintética, colección de restos de obras que se despliegan sostenidos frágilmente, proyectando sombras que construyen espacialidad. Contanos sobre este trabajo y su reedición 20 años después, no solo para el premio sino para otras muestras como Buenos Aires – La Plata & Espacios verdes en 2023.
CK: Aquí el trabajo partió de los mapas guías impresos reales. Era una realización por encargo de otro artista; recuperé el material sobrante en mi taller y se mostró en el contexto de una colectiva que se llamó “De adversidades vivimos,”donde instalé una serie de obras muy sutiles, algunas interviniendo directamente el espacio, que marcaban un recorrido extraño dado por la propia construcción del lugar, columnas, vías de ventilación y desniveles en paredes y denominé al conjunto Nómades. En 2021 fue la primera vez que se volvió a mostrar desde entonces y aún hoy conserva muchos aspectos vigentes con mi cuerpo de obra actual. El material recuperado, los residuos, corresponden a la marcación en el plano del lugar donde se habita en las ciudades, fueron levantados del suelo junto con la tierra del taller y colocados en recipientes al modo de visores de un paisaje urbano contaminado. Las ciudades de Buenos Aires y La Plata aluden a una vía de alta comunicación y tránsito—la autopista así denominada—y al ritmo del paso de la humanidad devastando el medio ambiente. Los espacios verdes de Buenos Aires—mi ciudad, donde habito—fueron separados y presentados como un herbario, recolectados al modo de los estudios de campo de los antiguos artistas viajeros para investigación y reconocimiento. 20 años después, se vuelve a exhibir. El material es el original por lo cual con el paso del tiempo las bolsas contenedoras dan aún más la sensación de polución ambiental y se actualiza con las problemáticas del cambio climático, al distribuirse la volatilidad de la tierra por toda la superficie de las mismas. En esta última edición, recibió el Premio 8M, cuyo objetivo es intentar equiparar las obras que pertenecen al patrimonio de La Nación Argentina, históricamente de mayoría casi absoluta de artistas hombres, por lo cual para mi la satisfacción no es doble sino triple: vigencia, reconocimiento y reparación histórica.