La escultora Laura Nucenovich cuenta con una amplia trayectoria dentro del panorama de las plásticas argentinas desde hace varias décadas. Un trabajo que se destaca por ser introspectivo y silencioso, donde la reflexión y las preguntas son las que comandan el hacer práctico. Con muestras en destacados museos, galerías e instituciones y varios premios en su haber—entre los que se destacan haber sido seleccionada en el Salón de Artes Plásticas Manuel Belgrano 2011, disciplina escultura; Salón Nacional de Artes Visuales 2011; Mención en la disciplina escultura, Salón Nacional de Artes Visuales 2010—actualmente se desempeña como docente en su propio taller. Formada en el campo de la escultura junto a Silvia Bercoff, Carlos Herzberg, discípula de Ernesto Levin—cuya escuela ella continúa—y la teórica Dra. Marta Zátonyi, su obra responde a los estímulos de la cotidianeidad, principal fuente de incógnitas que motivan cierto intento de búsqueda de respuestas en forma 3D y no con palabras.
María Carolina Baulo: Decir sin palabras, apoyarse en las imágenes como fundamento del discurso es quizás una característica propia del arte que en tu trabajo resulta central. Y ese silencio se asocia también con el concepto de vacío el cual aparece citado en varios textos críticos sobre tu obra en general. Me gustaría empezar con este tema.
Laura Nucenovich: Experimento en el hacer escultórico una práctica que a lo largo de mi carrera me permitió tener voz propia. Considero al vacío en mi obra, como ese espacio que busco sujetar, delimitar, sostener…algo así como atrapar el silencio y contener el aliento. Ese espacio que se abre queda muchas veces evidenciado en las sombras que proyectan las piezas; presiento en ellas una ausencia, una construcción sutil y simbólica de lo perdido e inasible.
MCB: Hierro oxidado y pulido, resina y volúmenes geométricos conforman algunas de tus elecciones materiales y formales. Contamos sobre estas combinaciones y su relación con el tema del “tiempo.”
LN: Desde hace algunos años vengo investigando la poética de los materiales que abordo. En mis últimas obras hago uso del hierro en sus variaciones temporales: estable/oxidado y sus variaciones formales: corporeidad sólida/laminar/lineal. Éstas combinatorias me habilitan a transitar el territorio de lo indomable, y en especial en las oxidaciones creo que es donde se terminan las certezas. Trabajé durante mucho tiempo modelando y realizando las obras en resina acrílica. A partir de la serie “Sobrenudos,” comencé a utilizar el hierro oxidado para indagar la progresión natural del tiempo en la materia, su decadencia y ese brillo que se apaga. Esto me significó comprender lo efímero de la belleza y una forma de trabajo que dialoga con nuestra propia intemperie.
MCB: El rol del espacio, más allá de lo obvio que implica contener la obra, también se destaca en tu trabajo. Seguramente aquí se asocia con lo ya mencionado sobre el vacío…
LN: Entiendo mis imágenes desde la presencia/cuerpo y desde lo que a partir de la materia se silencia. El espacio hace a la poética, no sólo lo relaciono con la intimidad y las distancias, sino también con las proyecciones de sus sombras. Como bien comentas, ese vacío me permite tallar la luz en las sombras proyectadas, jugar con las sutilezas elaborando un recorrido más enigmático.
MCB: Otro pilar es la figura humana. La Dra. Marta Zátonyi, tomando la serie “Nudos,” deja claro que esas figuras hablan de “este profundo drama del hombre y sobre su relación con el Otro.” Esa afirmación tan metafórica no deja por ello de remitir a la esencia de la condición humana.
LN: Tomo la figura como metáfora de humanidad, un ser que es todos los seres. De la condición humana en particular me convoca la tensión en las relaciones: ese deseo de querer y no poder, ese obstáculo que nos impide hacer germinar los encuentros. Me interesa investigar la otredad como ese campo de deseo con sabor a batalla perdida.
MCB: En 2005 participaste de una experiencia convocada por la Institución O.H.A Macabi junto a la artista plástica Ariela Naftal, donde realizaron Plaza de los Macabeos. ¿En qué consistió esta obra site specific y cómo te sentiste trabajando en equipo?
LN: Tenía la convicción de que únicamente se crea en soledad, así que realizar ese trabajo en conjunto se presentó como un gran desafío y resultó ser una verdadera fiesta. Fue pensado y construido en pocos meses, trabajamos muchas horas diarias, no recuerdo haber hecho otro trabajo con tanto entusiasmo. Cada una de nosotras dejó su marca y lo mejor de sí. Trabajar en equipo siempre es gratificante, como me ha pasado hace poco tiempo con el grupo Máquina de Regar, un proyecto de Lucia Kuschnir, en la muestra “El/Lo Otro.” Es sumar saberes, creatividad y distintas formas de pensar amalgamadas con mucha generosidad. Surge una red de colaboración y la experiencia es transformadora.
MCB: ¿Porqué elegís lo tridimensional para expresarte? Me gustaría que tomaras algunas obras o una serie para contarnos sobre el proceso de trabajo.
LN: Siempre me interesó el lenguaje escultórico, priorizar el espacio, el movimiento, y el equilibrio al momento de componer una obra es mi manera de decir. El trabajo comienza cuando las preguntas aparecen y es en el encuentro con el material donde surge un intento de respuesta. De la percepción de la realidad externa surge la duda, la comprendo desde mi subjetividad y desde mi mundo interior. Generalmente comienzo realizando un boceto, dibujando o construyendo con cartón en pequeña escala la idea inicial. Luego selecciono la técnica más afín a la propuesta (modelado en arcilla, soldadura de metales, oxidados, etc.). Estos procesos además de los conocimientos de oficio, requieren una importante cuota de sensibilidad y paciencia. Trabajé dos años en la serie “Del Azar y El Destino,” pensando la obra en diálogo con el entorno natural. Entonces surgió la posibilidad de realizar una muestra en el jardín de esculturas del Museo Sivori. Intervine ese hermoso espacio distribuyendo las obras a modo de recorrido haciendo que el espectador se viera involucrado e imbuido en la obra activándola con su presencia.
MCB: Finalizando ya el 2019, ¿cuáles son los planes para el nuevo año?
LN: Mi taller es mi lugar en el mundo, el 2020 me encontrará allí trabajando en la nueva serie, inspirándome en la naturaleza, buscando la belleza en la imperfección. Siempre enfocándome en descubrir nuevas facetas de mí hacer escultórico que me ayudan a “esculpirme” como persona. Lo inesperado nos aguarda, por muy atentos que estemos, no podemos adivinar qué sucederá en el siguiente momento, el tiempo aún está por hacer. El arte es mi mejor camino para transitar la incertidumbre.