Ensayo general, 2017. Pigmento dorado y cerámica sobre muro, vista de instalación. Foto: Gustavo Lowry

El jardín de las delicias: Una Conversación con Carolina Antoniadis

La artista plástica rosarina Carolina Antoniadis produce una obra de un impacto visual destacado. Los variados soportes que utiliza para construir espacios lúdicos, ensoñadores, saturados de información cual estética barroca, siempre llevan detrás un eje conceptual vinculado a imágenes de su infancia y su legado familiar como discurso de género. Un universo plagado de personajes anónimos, recurrentes, tan resonantes y reconocibles como fantasiosos e irreales. Con una fuerte impronta del diseño y los patrones geométricos como motor formal de la producción, la imaginería de la historia del arte, los manuales de decoración, entre otros, Antoniadis desafía los límites entre las materialidades, formatos y estilos y establece un diálogo entre el mundo del arte y el del diseño, creando un espectro compositivo de una riqueza ornamental impactante. Sus obras toman el espacio, se vinculan con el espectador integrándolo a un discurso que lo atrapa sensorialmente estimulando su percepción. Recibida de la escuela de Bellas Artes Prilidiano Pueyrredón, donde además ejerció como profesora así como en la Universidad de Buenos Aires en indumentaria y textil, Antoniadis fue galardonada con el Premio a la trayectoria Fundación M. Calderón de la Barca (2018), Gran premio de Pintura del Salón Nacional y Primer Premio de Dibujo del Salón Nacional (2016), entre muchos. Sus obras integran las colecciones de los museos y fundaciones más prestigiosas de la Argentina así como colecciones privadas internacionales.

Jugendstill, 2011. Ceramica y pintura mural, vista de instalación. Foto: Gustavo Lowry

María Carolina Baulo: Lo barroco, lo ornamental, el dorado, el horror vacui, lo escenográfico, lo oriental, el cuidado exquisito de la estética, son todas características fundamentales de tu obra en general. ¿Cómo se articulan estas elecciones para materializar tus ideas?
Carolina Antoniadis: Me crié en un contexto muy artístico—el diseño, el arte, la moda, eran algo cotidiano para mi familia; creo que eso influyo directamente en la construcción de mi mirada sobre el mundo. Mi abuelo era un pintor paisajista, mi padre sacaba fotos, mi madre dibujaba figurines de moda, pintaba muy bien y también sacaba fotos, mi tía fue una gran influencia para mí, vivió en Filipinas en Tailandia en los años 60 y nos enviaba fotos y regalos de oriente que yo adoraba, mi admiración por lo oriental tiene que ver con eso. Desde muy chica, cambiaba los muebles de lugar buscando la mejor manera de armar un espacio, todo en mi casa estaba sumamente cuidado estéticamente: paredes empapeladas, jarrones de colores. Cuando observo a las personas o los espacios, pienso cómo podría transformarlos y llegar al punto más alto de su belleza, me gusta la idea de jugar con los límites entre diseño y arte, me gustan los libros de ornamentación, de diseño de interiores, las revistas vintage, los libros de cuentos antiguos, los mercados de pulgas, los objetos kitsch; todas esas cosas son mis fuentes de recursos que luego se articulan en la obra.

MCB: ¿Cómo eliges los materiales y cómo pasas del soporte bidimensional a tomar el espacio? Porque tú obra no solamente consta de pinturas, papeles, grabados, serigrafías de variados formatos sino que también se destacan los textiles, cerámicas, porcelanas que forman objetos y esculturas y construyen en su interacción, grandes instalaciones. Se me ocurre un ejemplo ideal: la muestra “Ocaso” en la Fundación OSDE en Buenos Aires (2015) y quizás un antecedente sea “Jugendstill” en la galería Del Infinito (2011). Como si fuera poco, la muestra en OSDE sumó la variante de desarrollarse en la vidriera de la Fundación, habilitando una relación con el público muy particular.
CA: Siempre me gustó investigar en distintos soportes y técnicas. A los 16 años aprendí a pintar sobre porcelana, algo que todavía practico, aprendí también serigrafía, realicé vestuarios para obras de danza y de teatro, me interesa utilizar oficios para desplegarlos en el espacio y articularlos entre sí, en instalaciones pictóricas y murales que abarquen el espacio, me gusta que convivan la cerámica con los textiles con los papeles con las pinturas. Trabajé muchos años como adjunta en una cátedra de indumentaria y textil en la UBA, allí tomé contacto con el diseño y aprendí mucho de todo ese material que tenía disponible y así fui dialogando, entre esos dos mundos que en el pasado estuvieron muy separados, me refiero a las artes decorativas y el arte. Me gusta articular la pintura más intimista con la idea del mural más expansivo y descontextualizar los objetos. La muestra llamada “Jugenstil”—estilo joven en alemán—hace referencia al Art Deco, en ella homenajié a ese movimiento que siempre me interesó y abarcaba un espacio con murales en la pared, cerámicas, fotografías de miniespacios donde la decoración dialogaba con pequeñas obras de mi autoría; fue un antecedente para desplegar varias disciplinas en el mismo espacio. En el caso de la vidriera de Osde trabajé con piezas muy escogidas de porcelana rota, para poner en evidencia la fragilidad que tienen los objetos. Entonces de un lado de la vidriera el espectador observaba una escena armada en su esplendor y del otro extremo espiaba los objetos desechos, la decadencia.

