El escultor cordobés Manuel De Francesco, docente en la Universidad Nacional de Artes (UNA) en la ciudad de Buenos Aires donde vive desde hace años, desarrolla un tipo de obra que atrapa la mirada del espectador apelando indefectiblemente a la ternura y la empatía emocional. Sus esculturas respetan, desde hace más de 20 años, una figuración levemente alterada, la cual se repite sistemáticamente y donde la economía de recursos, la monocromía, la figuración de rostros indefinidos cuasi abstractos y las medidas variables que van desde la miniatura a las instalaciones de sitio específico de magnitudes monumentales, son constantes aliados de sus trabajos. Obras que más que integrar series responden a una búsqueda que atraviesa los intereses del artista más allá de los cambios visibles desde las presentaciones, los soportes, los materiales, el montaje de las obras en diálogo entre las esculturas de bulto y las piezas de pared; una búsqueda que se sintetiza en el estudio de las emociones primarias de la infancia y su devenir en la transformación de los niños en adultos. Sus carismáticos y nada inocentes “hombrecitos” se reparten por varias partes del mundo dado que Manuel De Francesco expone regularmente desde el año 2005 no solo en Argentina sino en Europa, especialmente en España, Portugal y Suiza.
María Carolina Baulo: Comencemos por hablar del concepto y la simbología presente en tu obra. Porque si algo llama la atención es la aparente simpleza de las figuras, transmisoras de ternura, delicadeza, de una estructura formal en su presentación que nos habla de personajes que parecieran decirlo todo con su sola presencia estética. Sin embargo entiendo que detrás hay una búsqueda persistente en toda tu obra desde hace décadas.
Manuel De Francesco: El eje sobre el cual trabajo, salvo pocas excepciones en donde decido dar un golpe momentáneo de timón, se centra en una idea a la cual recurro desde hace más de 20 años: el Proyecto Hombres Niños. Si bien este concepto a veces es suspendido para investigar algunas ideas que se alejan aparentemente de este rumbo, la recurrencia de mis imágenes más frecuentes, me obligó a plantearme preguntas referidas a la razón por la cual reaparecen, una y otra vez a lo largo de mis años de trabajo, estas figuras casi infantiles que evocan por lo general una manifiesta ingenuidad o cierto espíritu lúdico, están apoyadas en lo que yo percibo un silencio impenetrable, una expresividad (casi) exclusivamente corporal que deja los pocos rasgos faciales sintetizados en segundo plano. La respuesta concreta no me ha llegado todavía con claridad, pero entiendo que una de mis obsesiones o intereses con respecto al decir de mi obra, se relaciona con esa gran pureza con la que nacemos y vivimos los primeros años, aquella que nos es natural en la infancia y la cual gradualmente se va contaminando para luego diluirse imperceptiblemente con la cercanía de la adolescencia y adultez. Me interesa sostener o reflotar esa ingenuidad a través de mi obra, pero desde la mirada adulta; allí se fundamenta el eje de mi trabajo en los últimos años. Denomine Proyecto Hombres Niños a este grupo de diferentes series de esculturas que vengo produciendo y trabajando a lo largo de los últimos años. La figura recurrente del globo, como representación del juego, lo efímero y lo frágil de la niñez en manos adultas, la ingenuidad no exenta de humor o ironía. Desde lo plástico, la síntesis en el volumen y la intención clara en las posturas son los rasgos que me interesan enfatizar.
MCB: ¿Cómo eliges los materiales y la paleta—sintetizada casi al extremo de lo monocromático—para dar cuenta de tus objetivos conceptuales? En dos décadas de trabajo has logrado abordar distintas materialidades que también cambian acorde a los tamaños de las obras. ¿Podrías poner algunos ejemplos y contarnos sobre estas relaciones y cambios?
MDF: En el momento de iniciar una obra, no tengo definida la textura final, ni el color, aunque sí los materiales. Trabajo cómodamente con el hormigón. Me interesa especialmente su aspecto crudo, aunque mi obra lejos está de cierto brutalismo. Asimismo, la resina acrílica es un descubrimiento bastante reciente y la utilizo con mucha frecuencia. Me ha servido como base de experimentación respecto a texturas. Admite combinaciones con otros materiales y su manejo es muy amable con el medio ambiente, tema que también está presente en mi trabajo. Si bien, no en la temática, sí, en el desarrollo. El tema de las paletas se va definiendo sobre el proceso. Por una cuestión personal recurro a la monocromía o a los neutros, cuando alguna obra presenta color saturado, casi siempre es el resultado de una experimentación y constituye solamente un acento en el cuerpo general de la serie.
