Nadia Guthmann, artista visual y doctora en biología, establece una conexión entre ambos campos, haciendo que los fundamentos sensibles y racionales se entrelacen orgánicamente. Su producción se compone mayoritariamente de esculturas en mallas de metal y ocasionalmente realiza con ellas instalaciones con o sin movimiento, proyectando las sombras en pantallas traslúcidas. Desde 1983 participa en muestras, concursos y simposios de escultura regionales, nacionales e internacionales. Realizó una escultura monumental en el marco de la convocatoria aniversario 20 años, 20 esculturas de la UNSAM–Universidad Nacional de San Martín, emplazada en Campus Miguelete en 2017. Entre las distinciones recibidas en escultura se destacan: Gran Premio Adquisición Presidencia de la Nación en el 101° Salón Nacional de Artes Visuales, Secretaría de Cultura de la Nación en 2012; Segundo Premio Adquisición en el 63° Salón Manuel Belgrano, Museo Sívori, 2019; Premio Trabucco de Escultura 2023, Adquisición, Fundación Trabucco, Academia Nacional de Bellas Artes. Vive y trabaja en San Carlos de Bariloche, Río Negro, desde 1977.

María Carolina Baulo: Es muy interesante el motor conceptual que alimenta tu obra, el relato que encadena tu formación académica con la práctica artística y la elección de la materialidad acorde para dar sustento a esas reflexiones trascendentales en tu filosofía de trabajo. Contanos sobre esta dinámica.
Nadia Guthmann: En realidad, desde mi infancia me interesaron los seres vivos, preguntándome sobre nuestro origen como animales y por qué somos como somos. Tanto es así, que me doctoré en biología, pero sin dejar nunca de pensar en esos temas a través del lenguaje simbólico mediante dibujos y esculturas. Con el uso de tejidos metálicos en mis obras, los conceptos biológicos y escultóricos confluyeron para hablar de múltiples temas, trazando paralelos entre ecología, sociedad y psiquis.
Por un lado, los tejidos metálicos remiten a tejidos biológicos, las membranas, la piel de los animales. Por otra parte, las mallas de metal tienen la propiedad de delimitar cuerpos sin resultar en un límite visual, lo que me dio lugar al uso de los espacios internos y a proyectar las sombras. La piel es la interfaz que separa y a la vez conecta al individuo con el entorno. Por eso ha sido relacionada con la percepción del Yo. Pero la representación de un animal dentro de otro o uno atravesando el cuerpo del otro, rompe la idea de individualidad y sugiere otro tipo de unidad: la coexistencia en sistemas, como por ejemplo los ecosistemas. El foco se centra así en las relaciones entre los componentes y cómo estos vínculos definen a cada uno. La coevolución, la ecología, las interacciones entre especies, las características antagónicas de los animales, los procesos biológicos, se convierten en metáforas que exceden a las figuras representadas. Se extienden a las experiencias humanas en un sentido a veces crítico, a veces poético. En las esculturas, la piel no se restringe a la natural, sino que podría ser una piel adquirida, una piel social o las múltiples pieles que envuelven a una persona. Lo salvaje convive con lo domesticado, el predador con su presa, lo autóctono con lo introducido. Cada ser es en relación a la existencia de otros. No puede entenderse uno sin el otro. Cada escultura tiene lecturas múltiples de acuerdo al significado que tiene cada animal para quien lo mira, de acuerdo a las experiencias personales y la cultura en que está inmerso; son múltiples y simultáneas según con qué niveles o aspectos de la realidad se asocie.
MCB: Mansedumbre argentina (2003) es un buen punto de partida para abordar tu trabajo en la práctica. Contanos sobre esta obra en metal desplegado y tela metálica que luego veremos cómo se va complejizando con el tiempo.
NG: Las primeras mallas de metal que utilicé eran blandas: desplegado yesero y tela metálica tipo mosquitero, que se pueden trabajar con tijeras y moldear con las manos. Con estos materiales se logran obras livianas a pesar de las grandes dimensiones. Pueden ser suspendidas en el aire mediante tanzas o alambres finos y jugar con la iluminación y el movimiento. Mansedumbre argentina es un ejemplo de estos primeros trabajos. En esta obra, no solo aprovecho la porosidad de las mallas de metal para alojar una forma dentro de otra, sino también para proyectar la sombra. En la foto se muestra la sombra proyectada en un panel traslúcido de tres por dos metros, en la muestra “Estudio Abierto, Sexta Edición,” organizada por la Secretaría de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires, en ex tiendas Harrod’s, Retiro, Buenos Aires en 2003. La obra representa un buey con un perro en su interior. Presenta un contrapunto entre la mansedumbre del buey y la furia del perro que lo muerde desde dentro. En mi imaginario, el buey, un animal domesticado, castrado, realiza los trabajos pesados, bajo el yugo. El perro que lo muerde por dentro, alude a los trabajadores ante situaciones laborales abusivas, sus broncas contenidas y la amenaza de desborde. La proyección de la sombra hace más visible aquello que ocurre en el interior del buey/trabajador, como una radiografía de la realidad en épocas de pérdida de derechos laborales.

