Nacida en la provincia de Córdoba, Argentina, la poeta y artista visual Claudia Santanera se vincula con el campo de los cruces interdisciplinarios desarrollando su obra en diferentes soportes y medios que van desde las video instalaciones hasta las esculturas blandas trabajadas con fibras naturales, pasando por los libros de poesía. Con sus obras, explora las relaciones humanas, la colaboración como método creativo fundamental y desafía los límites entre arte y artesanía. Desde el año 2017 lleva adelante un proyecto de investigación y práctica en torno a la cestería artesanal en el norte de la provincia de Córdoba, con proyección activa de ampliación hacia el noroeste argentino. Entre los premios que obtuvo se destacan la Beca Creación Artes Visuales del Fondo Nacional de las Artes (2018), la Beca Creación Poesía del Fondo Nacional de las Artes (2021) y la Beca DAE del British Council y Bunge & Born (2023). En 2019 fue invitada a exponer su trabajo en el marco del VIII Congreso Internacional de Lengua Española desarrollado en Córdoba. En el año 2022 su trabajo fue seleccionado para la edición XX del London Design Festival, fue invitada a exponer en el marco del Primer Foro Federal de Cultura y Ambiente FUTOPIA en el Centro Cultural España Córdoba y expuso en la III Bienal Córdoba Diseño en el Centro Cultural de la Universidad Nacional de Córdoba. En el terreno literario, ha publicado poemas y libros que recibieron reconocimiento de los pares. Su obra se expuso fundamentalmente, en espacios de prestigio cultural en su ciudad natal tales como la galería El Gran Vidrio, el Museo Genaro Pérez, el Museo de la Mujeres y el Museo Emilio Caraffa de Córdoba. Su obra es representada por la galería cordobesa The White Lodge, con quien ha participado de la feria internacional ARTEBA 2022 y 2023. Vive y trabaja en Córdoba, Argentina.
María Carolina Baulo: Tu obra tiene una fuerte fundamentación en la palabra que se “traduce” en materialidad plástica o tecnológica. Amplianos este concepto aplicado a lo que vemos como trabajo final, cómo aparece reflejada esa idea en la obra.
Claudia Santanera: “Me habría pasado la vida buscando las palabras que me faltaban,” dice Pascal Quignard. Me identifico con esta búsqueda. “Las palabras desfallecen, saltan, huyen, pierden el sentido. Sin embargo, siempre tiemblan un poco bajo la forma extraña que terminan habitando.”Las palabras se refugian sobre la superficie del agua o en lo más profundo de un paisaje tejido, su fuerza tal vez se encuentre en ese espacio innombrado del poema. Pienso en la palabra como material sensible a revelarse como dibujo u objeto visual, además de los sentidos acumulados o las huellas que conviven en su devenir lingüístico. Busco mover los límites de la escritura hacia otras zonas del arte, ensayar alternativas cruzadas de lectura mediante la creación de instalaciones por donde se deslizan narrativas inciertas. Pueden ser la cestería en palma, la letra manuscrita o la tecnología obsoleta los territorios a explorar en el recorrido poético que me propongo con mi trabajo.
MCB: Tus trabajos tienen un fuerte carácter artesanal, con una presencia manual obsesiva, dedicada, manejando tiempos de producción que contrastan con la inmediatez de la tecnología. Contanos cómo combinas estas áreas, teniendo en cuenta que te interesan los trabajos realizados de manera conjunta con otras manos.
CS: Me interesan los trabajos procesuales y colaborativos entre familias o comunidades, donde se producen intercambios de haceres y saberes, situaciones de vida a partir de las cuales cobran relevancia los encuentros entre las personas y se diluyen las fronteras con la obra individual. La relación entre oficio y comunidad nos habla de un devenir expresivo que se transmite de generación en generación, que liga a las personas con sus antepasados y configura una identidad. El tejido en espiral construye un círculo en torno a las fuerzas internas de la creación misma, un espacio ligado a los ciclos de la naturaleza o el cosmos. Varias personas se reúnen para tejer alrededor de un centro, la espiral crece sin alterar su forma. Allí conviven muchas las manos tejedoras, diferentes velocidades, tensiones, nudos o movimientos; así nace un ritmo sostenido y desigual, que une el arriba y el abajo, el antes y el ahora. Pasa de un lugar a otro, une instantes. No actúa en un espacio tiempo homogéneo, porque los tiempos de producción son los tiempos de los materiales y las manos. El sonido del tejido se oye junto al canto de los pájaros, el picotear de las gallinas, el tiempo originario de la tierra. Con respecto al pasaje de la tecnología a la cestería, lo experimenté como un cambio de materialidad. Edité fragmentos de películas familiares en el intento obsesivo por ayudar a mi padre a recuperar su memoria que se desgranaba por el Alzheimer. El montaje artesanal de los fragmentos del celuloide en 8 mm me permitió editar los sucesos y el tiempo en diferentes velocidades. Trasladé a la imagen analógica los recursos de la escritura, compuse imágenes como poemas. Utilicé las imágenes como palabras o frases, las combiné e intercambié para construir espacios de proyección aleatorios e irregulares como pensamientos que cruzan por la mente. Los encuentros entre palabra e imagen generarían sus propios destellos y su ritmo en el caos profuso de la enfermedad que avanzaba en el cerebro de mi padre. La tecnología fue un ejercicio espiritual y una herramienta de recuperación del tiempo personal y familiar. Un ensayo para desplazar el tiempo que intuyo se repite en mi experiencia con la cestería.