MCB: La muestra “11 Preguntas” (2012) en la galería Holz de Buenos Aires, aborda justamente el tema de los interrogantes. Desde ciertos cambios estructurales, formales y conceptuales—acceder a la resina como material más liviano, utilizar más color, agregar construcciones en madera y otros materiales de desecho para completar la obra—tus hombres introspectivos se enfrentan a situaciones de choque, se los pone frente al abismo cuestionando un universo desconocido, testigos de su propio silencio y temperamento aplacado. Contanos sobre este grupo de trabajos.
MDF: La muestra planteaba para mí una ruptura en muchos aspectos. Abordar elementos diferentes que dialoguen con el material base, en este caso la resina y el cemento. Para eso recurrí a madera de descarte y metales, con una intención clara de ruptura de esta supuesta ingenuidad permanente en mi obra. Y en ese sentido, quebré cierta estática característica y cierto silencio del cual hablaba recién. En esta muestra asumí el desafío de exponer ciertos cuestionamientos íntimos sin hacerlos explícitos. Me ocurrió en esta muestra algo insólito. Por primera vez en mi vida, me enfrenté a un obstáculo: la galerista, quien, a dos semanas de la inauguración, planteó su desacuerdo sobre todos los aspectos del trabajo que venía desarrollando durante meses. Paleta, materiales, valores, etc, cada obra a exponer fue cuestionada hostilmente y hasta amenazó con suspender la inauguración. Una pesadilla. Una experiencia humanamente desagradable. Aun así, artísticamente, el resultado sobrepasó mis expectativas en cuanto a aceptación y éxito de ventas. Me siento orgulloso de ella, me lleno de satisfacciones y abrió futuros proyectos.
MCB: Manos (2012) es un interesante ejemplo de una instalación escultórica y sonora de sitio específico pensada para el Pabellón de la Secretaría de Cultura de la Nación en Tecnópolis, Buenos Aires, cuyo objetivo se centraba en transformar en una experiencia sensorial y física el proceso de concentración de los canales de expresión, originado en la última dictadura militar y la tensión democrática por revertir el modelo. ¿Cómo recibiste esta invitación a participar de una acción tan particular y cómo trabajaste tu obra tan distinta a lo habitual?
MDF: Fui invitado por la Secretaría de Cultura de la Nación a través de su curador Juan Chiesa, a darle forma plástica a una idea que por primera vez no surgía de mi imaginario sino de la necesidad curatorial de esta mega exposición. En el Pabellón de Cultura de la Nación en Tecnópolis, el espacio a trabajar que me fue dado, era un túnel absolutamente negro en donde desarrollé plásticamente esta idea, referida a la centralización de los medios durante el proceso militar. La experiencia fue muy positiva en cuanto a desarrollar dimensiones que antes nunca había abordado y también me ayudo a entender cómo se maneja la logística del Estado en estos encargos con sus aspectos positivos, pero también negativos: los tiempos, los plazos, las exigencias son completamente innegociables. El tema de dirigir un equipo grande de montajistas, era también nuevo para mí y un gran aprendizaje.
MCB: Muchas de tus obras se integran en espacios al aire libre: esculturas que emergen de jardines y espacios tanto públicos como privados. Has montado trabajos que has tenido que producir in situ con ayuda de otros colegas o talleres y es notable cómo las esculturas pasan a formar parte del paisaje donde quedan emplazadas. ¿Qué diferencia encuentras entre producir para una muestra, feria o encargos para obra en sala y producir trabajos para sitios específicos, al aire libre o la vía pública y cómo es la experiencia de trabajar con otros artistas o ayudantes cuando las magnitudes de las obras así lo piden?