MCB: Marginación patagónica (2011), Patagonia, lof & lodge (2012) y Pegaso (2013), son piezas en hierro desplegado, tela metálica y alambre, todas participantes de la muestra “Tramas, Límites Imprecisos,” Sala Emilio Saraco, Secretaría de Cultura de Neuquén, 2013. Es muy interesante marcar la fuerza de la idea, del concepto, ya manifestado contundentemente desde los títulos. Hablemos de estos trabajos.
NG: En estas obras utilicé hierro desplegado grueso, un material que incorporé en 2005, para el cual es necesario el uso de amoladora, masas de hierro para moldear golpeando y soldadora eléctrica. En un sentido práctico, este material más fuerte permite que sean autoportantes y las formas en tejido metálico más blandas quedan protegidas dentro. Las diferentes durezas de los materiales además apoyan los conceptos. En Marginación patagónica tomo dos animales característicos de la Patagonia para hablar de la marginación en nuestra sociedad: una gran liebre en hierro desplegado con una mara en su interior en tela metálica. La mara, también llamada liebre patagónica, es autóctona. La liebre propiamente dicha, es de origen europeo y fue introducida luego de la conquista de América. La liebre introducida desplazó a la mara en gran parte de su antiguo territorio, marginándola a zonas de la estepa más áridas. Esta marginación recuerda la de los pueblos originarios. La obra no solo alude a una situación histórica y antropológica, sino también a la valoración cultural sobre lo autóctono y lo exótico. Tanto descendientes de europeos como de pueblos originarios acarreamos la impronta de la colonización.
En el caso de Patagonia, lof & lodge, el título reúne las palabras Lof, del mapudungun, que nombra el tipo de organización de las comunidades mapuche que consiste en familias agrupadas en un territorio lideradas por un Lonco y Lodge, del inglés, que se utiliza para nombrar los hospedajes en las estancias patagónicas. Esta obra remite a convivencias y conflictos en el territorio patagónico. El carnero, exponente del ganado que se cría en las estancias, como los que se exhiben en los concursos de las sociedades rurales, convive con el puma, felino autóctono, que es perseguido por los ganaderos ante el riesgo de depredación. No es casual la inversión respecto de la lógica de la cadena trófica, metiendo el puma dentro del carnero ¿Quién se come a quién? El carnero realizado en hierro desplegado grueso contrasta con el blando tejido metálico del que se constituye el puma. Se marcan así las diferencias de poder, más allá de lo biológico. En lecturas múltiples, pueden hallarse asociaciones entre estos componentes del ecosistema y aquellos de la sociedad, como el caso de asentamientos mapuche y estancieros señalados en el título de la obra. También la imagen puede hablar de las energías contrapuestas de domesticidad y fiereza, al estilo de león y cordero, que conviven en cada individuo.
