Licenciado en Artes Visuales con orientación en Escultura de la U.N.A., donde es Profesor Adjunto en Oficios y Técnicas de la Escultura (Cátedra Miller, desde 2007), Ezequiel Verona desarrolla desde sus primeras muestras colectivas en 2002, una carrera destacable en el campo artístico. Con múltiples premios entre los que se destacan la Mención de Honor y cuatro veces selección de su obra en el Salón Nacional (disciplinas Escultura y Nuevos Soportes), Premio ITAU a las Artes Visuales, Premio a las Artes de La Universidad Argentina de La Empresa, UADE, así como exhibiciones en prestigiosas galerías y espacios culturales, el trabajo de Verona combina una fuerte presencia material con una búsqueda sistemática por dar a la imagen el rol patagónico de ser, simultáneamente, registro y preservación de la memoria. Y se vale para ello de la utilización de soportes propios del ámbito de la construcción los cuales contrastan fuertemente con la “inmaterialidad” de la era tecnológica. Se suma a su práctica artística, su desempeño, desde 2006, como montajista y realizador para la Fundación Telefónica, MALBA, MAMBA, Fundación Proa, Colección Fortabat, Centro Cultural Kirchner, galerías y colecciones privadas.
María Carolina Baulo: Me gustaría empezar de adentro hacia afuera: el fuerte simbolismo que se condensa en tu obra detrás de una materialidad densa, brutal. Allí se pone en cuestión lo que denominas como “la conjunción de valores culturales tanto en materiales como técnicas.” Contanos un poco más acerca de esta premisa de trabajo.
Ezequiel Verona: Pienso que la mayoría de los materiales están manufacturados por el hombre y todos tienen o tuvieron un destino dentro de nuestra sociedad y al igual que las técnicas, todo es desprendimiento de la humanidad a lo largo de la historia. Lo cual me lleva a pensar que todo es ortopedia de las carencias que el propio cuerpo tiene. Los muebles, las casas, la urbe, las maquinas, las herramientas, la ciencia, la ingeniería, la tecnología, etc. Estos valores culturales no son siempre visibles, en realidad todos los obviamos e ignoramos, pero aquí aparece el arte, el cual me permite ensamblarlos y ponerlos en evidencia mediante la metáfora y la condensación de símbolos. Construirles un relato, proponerles la tarea, revelar un drama, y cumplir con lo que yo creo que es la función social del arte. Delatar contexto y anclar la memoria.
MCB: La imagen es utilizada en tu trabajo como un acto de resistencia, una suerte de guardiana de la memoria. ¿Cómo materializas visualmente la memoria y de qué tipo de recuerdos hablamos?
EV: Apelar a los valores culturales de los procedimientos y materiales, me lleva a trabajar con la memoria y buscar ese vínculo con el espectador. Las imágenes se banalizan y se ahogan en la globalización de la información que se dio en estos últimos 20 años con el acceso a Internet. El crecimiento social y urbano es algo que también va sepultando historias, los sucesos dramáticos que se viven en el mundo no se mantienen más de unos días en el presente y quedan sepultados en el olvido por la aparición de otros hechos. Aquí es donde creo que yo puedo aportar como artista visual, construyendo hitos de memoria, resistiendo contra lo efímero de nuestro mundo actual. Desde la historia, el arte ha sido delator marcando estadios y contextos históricos, también ha sido canal de comunicación, como también método de adoctrinamiento y congregación. Creo que hoy, donde las imágenes las reproducen la fotografía y el video, donde el diseño se mezcla con las artes visuales, donde las impresoras 3D producen el volumen que necesitemos, es indispensable repensar la función del arte y creo que generar memoria en tiempos donde la información avasalla la atención y promueve el olvido, es un acto de resistencia. Condensar memoria en un objeto escultórico, surge del ensamble simbólico como metodología de trabajo, resulta de buscar y encontrar maridajes entre técnicas y materiales para entrelazar sus valores culturales y simbólicos. En algunos casos la primera emoción de relato surge del objeto encontrado y su viudez con respecto a su origen e historia. Pero en otros casos surge de la necesidad de abordar una situación donde no tengo acceso a materiales de tipo ready made vinculados al hecho y a mi interés discursivo, por lo cual produzco lo corpóreo de la obra desde el valor simbólico de sus materiales y técnicas. Los relatos que propongo no solo son situaciones que estén en el pasado, sino también en un pasado cercano o casi actual, ya que el ayer es pasado y una imagen fotográfica marca un tiempo pasado ni bien es capturada. Los objetos con los que trabajo o las imágenes fotográficas en este último tiempo, son los que plantean el discurso delator, el resto del cuerpo de la obra, es la materialidad a favor del discurso.