MCB: Entremos directamente en las obras. La soledad que precede al nacimiento (2019) es una instalación de esculturas blandas tejidas en palma caranday realizadas por artesanos de Copacabana, musicalizada por Andrés Oddone y curada por el artista visual Carlos Herrera. Además, se realizó en el marco del VIII Congreso Internacional de la Lengua Española – Museo Caraffa – Marzo / Abril de 2019. Aprovechemos esta obra como ejemplo de lo que hablaste sobre el trabajo en colaboración con otros artistas artesanos. Contanos sobre el desarrollo de esta obra.
CS: La muestra se formula como una construcción conceptual del proyecto Caranday que recibiera la Beca en Artes Visuales del Fondo Nacional de las Artes 2018. Su cualidad procesual y relacional propone pensamientos sobre los modos de escritura actuales, remitiéndose al lenguaje ancestral del tejido como materia prima. La instalación reúne diferentes objetos tejidos, realizados por un grupo de artesanos del pueblo de Copacabana, con los que me propuse compartir mi visión sobre la escritura, accionar con ellos y presentar parte del proceso que llevé adelante desde mediados de 2017. El Caranday es una especie nativa cuyas hojas se han utilizado ancestralmente por los primeros pobladores de la región para el tejido de cestos de pesca y canastos para la conservación de alimentos, asimismo fueron molde de las primeras expresiones de la alfarería.
Imaginé una hipótesis que vinculara el tejido y la escritura como un doble lenguaje o lenguaje reversible donde los sustratos del tiempo se manifestaran a través de las cualidades plásticas y poéticas de sus propias materialidades. A partir de esta serie de intercambios, la palabra cobraría los relieves de la fibra, su flexibilidad sombría sobre los elementos que nombra; y el tejido podría devenir caligrafía, huella o poema escrito que llega hasta el presente con voz propia. Esta sucesión de permutas y reciprocidades aportaría tensiones imprevistas y podría habilitar nuevos interrogantes en torno al origen de mi propia palabra poética. Me propuse investigar las relaciones etimológicas entre escritura y tejido a partir de una práctica que se transmite de padres a hijos; y ahondar en las motivaciones rítmicas, semánticas y visuales que podían compartir ambas experiencias. Los innumerables viajes a Copacabana fueron la llave de acceso a una cultura con rasgos específicos. Los artesanos compartieron los procedimientos originarios de recolección, preparación y tejido en espiral de la palma; y se mostraron receptivos a la exploración conjunta de sus conocimientos al buscar nuevas formas, escalas y procesos de trabajo alternativos a la cestería tradicional y a la función utilitaria. Llevamos adelante una experiencia de creación compartida a lo largo de 18 meses a partir de la cual se formularon las preguntas y plantearon los desafíos en torno a la singularidad de una experiencia que se configuraba en el límite impreciso entre lo individual y colectivo. El proceso de trabajo devino una instalación o gran poema visual tejido que el espectador podía recorrer, detenerse y muchas veces atreverse a interactuar con las piezas del conjunto.
MCB: Se desprende de lo anterior que la obra Caranday (2019)—presentada como una instalación en la muestra colectiva “Prácticas poéticas, políticas, domésticas” en el Cabildo Histórico de Córdoba—es parte de un proyecto que vienes desarrollando desde finales de 2017. Me interesa que en este punto nos hables específicamente de los materiales que componen esta enorme cantidad de piezas que se integran en el espacio.