Pegaso es otro tipo de imagen—es una versión escultórica del mítico caballo alado. La escultura presenta un caballo en cuyo interior se puede ver un ave remontando vuelo. Las alas del ave salen a través del cuerpo del caballo y se despliegan por fuera, generando una tensión entre el caballo detenido y el ave en vuelo. Surgió buscando una imagen sencilla y popular que convirtiera un parque en espacio poético. Quería una escultura que materializara imaginación y fantasía en el mundo cotidiano. Algo que la gente, especialmente niños y adolescentes, pudiera amar. Una presencia que pudiera habitar amistosamente en un espacio público invitando a la libertad interior. Qué mejor que involucrar algo que yo amara con mirada de infancia: un caballo. No un caballo de estatua ecuestre, altivo, brioso y arrollador. Este caballo tendría que tener un gesto tierno y suave y a la vez lleno de vida. Recordé unos cuadros de Franz Marc, sus caballos azules. Pensé que era ese clima el que querría lograr, un caballo que diera ganas de acariciar, símbolo de un anhelo humano más que la representación de una cosa. El ave en su interior es un cauquén, un anseriforme endémico de Sudamérica, muy presente en los lagos, mallines y cursos de agua de la región andino-patagónica donde vivo. El hecho que su hábitat está ligado al agua, amplía su simbolismo a la capacidad de moverse entre dos medios fluidos. De modo que la escultura involucra tierra, aire y agua. El cauquén confirmaría la coexistencia de distintos mundos que interactúan, tanto en cuanto a sustancias, como de un interior y un exterior cuyos límites se traspasan. En 2017, re-escalé la obra al doble de su altura, Pegaso (2017), en el marco del proyecto “20 años, 20 esculturas” por el aniversario de la UNSAM (Universidad Nacional de San Martín) y fue instalada en el Campus Miguelete. La convivencia de los mundos terrestre, aéreo y acuático se presta como símbolo del espíritu de la universidad. Allí convive arte y ciencia, lo concreto y aplicado interactúa con la creatividad e imaginación, enriqueciendo la vida de la comunidad universitaria. El ave en el interior del caballo es en este caso una garza en vez que cauquén, adaptando la imagen a la fauna del lugar donde sería implantada. La obra forma parte del patrimonio de la Universidad Nacional de San Martín.

MCB: Soberanía argentina (2012) obtuvo el Gran Premio Adquisición del Salón Nacional de Artes Visuales 2012, y es un trabajo que señala creencias culturales sobre el concepto de “argentinidad.” Además de contarnos sobre este trabajo, hablanos de la experiencia de ganar el máximo galardón que otorga, justamente, Presidencia de la Nación Argentina.
NG: En Soberanía argentina, la imagen de la vaca, gorda y con sus ubres cargadas, alude a la Argentina como madre, como tierra vasta y rica, ligada a la nutrición y la abundancia, a modo de metáfora cuerpo-territorio. Se ha llamado a Argentina el país de las vacas y ya otros artistas se han valido de este animal como emblema de nuestro país. Si la vaca es la madre tierra, el ternero en su interior sería el pueblo, sus hijos, su producción, sus proyectos, su futuro (aquello de lo que está preñada). En este sistema continente-contenido, la madre contiene, engendra, nutre y protege al hijo. Sin embargo, sus límites son violados por un tercer elemento, el buitre, un extraño, un carroñero que desde afuera mete su cabeza y extrae su riqueza; un ave que puede irse volando, sin dejar suficiente alimento al ternero. Se cuestiona así la soberanía de nuestro país, su capacidad de defender y disponer de sus riquezas ante el extractivismo.
Cuando me avisaron por teléfono que había ganado el premio, saltaba de alegría ante tal reconocimiento. Había trabajado mucho en esa escultura y sabía que había logrado una obra contundente, que era posible que recibiera un premio, pero no había imaginado que sería el gran premio. Se trata de un respaldo importante a mi actividad y su visibilización, más teniendo en cuenta las dificultades de trabajar alejada de los grandes centros. Me abrió inmediatamente las puertas a la participación en diferentes eventos, muestras y concursos, como por ejemplo recientemente el Premio Trabucco.
MCB: Endangered (2014) y Fundación del imperio (2015) son piezas que tienen la particularidad de “encerrar” figuras humanas. Aparece aquí una nueva dimensión donde se manifiesta la presencia del humano como parte de la naturaleza y no como agente externo, aunque parezca una obviedad decirlo. Sin embargo, son dos presencias bajo enfoques distintos, aunque complementarios. Contanos sobre ellas.
NG: Si bien en todas las esculturas los animales representan o simbolizan aspectos o características de los seres humanos, en estas obras la alusión al ser humano es directa. Siempre me había resultado engorroso usar la figura humana ya que está muy cargada de significados y estereotipos según cómo se la represente: género, raza, postura, qué es lo que esté haciendo, etc., optando por hablar de lo humano indirectamente. En algún momento se me hizo inevitable hacer figuras humanas, pero tomé su aspecto más primario, más inocente e indefinido a través de niños desnudos. Endangered representa al mono carayá o mono aullador, que habita el noreste argentino, el cual está en peligro de extinción debido a la fragmentación y destrucción de su hábitat por la actividad antrópica. El mono carayá de la escultura está en movimiento, está bajando, está viajando, viene desde algún lugar y va hacia otro. En su interior, el niño resguarda entre sus manos una esfera invisible, un hacer indefinido. ¿Qué es lo que está en peligro? ¿El mono o el joven? ¿La especie animal o la especie humana? ¿La naturaleza o el mundo como artificio? ¿O es todo aquello una misma cosa? A nuestros ojos, el mono, tan cercano filogenéticamente, está ligado a aquello de lo que nos diferenciamos: a lo salvaje y lo primitivo, a la Naturaleza. Sin embargo, ella nos contiene. El tejido metálico/tejido biológico, separa y conecta, es la interfaz porosa, sin solución de continuidad entre el sí mismo y lo otro, entre el ser y su entorno. Somos con los otros, por lo tanto, no hay forma de excluirse de la Naturaleza. Esta obra participó de la muestra “Naturaleza, refugio y recurso del hombre,” CCK Centro Cultural Kirchner, Sistema Federal de Medios y Contenidos Públicos de la Nación, CABA, 2017.
