Licenciado en Bellas Artes de la UNR en la ciudad de Rosario, donde nació, y cursando una Maestría en teoría y estéticas de las artes electrónicas en UNTREF, Juan Ignacio Cabruja trabaja con la luz como materia prima, indagando cómo opera y afecta el espacio que habitamos tanto con su presencia como en su ausencia. Pintar con la luz, explorar “el modo en que se vincula con los cuerpos problematizando su aparatología,” según palabras del artista, es una búsqueda que atraviesa toda su obra. Cabruja participó en muestras individuales y colectivas y ha sido galardonado con selecciones y premios en el Salón Nacional Rosa Galisteo 2024; Premio Fundación Andreani 2023; XIII Bienal de Arte Sacro Contemporáneo 2023, Premio Argentino a las artes visuales del Fundación OSDE (2021); 48º Salón Nacional de Tucumán de Artes Visuales (2020), entre otras. Algunas de sus muestras individuales fueron “Mediato” en Crudo Galería, Rosario (2021); “Rastro-Pulsión” en el Centro Histórico Museo la Manzana de las Luces/Bienal Sur, Buenos Aires (2023); y “Errantes. Una inclusión incierta del espacio público” en el Museo Nacional de Arte Moderno, Zagreb (2023). Trabaja y vive en Buenos Aires.

María Carolina Baulo: En tu inspiración creativa aparece J. M. W. Turner, Hélio Oiticica, Georges Didi-Huberman, por citar algunos de los artistas y pensadores del arte que te ayudan a reflexionar sobre tu trabajo. Contanos sobre estas influencias.
Juan Ignacio Cabruja: Sí, siempre es una fuente de donde beber cuando quiero aclarar mis pensamientos, de alguna manera hago un copy-paste de diferentes lecturas que tengo ya marcadas y algunas nuevas para volver a pensarme a mí mismo en mi práctica laboral y mi hacer cotidiano también. El primer recuerdo de vida que tengo es estar inmerso en la oscuridad absoluta. Luego, durante el transcurso de mi infancia tuve un sueño recurrente: yo en una habitación totalmente blanca sin puertas, al mirar hacia arriba no encuentro ningún techo y mientras más arriba miro, el blanco se va volviendo más y más luminoso hasta encandilarme. Esto me dejó una razón existencial que entiende sobre la violencia de los extremos; cada transformación de los medios materiales entre los que vivimos, los hallazgos de las ciencias en todas sus disciplinas y sus aplicaciones en nuestras sociedades, modifican la naturaleza humana determinando los estados del ser a través de la historia. Aún así, seguimos siendo humanos y eso me da la principal fuente de inspiración para seguir reflexionando en lo que hago. En un intento de generar la posibilidad de ver esa luz “menor” más allá de los reflectores del poder glorificado (como Didi-Huberman menciona en alguno de sus textos retomando a Pasolini), me propongo la búsqueda de experiencias que trasciendan al espectáculo; pensamientos que tengan la posibilidad de transmitirse como un mensaje positivo ante tanta negatividad y represión instaurada. Cuestionar el rol del ser humano dentro de la expansión tecnócrata.
Los medios que encuentro para exteriorizarlos son exponer el poder de una alteridad vulnerándonos, el color y su luz sobre el espacio generando datos fenomenológicos que al habitarlos nos sensibilizan. Éstos, cambian el modo en que percibimos, aunque un mismo estímulo no provoque la misma reacción en cada persona. Para ello es que me metí en una metodología de trabajo para “experimentar lo experimental,” como propone Oiticica. Poner en foco el proceso investigativo siendo activado a través de la labor sensible y susceptible del cuerpo se rearticula el entendimiento del tiempo gracias a lo efímero. Es una búsqueda por desmantelar lo sentido, un programa que atiende a las capacidades de resonancia del cuerpo a modo de inclusión en el mundo. Experiencias relacionales que se abren al ensueño y al universo perceptivo, gracias a un arte afectivo, ambiental, atmosférico, que sucede en constante movimiento y transformación. La atmósfera como categoría estética nos habla de lo que percibimos a través de nuestra sensibilidad emocional, la presencia material de las cosas que nos toca y reaccionamos en conjunto con ellas, generándose así una radiación determinada según su composición actual.
MCB: Al utilizar la luz como pigmento y teniendo en cuenta los referentes que te guían, aparecen en tus obras varios señalamientos, guiños y reelaboraciones de pinturas de la historia del arte. Hablemos un poco de este interés y cómo logras plasmarla materialmente.