CS: Hacia fines de 2017 comenzó a gestarse mi trabajo con la palma, durante este proceso el material fue adquiriendo magia, sus impulsos internos encontraron su propia expresividad a medida que el proyecto avanzaba. Su resistencia, flexibilidad, brillo y perfume me animaron a experimentar y pensar nuevos proyectos. Primero trabajamos con tejido grueso, una técnica poco utilizada para la manufactura de los artículos regionales que los artesanos comercializan. Investigar el tejido con fibra sin secar nos permitió observar sus movimientos durante el proceso de secado una vez elaborada la pieza. Me interesaba la flexibilidad del material para evitar la rigidez de los productos utilitarios. Invertimos mucho tiempo en aproximarnos a la forma globular impresa en los restos arqueológicos de la alfarería de la zona. Los fragmentos encontrados guardan este formato y me interesaba recuperarlo en esta instancia. Fueron meses de prueba y error, de observación y motivación para seguir adelante. Luego de esta instancia comencé a trabajar en esta muestra en un formato más pequeño vinculado a la idea de Roland Barthes de un grado cero de escritura que nace como pura forma significante y la fuerza expresiva del trazo. Un primer gesto o grafismo anterior a la palabra donde la fibra se conmueve y busca su propia forma expresiva y sensibilidad. Bordé con finas hebras de palma signos o ideogramas sobre un lienzo crudo tensado sobre bastidores. La espina de la hoja la utilicé como aguja, y sólo utilicé mis manos. Dejé que la fibra buscara su camino natural sin forzarla para que surgieran las curvas e inclinaciones de una letra cursiva para desarrollar esta suerte de alfabeto inventado.
MCB: En 2021 realizas …del dibujo de la letra, un díptico sobre bastidor conformado por un poema impreso en serigrafía y bordado en fibra vegetal-palma Caranday. Me interesa en esta obra destacar la persistencia del gesto. ¿Qué nos podes contar de esta pequeña pieza?
CS: Encuentro inspiración en la naturaleza y durante esta serie avancé en la idea de desarrollar un alfabeto vegetal que organiza el espacio de escritura a partir de un centro o herida de la página. Por el momento se destaca la errancia visual de la línea que se manifiesta a través de sus bucles infinitos sin ocultar el revés de la escritura. Podemos observar su crecimiento, composición y desarrollo como en un germinador. Hay componentes sonoros en estas hebras que se deslizan en un espacio; “Siempre hay una sonoridad en el hilo de Ariadna,” dicen Deleuze y Guattari en el capítulo Del ritornelo de Mil mesetas. A partir de un dispositivo sencillo el dibujo puede devenir palabra o viceversa. Junto al poema impreso en serigrafía ambos sistemas entablan una conversación acerca del poema. La mano, la fibra y el punto son los elementos con los que me interesa trabajar en estas series. Investigar la resistencia y persistencia del gesto, como una forma de artesanía de la escritura. Estas obras fueron presentadas en la muestra colectiva “Tenemos tiempo” en The White Lodge en Smart Gallery, Buenos Aires.
MCB: Para abordar el tema de la relación de tu obra con el espacio, me gustaría tomar la instalación de esculturas blandas, Tejer la casa (2022), curada por Indira Montoya para la III Bienal Córdoba Diseño, Centro Cultural de la Universidad Nacional de Córdoba. Hacer del espacio un elemento activo, parte estructural de la obra, es un punto más que destacado en el arte contemporáneo. Contanos sobre la importancia de la espacialidad en tu producción, tomando esta instalación como ejemplo.
CS: A través de las diferentesinstalaciones pretendo generar una experiencia espacial, un ámbito inmersivo o disruptivo para transitar o detenerse. Los elementos son comunicantes y están abiertos al devenir del recorrido. La obra interactúa y explora el espacio que la habita. La totalidad de la propuesta es un ámbito por descubrir. En el contexto, las piezas individuales funcionan dentro de un sistema o estructura mayor. Me interesa transitar la costura entre las piezas y este nuevo hogar que se construye dentro del espacio donde se desarrolla. En ese punto de separación surge la pregunta por una suerte de espacio ritual o ritmo continuo de tiempo que propone el tejido. Un espacio donde el pasado no pasa, sino que persiste, insiste. En esta instalación los elementos se superponen para conformar una topografía extraña que indaga en el concepto de hábitat ancestral. Recintos. Cuevas. Aleros de protección y cobijo como los conservados en las montañas de las sierras de Córdoba. Casas portátiles realizadas en una sola pieza. Plegables o enrollables como bichitos del campo. Caracoles, mulitas u organismos unicelulares. Casas semilla que nacen de la tierra y son parte de ella. Viviendas de emergencia. Tejidas con las manos, tejidas sin utensilios. Hogares que podemos tejer sobre nuestras rodillas en caso de necesitar refugio o paz. Espacios que conservan el olor, el color y la suavidad de las hojas enceradas del caranday. ¿Qué pone en tensión la intimidad y transparencia de esas pieles que nos envuelven? ¿Hacia dónde nos transportan? La fibra nos observa y observamos a través de ella. La luz nos llega como una fina lluvia. Un paisaje tejido en cestería de palma, su geografía y accidentes.