En el caso de Fundación del imperio, la pieza cuestiona los valores que subyacen al imperialismo. Toma la leyenda de la fundación de Roma como ejemplo emblemático del nacimiento de un imperio y reedita la estatua de Rómulo y Remo, con una hiena en vez de loba. La loba puede ser considerada un símbolo positivo de fuerza vital y fiereza, de hecho, se consideraba un animal sagrado del dios Marte, mientras que la hiena, un carroñero, es vista como un ser despreciable que ataca a los animales débiles o moribundos. Su aullido, que asemeja una risa, es interpretado como muestra de cinismo y perversión. La leyenda de los gemelos está de por sí signada por la traición y el asesinato, hecho que no parece ser un impedimento para la veneración. La hiena refuerza la idea de los valores fundacionales de la dominación y la explotación. En su interior hay un niño, aislado, atrapado y criado en el sistema. Integró la muestra individual “Alteridad,” Galería Artemio, Tandil, Provincia de Buenos Aires y pertenece a mi colección personal.

MCB: Me gustaría usar la obra Ouroboros (2015) como excusa para abordar la adaptación a nuevos soportes, en este caso una ventana.
NG: Ouroboros es una obra muy liviana, colgante. Se trata de una lagartija engullendo su propia cola. Tiene el nombre del ser mitológico Ouroboros, que representa la naturaleza cíclica de las cosas, el eterno retorno, ciclos que comienzan de nuevo en cuanto concluyen. Debido a la transparencia del material, en la escultura se ve la porción de la cola que ya fue engullida, lo que resalta la superposición entre el final y el comienzo, revelando un proceso transicional. La fotografía corresponde a la muestra “Hábitat imprevisible: Representaciones de un imaginario que resiste,” Inefable, Bariloche, Río Negro, 2022. Inefable era un espacio de exposición no convencional que funcionaba en un café, en un edificio de madera con escaleras, diferentes niveles, con mesas, bibliotecas, etc. Este tipo de espacios hace desafiante encontrar dónde ubicar mis obras sin que el fondo oscuro o disruptivo se las “trague.” La ventana fue muy conveniente. Suelen verse mejor los dibujos que generan las mallas de metal a contraluz, contra un fondo claro, el cielo o en este caso un paisaje. No es la primera vez que utilizo ventanas como sustrato de obras pequeñas a falta de paredes claras e iluminadas. El resultado es que inevitablemente se incluye el paisaje en la experiencia de apreciar la obra.
MCB: Impenetrable (2018) es una obra que me permite abordar dos puntos clave que siempre destaco en torno a la escultura y las instalaciones: la especialidad y el rol del espectador que las transita. Esta pieza está ubicada a la intemperie en un lugar complejo y el vínculo con el observador cambia de manera radical respecto a otros espacios. Pienso, además, que como persona que habita un territorio como el patagónico, tu lectura del entorno natural es clave.
