Florencia Almirón, joven artista visual nacida en Buenos Aires, desarrolla sus actividades entre Europa y Argentina, contando con una amplia trayectoria expositiva en galerías, ferias, bienales y museos de Alemania, Holanda, Islandia, Grecia, Inglaterra, Argentina, entre otros. Con el cuerpo como lugar desde donde percibir el entorno, la artista piensa, comprende y analiza los espacios físicos e imaginarios coexistentes. Es a partir de ese cuerpo que se desprenden temas tales como la dominación que ejerce el hombre sobre la naturaleza, los pueblos originarios, la mujer, así como el poder de la mirada que construye sentido. Una artista cuya producción abarca instalaciones, esculturas, objetos, videos y fotografías, contando con un MFA en el Dutch Art Institute en Arnhem, Países Bajos, y una licenciatura en la Universidad Nacional del Arte en Buenos Aires. Asimismo, Almirón participa del Programa de Artistas en la Universidad Torcuato Di Tella y recibe la Beca Navarro Council for the Arts, la UNESCO Aschberg Bursary for the Arts, el Fondo Nacional de las Artes, una Mención en el Premio Fundación Andreani, entre otros premios y distinciones internacionales.
María Carolina Baulo: Es a partir del cuerpo que accedes a los espacios que se conforman en torno él. Según tus propias palabras, te gusta pensar que haces “esculturas, fotografías o videos que exploran las formas en que el poder social, político e interpersonal interactúan con el cuerpo humano.” Contanos sobre este puntapié conceptual que rige tu obra.
Florencia Almirón: El cuerpo es la materia prima desde donde analizo los otros espacios físicos reales, ficcionales o del inconsciente. Siempre me atrajo la idea del espacio dentro de otro espacio y así sucesivamente. Todos ellos reúnen un mismo sentido que es el de la fisicalidad y dan información sobre la experiencia física en el mundo. Esta experiencia interactúa con el contexto inevitablemente y es mediante ese primer impacto creo donde empieza mi trabajo. Los vínculos implican siempre un posicionamiento, y el posicionarse implica voluntad, observación, aceptación o resistencia. La existencia de algo “otro” que ocupa un lugar físico y social frente a mí y frente a los otros establece jerarquías, roles y sistemas de habitar/se. Pienso que mi trabajo nace de esa necesidad de vincularse y de re-accionar a lo “otro” desde el cuerpo, como una válvula que regula un impacto, que desde una mirada filosófica y espiritual, es uno de los primeros espacios que habitamos.
MCB: Entiendo que la elección de los materiales no es solamente acorde a cuestiones plásticas sino que atienden a ideas y emociones que tienes en cuenta para utilizarlos. ¿Cómo se articulan estas relaciones en tu obra?
FA: La relación particular con cada uno de los materiales que elijo es fundamental para entender manifestaciones de poder y resistencias. El mundo emocional, el mental, los canales neuronales, los ritmos y secreciones corporales, ciclos de vida y muerte, la psicología del inconsciente, son algunos de los “mecanismos” que uso como análogos al comportamiento o reacción de los materiales. Por lo general busco vulnerar el procedimiento o tratamiento tradicional del material para encontrar nuevos “efectos” como forma de apropiación, cuestionando así la relación entre explotación del recurso, productividad, consumo y resultado. El taller muchas veces se convierte en un laboratorio de experimentos o una fábrica, donde la vulnerabilidad del material es la obra misma y yo más bien soy una “operaria.” Las alteraciones, intervenciones y el diseño de mis trabajos en relación al material que uso buscan generar formas híbridas, ya sea la humanización de objetos, la muerte material de un cuerpo, la metamorfosis mecanizada de un organismo, la multiplicación como apareamiento, entre otros. Son híbridos entre lo natural, lo industrial y lo futurista. Me interesa el concepto de trabajo humano en contraposición con la producción masiva e industrial. Su interrelación remite al principio de la revolución industrial y al origen de la relación entre los recursos naturales, el hábitat y el cuerpo. La revalorización del trabajo físico-corporal-artesanal y el tiempo que conllevan este tipo de prácticas es un eje en mi trabajo. Aparece un cuerpo explotado, mecanizado, que actúa en base a repeticiones y en loop; un cuerpo máquina, que termina convirtiéndose a su vez, dentro del aparato capitalista, en un bien de consumo.
MCB: Anteriormente nos hablaste de un espacio concebido a partir de la presencia del cuerpo. Pienso entonces en el espacio expositivo y en el espectador y quisiera saber cómo los incorporas a ambos en tu obra.
FA: El espacio expositivo funciona siempre como una matríz que provee información física, conceptual y posibilidades de acción. La identidad, uso, estética, disposición, contexto, idea y proyección del espacio, por nombrar sólo algunas características, es parte de la obra siempre. El espectador aparece en una segunda instancia en mi proceso de trabajo, y por lo general, son preguntas que me hago una vez la obra esta avanzada. La presencia de un espectador me interesa para pensarla como trama socio-emocional. Es algo abstracto y que tal vez solo existe en mi cabeza pero me gusta imaginarme al espectador como un espejo psicológico de los demás espectadores. Hay algo refractario en esta idea que me atrae mucho como instancia de construcción de sentido a modo expansivo.