JIC: En esta serie de trabajos lo que intento es mostrar cómo la pintura es capaz de tener un contacto, no solamente visual, sino físico con el cuerpo. Todo color es una radiación en forma de onda de luz; para que nosotros las podamos ver, esta onda viaja hacia nuestros ojos, por lo tanto, también hacia el resto de nuestros cuerpos. Esto me deja pensando en el vínculo que se genera entre una pintura y quienes estén conviviendo con ella en un mismo espacio. Luego el procedimiento para llevarlas a cabo se basa en delimitar los campos de colores generales que tiene cada pintura elegida para luego replicarlos con luminaria electrónica, dando como resultado final una difuminación de lo que fue la imagen original y dejando un promedio de la suma de todos esos colores irradiándose en el ambiente.

Foto: Cortesía del artista
MCB: Si pasamos al tema espacial, uno de tus primeros trabajos, Ensayo afectivo n.1 (2018) en El Bucle en Rosario, es buen ejemplo para abordar el tema del espacio que genera esa aura pictórica que potencias. Hablemos de este trabajo.
JIC: Este trabajo se aplica en el comienzo de una investigación experimental que ahonda en la materia del color luz, sus diferentes posibilidades combinatorias y aptitudes psico-físicas en relación con el espacio en el que se lo aplica. Se decidió hacer una composición utilizando tres spotlights rgb donde dos de ellos fueran empleados de modo que cumplieran la función de fondo, en principio estático, y uno como figura sobre ellos en constante cambio atravesando por toda la gama cromática a modo de loop, dejando como resultado una mancha pictórica con la arquitectura del lugar como soporte. Estas manchas superpuestas se van expandiendo o encogiendo según el color de la figura cambiante dejando ver las posibilidades expresivas de cada uno según el entorno lindante. Es en esos momentos donde su poética afectiva se hace visible y deja diferentes posibilidades reflexivas más allá de la física del color.
MCB: Flavin remixable (2021) tuvo varias presentaciones a lo largo de cuatro años. ¿Cómo repercute en la obra el cambio de lugar que la contiene? En este caso fueron varios clubes del under rosarino (2017/19), Galería Crudo, arte contemporáneo (2019), Bienal Rafaela, Museo “Dr. Urbano Poggi” (2021). Ya no hablamos de espacio que genera la pieza sino del espacio que la recibe y que, indefectiblemente, afecta y es afectado por el espectador.
JIC: Se trata de una instalación que nació en la cultura de club, un dispositivo lumínico en proceso de reformulación constante dedicado a estimular los cuerpos que lo co-habiten. Este dispositivo está abierto a la posibilidad de ser activado mediante el acto performático siendo controlado a través de computadora en tiempo real o de disponerse en un sitio específico siendo una autómata que se dedica a afectar el ambiente en el que se lo emplace según su programación actual. Lo interesante de este tipo de obras es que terminan siendo instalaciones—cuerpos performáticos que interactúan con los diferentes lugares, ya sea siendo controlada en tiempo real por una persona en un club nocturno o siendo una autómata en vínculo con un espectador de arte contemporáneo, van a ir cambiando su modo de recepción y volumen en el impacto que generan sobre los otros cuerpos. Esto habla de las diferentes maneras en las que nos podemos vincular según el contexto inmediato, cuándo nos podemos sentir más o menos afectados por una otredad y viceversa. Al mismo tiempo, pienso en lo diferentes entornos en las que participan, en cómo su movimiento entre diferentes ámbitos y campos de acción se relacionan y se pueden potenciar en su retroalimentación. En definitiva, se mueven siempre dentro de un ámbito cultural mayor.

Foto: Lucas Bragagnini
MCB: Paisaje mediado // memorias difusas (2021) es una obra compleja con una conceptualización muy interesante que vincula los registros de la memoria humana con la digital; un entrecruce de universos en diálogo con el intento de tender posibles puentes de entendimiento. Contanos cómo pensaste este trabajo y dónde lo exhibiste.
JIC: Este trabajo son una serie de pantallas expandidas o pinturas de luz que se ubican en la relación entre lo digital y lo analógico, actuando en el espacio físico/real. Se traduce con spots de luces un registro en video en primera persona mientras paseo por el barrio donde me críe en la ciudad de Funes. Fue expuesto en Crudo, Rosario; en la sección de artes mediales de ArteBa 2022, Bs.As. y en La Térmica, Málaga.