NG: Realicé Impenetrable durante la Bienal de Escultura del Chaco 2018, como artista nacional invitada. El territorio para el cuál pensé la obra es fundamental tanto ecológica como socialmente. Se trata de un territorio muy diferente al patagónico. Para proyectar obra en estas situaciones me tomo un tiempo para compenetrarme con el lugar. En general, cada zona del planeta presenta sus conflictos entre el paisaje original y el desarrollo de las poblaciones humanas. Me pareció muy sugerente el nombre dado al bosque chaqueño, El Impenetrable, que señala la relación que se estableció con el mismo, como un ambiente difícilmente de ser adoptado como hogar. Entonces pensé en hacer esta escultura en hierro desplegado representando un yaguareté con un tamandúa en su interior. El yaguareté, sorprendido en su paso, gira su cabeza y mira al virtual espectador. El tamandúa, también llamado oso melero, cuelga panza arriba, prendido con sus garras del lomo del yaguareté, como si trepara por las ramas de la selva. Impenetrable combina la figura del yaguareté como feroz guardián del bosque nativo del noroeste chaqueño con la del inofensivo oso melero en su interior. En la escultura, al igual que en el bosque, el tamandúa habita un espacio que se presenta como impenetrable, pero la imposibilidad de entrar se aplica sólo a nosotros, los humanos. Se refiere no solo a la dificultad física de adentrarnos en la espesura del bosque sino principalmente a una limitación cultural que nos hace pensarnos ajenos y extraños a la Naturaleza. El temor al mundo salvaje y el hecho de considerar el medio ambiente como mera fuente de recursos a ser explotados, han llevado a la indiscriminada deforestación y la fragmentación de grandes extensiones del territorio chaqueño. La región alberga especies de la fauna nativa seriamente amenazadas. Pero, ¿no estamos nosotros también en peligro? Traer Impenetrable a convivir con los habitantes de la ciudad de Resistencia, invita a un acercamiento con los seres vivos con quienes compartimos el planeta. La obra está instalada en espacio público de la ciudad de Resistencia, Chaco.

MCB: Aparecen desde entonces varios trabajos a cielo abierto: Territorios compartidos (2019), Ñandú (2020), Espíritus en el viento (2021). Más allá de conocer sobre las obras, hablemos de los contextos de emplazamiento, si fueron pensadas para esos espacios, si te modifica en algo trabajar para el exterior o el interior (si eso altera dimensiones, tratamientos a la materialidad, etc).
NG: Por un lado, me gusta el contraste de las esculturas en hierro desplegado en salas de exposición tipo caja blanca. El contraste visual es muy favorable para que resalte el dibujo y también me gusta el contrapunto de lo biológico en un ambiente extraño. Pero a su vez, las obras de hierro desplegado son aptas para ser expuestas e instaladas a cielo abierto, donde uno se relaciona con la obra de otra forma, donde el entorno forma parte y participa de su lectura. Especialmente cuando las obras fueron pensadas para lugares específicos, como Ñandú y Espíritus en el viento, que forman parte de la colección y exhibición a cielo abierto de Bellatrix, Arte&Naturaleza, San Antonio de Areco, Provincia de Buenos Aires. Para realizar estas obras tuve en cuenta la historia del paisaje en esa zona y el espíritu del proyecto Bellatrix, cuya intención es fomentar el resurgimiento de las especies autóctonas. Actualmente, el paisaje de San Antonio de Areco se identifica con campos cultivados o ganaderos y es improbable ver las especies que antiguamente habitaban el lugar. Por ejemplo, los ñandúes que otrora serían tan comunes. Pensando en el retorno de esas presencias, pero de otra forma, hice Ñandú, esta maraña de 4 ñandúes cuyos cuerpos están semifusionados. Genera un entramado visual, un cuerpo complejo en el que se superponen partes de los animales. El conjunto pasa a tener una identidad colectiva, un nuevo ser compuesto de varios individuos. El ritmo con que se disponen cuellos y patas, emula la manera en que las ramas y raíces van ocupando el espacio a medida que crece un bosque o un matorral. Justamente, es el arraigo y la ocupación del espacio lo que se pone en cuestión al hablar del ñandú, ave que era común en la zona pampeana y que actualmente es tan raro de ver.
Espíritus en el viento representa una vaca pastando, atravesada por un venado de las pampas. Esta imagen está motivada por la historia del campo donde está instalada la obra. En Aguamansa, antes de Bellatrix, funcionó un tambo. Antes que eso, remontándonos a tiempos anteriores al uso agrícola ganadero, el campo estaba habitado por fauna autóctona, de la cual el venado de las pampas es especie bandera. Actualmente, ninguno de los dos animales está presente en el lugar. Sin embargo, su paso ha dejado huella en la memoria de la tierra y el aire. Mediante Espíritus en el Viento las presencias del pasado conviven con las del presente para crear nuevas realidades. Las energías de antiguos habitantes nos atraviesan, nos llegan sus recuerdos, nos llegan las reflexiones sobre el hábitat, un hogar que da cobijo, nutrición y abundancia, un espacio atravesado por el viento que recorre las pampas sin acatar límites ni fronteras.