MCB: En la instalación de más de 30 metros cuadrados Cuadernos del bosque de pinos (2022)—una vez más la presencia de la palma Caranday y la colaboración artesanal—curada por Georgina Valdez, directora de la galería que te representa, para el Primer Foro Federal de Cultura y Ambiente FUTOPIA, Centro Cultural España Córdoba, se acentúa la toma del espacio que recorre el espectador y se empieza a proyectar la obra a los techos. En este trabajo abordas cuestiones de trama y territorio; contanos. Además, creo que es interesante pensar el rol de quien atraviesa la instalación compuesta por obras de gran escala y una obra ascendente que lo obliga a salir del plano inmediato que transita.
CS: Esta es una pieza de techo que nos invita a ingresar a un recinto natural de cualidades sagradas como un bosque de pinos. Está inspirada en el libro de poemas de Francis Ponge, Cuaderno del bosque de pinos, y en sus ideas acerca de la poesía y la escritura: “Así en un sentido podría decirse que la naturaleza entera, comprendidos en ella los hombres, es una escritura.”La instalación ha sido creada especialmente para el ingreso del Get Hotel de Calamuchita y expuesta previamente para FUTOPIA. La conforman ocho elementos circulares de tres metros de diámetro cada uno, tejidos con técnicas tradicionales y están suspendidos desde un anclaje que favorece la expresividad del material. Se propuso una forma de tejido en ronda realizado a varias manos por hombres y mujeres, debido a las dimensiones de las piezas. La obra reflexiona acerca de los patrones numéricos de crecimiento presentes en la naturaleza o espiral áurea y sus puntos de contacto con esta forma originaria de tejido. El espectador se encuentra bajo un cielo de circularidad infinita que baña de luces y de sombras la totalidad del espacio. Caminamos por un bosque y nuestra mirada se dirige hacia lo alto. La forma de la obra responde a su propia materialidad flexible y dinámica. El espectador se siente conmovido ante la expresividad de la fibra. Las capas superpuestas otorgan profundidad a la situación y generan diferentes sensaciones bajo este ámbito fresco y perfumado de la palma recién tejida. El material conecta con la memoria ritual de los quehaceres domésticos y la vida cotidiana. La cestería aporta fragmentos de escritura asociados al descanso y el alimento. Entonces llega la pregunta ¿Por qué algo tan frágil y humilde nos conmueve? Porque tal vez no sea ni tan frágil ni humilde. Porque ha logrado atravesar el tiempo y llegar hasta el presente como un tesoro del pasado para inscribirse en un espacio de imágenes coleccionadas en nuestra memoria vital.
MCB: Lo que ya anticipamos anteriormente sobre tomar el espacio en su totalidad, se potencia en El espíritu de la colmena (2023) donde la instalación compuesta de tres piezas tejidas en palma caranday suspendidas con cables de acero negro a diferentes alturas del cielorraso, se imponen de manera contundente. Elegante, sintética, la pieza instalada en el Ingreso Torre Norte, Pueblo Molvento, Calamuchita, Córdoba, nos señala una vez más, la importancia de la construcción gracias a las acciones colectivas, tomando como ejemplo el maravilloso trabajo que realizan las abejas. Contanos sobre las fuentes que inspiran esta obra.
CS: En 1901, el poeta y dramaturgo belga Maurice Mæterlinck publica La vida de las abejas, obra que reúne una extensa bibliografía y reflexiones de sus 20 años de apicultor. El presente proyecto se nutre e inspira en los escritos de este gran poeta, conocido como el Shakespeare de Bélgica. Desde el Canto cuarto de las Geórgicas de Virgilio hasta el capítulo dedicado a las abejas en El origen de las especies de Darwin, las costumbres de estos pequeños seres que viven en sociedad y realizan trabajos prodigiosos, han dado lugar a estudios naturales y filosóficos en diferentes épocas. Antes del siglo XVII el naturalista flamenco Clutio ya había afirmado que la reina es la madre única de todo su pueblo y que posee atributos de ambos sexos, pero no lo había podido probar. Fue el sabio holandés Swammerdam quien precisó el sexo de la reina (a quien hasta entonces se había creído rey) y con esto iluminó toda la política de la colmena, fundándola sobre la maternidad. La presente obra hace referencia a la colmena como forma cultural y social de vínculo entre los seres de las diferentes especies. Desde una pequeña organización hasta la conformación y la vida de un pueblo. Está inspirada en la relación que nace entre Molvento y el pueblo de artesanos de Copacabana. Las infinitas hebras y lecturas que se desprenden de la trama. El tejido se cubre o se oculta bajo la fibra. Otra realidad aparece. Es una pieza que experimenta con forma diferente de tejido. La artesanía tradicional tensa su morfología. Asistimos a una duplicación del lenguaje natural de la palma Caranday a partir de un concepto vinculado al tejido social y a la pregunta ¿Qué tejemos cuando tejemos?