MDF: Cuando abordo esculturas para espacio público hay dos grandes parámetros o dos grandes grupos: las que puedo manejar por su escala de manera solitaria y las otras, en las cuales debo recurrir a otros talleres. En esta segunda hay aspectos a tener en cuenta, como la negociación, o la dirección a otros artistas o realizadores. Es un gran placer siempre ver mi obra a escalas mayores y el diálogo que se produce con el entorno. Hay algo de surrealista en eso. Ahí se produce un doble juego de proyectar la obra en la soledad de mi taller para un sitio con el cual tiene que dialogar y al cual la obra se debe adaptar y no a la inversa. La obra denominada Te busco, fue una comisión especial de la Municipalidad de la Ciudad de San Nicolás. Debía coronar un paseo recientemente inaugurado de vital importancia para la fisonomía de la ciudad. Esta obra de dimensiones monumentales, tiene una altura de seis metros en total. Fue necesario trabajar con dos talleres en paralelo. Uno en la ciudad de Buenos Aires dirigido por Walter Lamas y un taller local dirigido por Daniel Franco. La obra fue emplazada hace más de dos años sobre este paseo costero y desde ese entonces mira el horizonte sintetizando la apertura que la ciudad tiene hacia el Rio Paraná.
MCB: ¿Cuál es la importancia que le otorgas al espectador en tanto receptor y quien completa el sentido de la obra?
MDF: El espectador es quien completa el sentido de la obra, por eso, su lugar es vital. Una obra cultural o artística permite múltiples significados (polisemia) o tantas lecturas como miradas existan. El hecho que estos significados dependan del espectador, enriquece el canal de comunicación con el artista y eso es bienvenido. Siempre se dice que la obra debe interpelar, debe cuestionar. Aunque, la anécdota íntima o la intención del artista en el sentido más personal, rara vez es decodificado.
MCB: En 2018 hiciste la muestra “Escena” (2018) en la galería Ensemble en Bs As. En esta propuesta sales del espacio de confort donde el tratamiento de los materiales, los formatos, la paleta, el concepto y el montaje plantean un desafío y ponen a prueba tu propia percepción de la obra. Contanos sobre esta experiencia que pone en relación las obras de manera distinta, la aparición de pigmentos nunca antes utilizados y el quiebre de la estructura de pares o parejas, otra constante en tu obra. También es clave el hecho de que el espacio no es el típico de una galería de arte sino una casa de muebles de diseño; esto también modifica la relación de la obra con el entorno y el espectador.
MDF: En el caso de mi última muestra individual, denominada “Escena,” el desafío fue otro. Fue un gran sitio específico: trabajé el corpus de obra en base a las características del espacio. Se trataba, como bien decís, de una casa de diseño. Vale aclarar que una vez al año este espacio hace una muestra individual de artistas invitados. Para lo cual cambia completamente su fisonomía y durante unas semanas se transforma en una gran galería en donde los pocos objetos de diseño que permanecen están al servicio de la obra. Hicimos un trabajo en conjunto con la galería en donde todas las facilidades y todos mis requerimientos fueron resueltos. La materialidad también cambio. Trabajé con elementos y texturas que antes no había abordado por ejemplo el dorado y planteado a la hoja, los negros y fue realmente salí de un lugar de comodidad y abordar desde la temática también zonas un poco más oscuras, un poco más solemnes. Desarrollé un concepto teatral, en donde la idea de Hombres Niños cobró otras dimensiones.
MCB: Pre-pandemia del Covid-19, justo a principios de 2020, montaste la muestra “Olvida mi nombre, mi cara, mi casa” en la galería Bertuzzi, Buenos Aires. En esta oportunidad tus protagonistas apelan a la ironía y el sentido del humor, utilizando tanto recursos plásticos como juegos de palabras, para integrar al espectador en un relato que lo interpela. Contanos sobre este último trabajo en sala y los planes para el futuro.
MDF: En marzo del 2020 debíamos inaugurar esa muestra. Ya desde el título, que cita una canción popular muy conocida en Latinoamérica y España, la intención fue jugar con el humor y con el doble sentido, tanto en la temática como a través de los títulos de las obras, invitando al espectador a un juego implícito de reconocer citas y guiños a canciones populares. Casualmente la muestra debió suspenderse una semana antes de su inauguración por las restricciones impuestas por la pandemia. La obra principal, la que daba nombre de la muestra, grafica muy explícitamente la protección que nos brinda el propio hogar, como refugio y como lugar de seguridad. Se resignificó esta obra con el avance de la situación global pandémica, Quédate en casa. La muestra quedo en suspenso, y al proyectarla nuevamente, va a tener que ser reconfigurada. Los planes para el futuro son tan inciertos como el futuro mismo, puedo sostener que jamás el trabajo en mi taller ha quedado detenido. Sigo investigando, y el hecho de no exponer momentáneamente curiosamente ha fortalecido la producción y la circulación de mi obra.