Territorios compartidos, en cambio, estuvo en mi jardín durante unos años sin moverse, debido a sus dimensiones que no se adaptaban a cualquier espacio (o a sus puertas) y complicaba el transporte, hasta que se presentó junto a otras obras en el marco del Festival Pic-nic, 2022, Predio de la Sociedad Rural Bariloche, a cielo abierto. Esta obra tiene que ver con la zona andino patagónica ya que involucra el Huemul, ciervo autóctono y el Ciervo colorado, exótico que se ha vuelto abundante en la zona. Vuelvo como en otras obras, a intentar reconciliar las convivencias entre lo originario y la colonización. En Territorios compartidos, el ciervo colorado desarrolla unos cuernos que crecen hacia la tierra como si fueran raíces. Su flanco es atravesado por un huemul que salta, al cual los cuernos-raíz envuelven amorosamente. Resuenan los paralelismos entre cuerpo y territorio, piel y frontera, tanto los cuerpos como los territorios tienen límites, los cuerpos y los territorios se corresponden con identidades, las identidades se diferencian de otros y del entorno, sin embargo la separación entre el uno y el otro no es absoluta, los límites son permeables, los límites se entrelazan, los cuerpos se mezclan, las identidades se confunden, los seres ocupan un mismo territorio.

MCB: Cuerpos transitorios (2023) condensa perfectamente todo lo que venimos conversando en cuanto a tu fidelidad a los materiales, las ideas detrás de las piezas, la figuración elegida para manifestar plásticamente el concepto, y tiene el plus de haber ganado recientemente el Primer Premio Adquisición en el certamen Premio Trabucco de Escultura, 30 edición, Fundación Trabucco, Academia Nacional de Bellas Artes. La obra fue exhibida oportunamente en el jardín del Museo Nacional de Arte Decorativo, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina. De alguna manera estos reconocimientos de los pares y los académicos a través de los años, marcan una celebración a una coherencia en las elecciones que hace el artista en su carrera. Contanos sobre esta obra y la experiencia del Premio.
NG: La invitación a participar del Premio Trabucco me produjo en sí misma una gran alegría por el reconocimiento que representaba. Al mismo tiempo, se convirtió en un importante compromiso, el desafío de hacer honor a la invitación. La oportunidad de exponer entre artistas por mí admirados y admiradas me incentivó a decidir plasmar una idea compleja que me venía dando vueltas. Dediqué casi todo el año a bocetar y concretar la obra. Así nació Cuerpos transitorios. La obra reflexiona sobre la continuidad de la vida en la permanente transformación interdependiente de los seres vivos. Involucré varios exponentes de la fauna patagónica: guanaco, puma, serpiente y ave rapaz, interactuando en una peculiar escena. Me preguntaba ¿Cuál es el límite entre lo que vive y lo que muere? Una vez más, los tejidos metálicos que utilizo remiten a los tejidos biológicos al delimitar las formas, como si fuera la piel de los animales, trazando límites que percibimos como definitorios de identidades, de formas. Sin embargo, la separación entre organismos y con el medio no es absoluta. La malla de metal, en su porosidad, evidencia la preponderancia de una sustancia que lo permea todo, que fluye entre los cuerpos y abarca formas y no formas. El flujo de energía-materia entre organismos y con el ambiente es continuo, ningún cuerpo permanece estático. El aire, el agua, la materia, la energía, entran y salen de los cuerpos. Los cuerpos nacen, alimentan otros cuerpos, se devoran, se descomponen, se absorben, se asimilan como sea, en una continuidad indisoluble que conecta vida y muerte.

MCB: Suelo cerrar hablando del futuro; ¿Qué desafíos te presenta?
NG: En 2024 hice una obra que despertó en mí una serie de imágenes relacionadas con lo oceánico, con lo sumergido. Como me suele suceder, una obra lleva a otra. Tengo ganas de continuar plasmando obra con esa temática, sin tener un objetivo concreto o destino de lo que haga. Aunque claro, nunca sé en qué terminaré o si se cruzará otra cosa por el camino. Por lo pronto, la vida marina y subacuática tocan algún lugar no muy consciente de mis sensaciones y experiencias. Quisiera explorar estos mundos visibles e invisibles mediante las asociaciones que vayan surgiendo. Cuando no tengo un compromiso de muestra, encargo o lo que sea, me gusta simplemente seguir el hilo de las asociaciones sin tener presiones de tiempo para concretar nada. Quizás sea ambicioso esto de querer tener la libertad de trabajar a mi aire, con la lentitud que haga falta. El hecho de haberme jubilado a principios de 2025, por otra parte, creo que es una oportunidad para intentarlo.