MCB: Me gustaría cerrar con un trabajo que condensa muchos de los elementos fundamentales que se integran en tu obra en general. En Ejercicio de memoria (2023) se resume tu interés por la palabra, la escritura, la trama, la acción colectiva, artesanal, manual, la transmisión de los saberes y el rol destacable de la memoria. Es una obra con una fuerte carga simbólica, presentada en ARTEBA 2023 en The White Lodge. Hablanos sobre esta serie más reciente.
CS: Las excavaciones arqueológicas en el campamento residencial del Valle de Copacabana localizado en las Sierras Centrales de Córdoba, permitieron descubrir por debajo de la ocupación en el sitio agro alfarero Cementerio, la existencia de otro asentamiento previo, muy antiguo, de cazadores recolectores. Las dataciones radio carbónicas para el inicio y el fin de la ocupación lo ubican en el año 6.200 y 5.900 antes del presente, en un momento de formación de un suelo, bajo condiciones ambientales más cálidas y húmedas que las presentes. El sitio se halla a pocos metros de un paredón rocoso donde hay un alero con pinturas rupestres y morteros cavados en la roca. En el sitio abundan los materiales relacionados con el procesamiento de los frutos de recolección, como manos de molinos y moletas, cepillos espesos y restos de manufactura de talla de material lítico. Hay algunos fragmentos de puntas de proyectil triangulares y se han conservado huesos de guanaco y cérvidos. A través de esta nueva serie indago en esas capas de escritura que se superponen y ocultan entre sí. En cada imagen hay una huella que trae el pasado hasta el presente. Tocamos con nuestras manos las mismas piedras, nos cobijamos bajo el mismo alero que cobijó a nuestros antepasados. A través del tejido se tensa un hilo que nos conduce a ese tiempo remoto que sin embargo retorna en la incesante repetición del ejercicio ancestral de crear una trama. Eterno retorno de los días y las noches, las estaciones y las eras. Allí estamos, frente a esas montañas de lágrimas eternas que sobreviven al olvido para contar su historia. Ante esos aleros rocosos cuyas pinturas conservan un lugar fijo en el espacio, tal vez la primera acción social de transformación del entorno y de creación de un segundo paisaje, la nueva obra encuentra el devenir de esta memoria recuperada en sus fragmentos. Una manera de restituir la práctica artística al espacio ritual de la artesanía a su sentido primero. Como si el pasado no pasara, como si persistiera a través de su sola presencia. Tal vez este contacto nos permita ingresar a ese continuo del tiempo.
Esta serie incorpora una nueva materialidad como elemento intermediario entre las capas de membranas blandas del tejido. Un costillar fósil tallado en madera blanquecina sirve de sostén y aporta información a la sucesión de tiempos presentes en el ecosistema del que formamos parte. La naturaleza en su apariencia eterna se torna vulnerable, el animal ha dejado el territorio, ha migrado, se ha extinguido. Esos huesos fueron casa y comida. Han sobrevivido para contar su historia. El tejido de la fibra es flexible, se regenera, aún nos muestra los claroscuros con sus infinitos espacios de transición. Podemos ver más allá a través de su espiral hipnótica presente en el origen de las olas, las galaxias, los caracoles y el vuelo de las águilas.
MCB: Promediando el 2024, ¿qué se viene para el futuro?
CS: Próximamente se viene el montaje de Murmurations, una instalación localizada en el ingreso del edificio MIT Hollywood en Palermo, Buenos Aires. Se trata de una pieza de techo tejida en palma inspirada en el dibujo del vuelo de los pájaros al atardecer. En el mes de Junio una muestra colectiva en el museo Franz Mayer de México, curada por Luján Cambariere una curadora argentina que vive en Berlín. El proyecto se llama Tejer un pueblo y estará realizado por más de 20 artesanos de diferentes familias de Copacabana. Una muestra en el Museo Nacional Estancia Jesuítica de Alta Gracia en Córdoba, curada por su director Tomás Ezequiel Bondone; una propuesta desarrollada para la cocina de la estancia que entabla un diálogo con la historia cotidiana del lugar.