Ocaso, 2015. Ceramica y porcelana, dimensiones variables. Foto: Gustavo Lowry

MCB: Con “El beso dorado del bosque” en la galería Calvaresi de Buenos Aires (2018), volvemos a un espacio interior. Sin embargo no es una galería tradicional sino que además contiene una suerte de anticuario haciendo que convivan las muestras de arte contemporáneo con obras, objetos, muebles de antaño. ¿Cómo se adapta tu obra a estas diferentes propuestas?
CA: Cuando me invitaron a hacer la muestra en la galería Calvaresi de arte contemporáneo—la cual además cuenta con otro espacio de antigüedades—inmediatamente pensé en utilizar algunos exquisitos elementos como arañas de caireles de cristal para hacer una gran escultura luminosa; fue una gran oportunidad poder usar ese material y traducir elementos decorativos en una pieza escultórica. Además pendían de las arañas, lágrimas de vidrio negro que intentaban sumarle una idea de sufrimiento a esa escultura exultante. El estilo Imperio de las arañas, era una especie de metáfora sobre el  poder. La muestra intentaba recrear un salón Art Nouveau, con una poética inspirada en un poema de Arthur Rimbaud, “El beso dorado del bosque,” intenté captar ese espíritu en las pinturas y dibujos, como en la serie “Chinoiserie” donde cuatro dibujos dorados representan la mirada de occidente sobre oriente.

Urbanidades, 2008. Pintura sintética al agua sobre pared, medidas variables. Foto: Gustavo Lowry

MCB: La muestra “Urbanidades” en el Centro Cultural Borges, Buenos Aires (2008) permite registrar desde épocas tempranas tus intervenciones en los murales. Esto también aparece en el corazón urbano de la ciudad, cuando con tu obra “decoras” toda la Estación Echeverría de subterráneo de Buenos Aires (2012), así como “Molas Contenedoras” (2013), Mural Mirador del Canal de Panamá para la Bienal de Panamá. Contanos sobre estas experiencias en distintos espacios públicos y al mismo tiempo, soporte de obras de arte como espacios alternativos al circuito de las galerías o museos.
CA: Me gusta mucho salirme de la pintura de caballete y abarcar el espacio, son instalaciones pictóricas para mí. La mayor satisfacción fue cuando me convocaron para reproducir mis obras en la estación de Subte Esteban Echeverría; elegimos pinturas con escenas familiares que eran afines a la gente que se moviliza diariamente en ese medio, ademas hice pintar las escaleras con un juego de colores que completaba el espacio. En el caso de “Urbanidades” era representar situaciones cotidianas de personas que viven en una ciudad, articuladas con señales de estacionamiento, alambres de púas, etcetera que eran señales de peligro también. Me interesa también pintar en lugares públicos por la interacción que se establece con la gente. Cuando pinté el mural en el mirador del canal de Panáma,  fue muy interesante convivir con el público que visitaba el canal e incluso me ayudaban a pintar; fue una hermosa experiencia compartida. Además tuvo una gran difusión porque la utilizaban de fondo para las miles de fotografias que se sacaban en el lugar. La intervención de la plaza Vicente Querido, el hecho de rediseñar el espacio con murales y resignificar los elementos existentes, hizo que la gente volviera a ocupar y usar la plaza, cosa que antes no sucedía porque estaba casi abandonada.

MCB: Contanos sobre tu última muestra “La Estampa en el campo expandido” en el Museo del Grabado en Buenos Aires (2019). Es este otro ejemplo de una marcada interacción entre soportes.
CA: Eneste caso volví a trabajar con la relación entre arte y diseño. Fui convocada por el museo para desarrollar una obra que se relacionara con el grabado, por eso utilice el método de la serigrafía. Para mí, fue retomar una técnica que había aprendido en los años 90, pero desde otro lugar, trabajé sobre empapelados, textiles, cerámica, todos los usos posibles que tiene la serigrafía sobre diferentes soportes, el título hacía alusión a esa idea de expandirse, salirse del límite del papel, fue una gran oportunidad de poder unir nuevamente varias disciplinas en un mismo espacio.

Panorama, 2016. Pintura sintética al agua, tinta y cerámica sobre pared, pintura-mural en el marco de la muestra “Arte Argentino Hoy” en el Centro Cultural Borges, Buenos Aires , dibujos de la colección “Esteban E. Tedesco.” Foto: Gustavo Lowry

MCB: ¿Qué se viene para el futuro?
CA: En este momento que fuimos sorprendidos por la pandemia, estamos todos expectantes de cómo cambiará el modo de relacionarnos con el arte, particularmente se suspendieron proyectos muy lindos que tenía, como una muestra donde retomo específicamente la relación entre diseño y arte, que quedo sin fecha fija, y la participación de una muestra histórica sobre el grupo de la X del que fui parte en los años 80, que quedó postergada. Una gran incertidumbre nos atraviesa, pero yo sigo pintando como siempre, porque que es mi gran motor en esta vida.