MCB: Quizás sea el cemento el soporte al cual más recurres en tus últimas series. Pero tu obra en general también incorpora la piedra, vidrios, granito, arena de cuarzo y mica, hierro, objetos rescatados del descarte y hasta mobiliarios. Recuperar del olvido, traer al plano de la conciencia, reformular la utilidad. Me gustaría nos contarás sobre esta interesante selección de los soportes, la cual ya tiene una enorme tradición histórica en las artes plásticas y visuales y, por supuesto, sigue vigente.
EV: Cuando descubrí el objeto como material escultórico, comprendí la diferencia entre presentar y representar, esto me liberó de ser yo el autor de la imagen en su totalidad. En gran parte de mi trabajo la sola lectura y búsqueda del relato de objetos encontrados, me llevan a buscar y crearles un soporte, una forma, un aspecto dentro de una gran diversidad de posibilidades. Lo que debe resistir no es la técnica o el material, sino la idea. La utilización de la imagen arquitectónica y afines como mobiliarios, accesorios, revestimientos pétreos y minerales, granitos y aberturas, me proporciona una gran diversidad de valores que señalan al ser humano a lo largo de la historia. Y con respecto al cemento, resulta siendo el aglutinante de todo ya que por descarte es la base de todo lo que refiere a la arquitectura y propone un juego, una dicotomía entre la construcción cuando une y la destrucción cuando se fragmenta. Y especialmente esta última idea es la que más me interesa, ya que promueve el drama y marca un quiebre en esa historia.
MCB: “La Casa Muerta” (2015) en el Centro Cultural Recoleta, fue tu primera experiencia en una muestra individual. Los objetos son en este caso los protagonistas de un escenario devastador que impacta muy fuerte en las emociones del espectador. Contanos sobre esta propuesta.
EV: Fue una gran exposición, no solo por el icónico Recoleta, sino también por su carácter retrospectivo ya que me posibilitó unir gran parte de mi trabajo de esos últimos cinco años y reafirmarme en mi investigación artística. Poder ver el hilo conductor en el cual trabajaba hace años. La mayoría de las obras surgieron en base a objetos encontrados y mi interés en la espiritualidad y el relato mudo que portaban. Busqué construir ensambles entre muebles, aberturas, revestimientos arquitectónicos y accesorios como tapas de electricidad, alturas numéricas, rejillas, canillas y hasta una bovedilla para virgen. Estos ensambles relatan una sensación sobre lo que pudo haber sido, condensando la idea de una casa muerta, un espacio obturado y sellado, un no adentro, una muerte de la funcionalidad de sus objetos, pero a la vez un revivir de esa memoria, trayéndola al presente. En esta experiencia me encontré con devoluciones fantásticas del público, sobre recuerdos que fueron, pero también que no fueron pero aun así se asimilaban como memoria natural, porque apelaban a la casa, la morada, el hogar, un punto de resguardo, de familia, de historia, de recuerdos. La gente se encontraba con el barrio de la infancia, patios de abuela y casas de tías, pero estas eran sepulcros de esas historias y veneraban esa memoria.
MCB: Pasemos ahora a tu primera muestra internacional individual en 2017: “De los destierros,” en el Espacio de Arte Contemporáneo en Montevideo, Uruguay. ¿Cuál fue la propuesta en este caso y en qué se modificó tu obra en esos dos años entre una experiencia y la otra?
EV: Para esta propuesta hubo dos situaciones que me llevaron a cambiar el formato. Primero fue la problemática de no poder utilizar el ready made como base para el relato que estaba proponiendo. Por lo cual necesitaba construir enteras las piezas y cargarlas de simbología desde la forma, lo estético y las intervenciones; solucionar la situación de una exposición escultórica fuera de mi país con las complicaciones que implica en pesos y traslados. Debía producir la obra en el lugar con una técnica que no dependa de rigurosidades y me permita trabajar rápidamente, en lo que respecta a los tiempos de la escultura, ya que las piezas las iba a romper e intervenir y al final de la exposición serían descartadas. Lo cual fue un gran evento en mí como escultor, permitirme pensar y producir un cuerpo de obra descartable y efímera. Segundo, tenía la necesidad de politizar más explícitamente mi obra. Y haciendo hincapié en la banalidad de las imágenes y las noticias que nos llegan desde distintos puntos del mundo mediante los medios de comunicación. Me fue esencial la idea de develar la tragedia de la guerra que aunque no deja de sernos ajena, causa dolor saber lo que sucede con la colonización y el imperialismo. Sus tácticas bélicas y económicas devastan ciudades, someten y destierran pueblos buscando borrarlos de la historia para generar una nueva. La propuesta fue construir un memorial de 23 piezas de cemento encofrado y hierro de construcción que construyan desde su morfología, metáforas de edificios derrumbados e incendiados, estructuras tiritantes, personajes vendados, fracturados. Mostrando en una vista general de la instalación, una mirada aérea de una ciudad bombardeada y en lo individual de cada pieza el drama y el dolor de quienes viven esta situación.