MCB: En 2021 haces “Reino Pretérito,” tu primera muestra individual en la Galería Gachi Prieto en Buenos Aires. Allí expones otro tema interesante: la relación del hombre blanco con la naturaleza y con los pueblos originarios. ¿Qué lenguajes plásticos eliges para expresar esta relación y cómo se despliega la obra en sala?
FA: El mundo natural entendido como una realidad externa al ser humano es una de las primeras formas colonialistas de explotación sobre la naturaleza, que luego fue sistematizado por el capitalismo dentro de su lógica de dominio. En América, los pueblos indígenas fueron encasillados junto a la naturaleza, habilitando de esta manera su explotación y exterminio. En “Reino Pretérito” decidí trabajar con esta relación y cómo se vio afectada y actualizada a lo largo de los años. Trabajé con cerámica, que es una técnica ancestral donde el recurso material es la tierra misma. Repetí artesanalmente el proceso de modelado de 250 piezas, bajo la idea de un cuerpo máquina, armando una trama o una capa que recubre el retrato de una mujer. Este trabajo se llama La Lengua Encantada del Linaje y presenta un collage de imágenes que muestran procesos de metamorfosis natural y artificial, la imagen de una mujer enterrada, el impacto humano sobre la naturaleza, y la extrañeza de esta relación si pensamos en el paso del tiempo y el cambio abrupto del planeta en terminos ambientales. Es una obra que reúne casi todos los ejes troncales de la muestra y conforma una suerte de paisaje desde donde ver el resto de los trabajos. La fotografía intervenida con objetos de cerámica tiene mucho potencial para mí, por un lado se cruzan la bidimensión con la tridimensión y esto impacta en la percepción corporal; por otro, se abre la posibilidad de indagar sobre la relación entre la representación, el material y el significado, que es basicamente la problemática que existe en toda imagen. La obra se vuelve lenguaje y sistema de decodificación desde donde entender la misma imagen, por eso la palabra “Linaje” en el título no solo se refiere a la cadena de descendencia evolutiva sino también a un juego de palabras entre “Lenguaje” y “Linaje.” Me gusta pensar que este tipo de obras dentro de mi proceso de trabajo, interpelan algo ya existente, abren un problema y no buscan solucionarlo porque la solución es igual a otro problema.
MCB: Otros temas claves en tu obra son el rol de la mujer y la mirada como herramienta formadora de sentido y condicionante de las percepciones y cuya gestación es, indiscutiblemente, cultural. Amplianos estos conceptos aplicados a tus trabajos.
FA: El rol de la mujer ha cambiado positivamente en los últimos tiempos a escala global, y la lucha y visibilidad de las mujeres y el movimiento LGTBQ+ junto con el rol del Estado como estimulador y gestor de políticas públicas para equipar los derechos en cuestiones de género en la sociedad es fundamental. Sin embargo, aun hay culturas donde por ejemplo la mujer no cuenta con derechos básicos y donde hay mucho por hacer aún. Este tema está presente en mi trabajo, sobretodo el rol de la mujer en la sociedad y en el espacio doméstico, como una manera de entender la acción colectiva y la posibilidad de superar los límites de la propia identidad. En mi última muestra trabajé con la idea de una mujer atemporal, andrógina, avatárica, una figura que observa. Los modos de ver afectan nuestra interpretación porque solo “vemos lo que sabemos.” Es interesante entonces porque esto implica algo que está oculto a nosotros inevitablemente. El tener que “ver para creer” por ejemplo, nos ha disminuido el acceso a un conocimiento oculto y sensible, clave para nuestra evolución. En mi trabajo, la “mirada” funciona como un límite o un portal. No solo la mirada dirigida hacia afuera, sino también la mirada hacia adentro, la mirada “espejo,” la mirada obturada, entre otras. El tema de “la mirada” es también una pregunta técnica ó filosófica: qué es una imagen o la fotografía, representa la realidad o es simulación? Trabajar con fotografía en conjunto con objetos, por ejemplo, me permite indagar con mi trabajo esta incógnita, no para resolverla sino simplemente habitarla.
MCB: También en 2021 trabajaste en un proyecto en el espacio público en Puertos, Escobar, Buenos Aires. ¿En qué consistió tu participación?
FA: El proyecto para Puertos es mi primer trabajo en el espacio público y está aún en su fase inicial, no comenzó su materialización, pero consiste en un gran fósil de concreto que irá enraizado en la tierra sostenido auxiliarmente por una forma de fémur humano. Es una obra que reflexiona sobre la trascendencia y la monumentalidad, destacando la vulnerabilidad de la forma humana.
MCB: El 2022 te recibe con un proyecto en el Santa Fe Art Institute (SFAI) en Nueva México, USA, como artista invitada. ¿En qué consiste la muestra y con qué obras participas?
FA: Mi participación en SFAI no es precisamente para una muestra, sino que es una residencia que haré a fines del año próximo. La frontera, el desierto, el cruce socio-cultural en Nueva México, la convivencia y el mestizaje son parte de mi participación y de las cosas que quiero observar. Aun no sé que materialidad surgirá del encuentro con ese contexto.