MCB: “Falta Compartida” (2019) en la Galería Rolf, te permitió mostrar tu trabajo en el contexto de una muestra colectiva en un espacio especializado en fotografía. Lo interesante es cómo tú obra, al hacer hincapié en la imagen ante todo, puede adaptarse a distintas propuestas estéticas y conceptuales, fuera de los “formatos convencionales” de representación y presentación de la obra.
EV: Esta invitación fue muy interesante porque puso en diálogo mi trabajo no solo en un espacio distinto sino también a mi como artista con intereses escultóricos y espaciales, junto a fotógrafos profesionales. Llego a la utilización de la imagen fotográfica como ready made, después de muchos años de técnicas manuales que terminaban con una factura artesanal y eso no me contentaba. Utilizando archivo histórico y Foto Periodístico Web encontré en la transferencia de imágenes no solo la posibilidad de incorporar la imagen sobre un soporte objetual con la simbología del nombre de la técnica apoyando la idea de la transferencia de la memoria. Nuevamente la banalización de la información en Internet vuelve a tomar protagonismo en varios aspectos, ya que los medios informativos ahogan y hacen invisible la imagen y el acceso libre a la información en Internet se vuelve un infinito que se delimita a la búsqueda personal de cada navegante.
MCB: Tu trabajo recibió varios e importantes premios últimamente: el Premio de Artes Visuales de UADE y seleccionado en el Salón Nacional, ambos en 2019. Me parece una excelente excusa para que nos cuentes sobre las series premiadas ya que son propuestas distintas pero con un espíritu y búsqueda afín que se sostiene coherentemente a lo largo de los años.
EV: Las obras que presenté a estos concursos pertenecen a este último procedimiento que estoy abordando, y aunque la técnica es la misma, este método me habilita una diversidad de temáticas que me interesan abordar. En el caso de UADE, “La dicha, la relocalización, y la demolición,” propuse un tríptico de piezas de cemento y malla metálica de construcción sobre el cual transferí tres imágenes del Albergue Warnes, el cual fue proyectado como un gran hospital de niños que terminó sin culminar en su construcción; fue habitado por muchísimas familias en situación de emergencia habitacional durante más de 30 años, y en el año 1991 fue desalojado y posteriormente demolido en un fantástico show al cual asistieron alrededor de 30.000 personas. Estos hechos pertenecen a la historia local, son parte de una memoria urbana que se comienza a fragmentar con el progreso urbanístico y el paso de las generaciones. En la obra concursante en el Salón Nacional, quise abordar la memoria desde una angustia actual, que son las masas migratorias, escapando de la pobreza o la guerra y la invisibilidad de esta tragedia en los medios de comunicación. Utilizando esta técnica clásica, apelo a estas imágenes viralizadas y compartidas en diversos sitios web y redes sociales, para delatar el dolor humano, que aunque la noticia ya no se comparte, la tragedia sigue sucediendo hoy tanto en América como en Europa y África.
MCB: ¿Cuáles son los planes de Ezequiel Verona?
EV: Planes por el momento no tengo, pero sí deseos. Mi intención es seguir modulando lo discursivo y explorando esta unión entre la imagen, el objeto y la instalación, sin perder mi raíz plenamente escultórica. Me interesa seguir ahondando, investigando y desarrollando otras series con este procedimiento, ya que creo que es muy interesante desde dos aspectos en lo discursivo, el lado de la mediatización y viralización de imágenes en las redes sociales y la web, las cuales se realizan como resistencia a la censura o el olvido, como también lo que sucede con toda aquella información o historia que se pierde e ignora y está disponible en la Internet. Esta situación me atrae, ya que durante la larga Edad Media, la información estaba prohibida y era ocultada, pero en esta época la información está disponible en Internet. Pero no hay conocimiento, solo hay datos, que necesitan que quien los lea se encuentre en un estado de aprender, ya que eso es lo que genera el conocimiento. Este procedimiento me abrió la puerta y destapó en mi la necesidad de expresión sobre mis sensibilidades acerca de los hechos que suceden no solo localmente sino también en el resto del mundo, ya que con la globalización nos asedian y conmueven constantemente imágenes e informaciones de todo el mundo. Y como te dije en algún párrafo anterior, creo que esa es mi función social como artista, la de generar memoria y delatar el contexto mediante hechos de comunicación visual abordados desde la metáfora en el arte.