Para comenzar a desarrollar teóricamente este trabajo me parece bueno mencionar algunos conceptos desarrollado por Flussen. Él toma a la abstracción como un cometido para poder aprehender mejor lo concreto, distinguiendo el gesto que se realiza al generar una “imagen tradicional” de una “imagen técnica,” obteniéndose la primera de circunstancias concretas, palpables y volumétricas dadas en el mundo y abstrayéndolas al plasmarlas en un plano pictórico dando significados escénicos; mientras las segundas provienen de cálculos matemáticos y códigos de programación digital que generan superficies visibles/tangibles, siendo un gesto que viene de lo abstracto (ceros y unos) y va hacia lo concreto, logrando así circunstancias que transforman un espacio generando diferentes contextos relacionales, escenas significando programación calculada. Virtualidades concretizadas, visibilizadas.
Nuestro cometido es enfocarnos en lo que resulta del diálogo entre ambas situaciones informativas obtenidas de memorias artificiales y memorias humanas mediadas por lenguaje de código, traducciones de programación digital llevado a lo pictórico y espacial. Imágenes registradas de lo concreto (mi barrio), se vinculan a conceptos que surgen del universo de lo abstracto y teórico para luego volverse nuevas experiencias concretas. Hoy está siendo un factor con una gran injerencia en el contexto social donde nos vemos envueltos, tener una conciencia que se resista a la fascinación por los nuevos medios. Intentar captar su fenomenología nos ayudará como seres humanos y a su vez como artistas para situarnos en nuestra actualidad con un mayor entendimiento sobre los diferentes modos en los que nos desenvolvemos en nuestro entorno y así también poder generar mayor conciencia de ello. Es un intento por obtener un entendimiento mutuo del mundo que nos rodea, que va transformando la condición humana en sí, un espacio en relación con la aparatología de esta época que genera nuevas formas vivas gracias a la digitalización y el advenimiento de nuestra comprensión sobre esto. Un medio para hacer visible el mundo de la información y su alcance entretejido en nuestra vida.
MCB: Rancheras (2021), realizada en el contexto del Programa de Artistas, Torcuato Di Tella, es una suerte de “lado B” de las pinturas lumínicas. Contanos porqué y cómo logras el efecto.
JIC: Me gusta pensar ese trabajo como una respuesta del material pintura ante mis trabajos previos, unas lámparas precarias, realizadas con material sobrante del taller, pintadas con óleos que expanden el color sobre el espacio circundante. En una operación inversa a lo que hago con mis pinturas lumínicas donde la luz da el color pictórico, aquí el color de la luz lo da la pintura que actúa como filtro lumínico. De alguna manera es donde empezamos a habitar la pintura.

Foto: Cortesía del artista
MCB: En Ruido de color (2021), presentada también en la galería Crudo, aparece muy clara la dimensión espiritual a la que apunta también tu obra en general: la afectación de la sensibilidad del espectador, el uso consciente del color y de su impacto en las emociones, lo cual está ampliamente comprobando y no es patrimonio exclusivo humano.
JIC: El puntapié inicial de este trabajo se basó en el sonido de ruido entrópico, que se lo está tratando como medicina experimental que protege de ruidos molestos, tanto externos como internos. Realizado en los fines de la pandemia, utilicé ruidos de color para indagar nuevas posibilidades con el objetivo de ir al encuentro con une mismo, un proceso de trabajo basado en la intuición y la sensibilidad del cuerpo en estrecha relación con las nuevas herramientas tecnológicas que encontramos en el contexto actual. En esa ocasión también realizamos una performance lumínico-sonora con una artista sonora que dedicó gran parte de su trabajo a los diferentes ruidos de color, la cual pudo ser presenciada en el lugar y vista por streaming en directo en el marco de Panorama + ArteBa.
MCB: Participar de Bienal Sur con Rastros pulsión (2023) en el emblemático Centro histórico La Manzana de las Luces de Buenos Aires, marca un quiebre en cuanto a exposición y visibilidad internacional de tu obra. Además, cuenta con la curaduría de Florencia Battiti quien enmarca tu pintura sobre madera a gran escala dentro de un contexto histórico del arte y la relaciona con la influencia de otros artistas que trabajaron y trabajan activamente con la luz, pero también establece un vínculo con el edificio que la alberga, en este caso en un patio a la intemperie. ¿Cómo fue esta experiencia?
JIC: Totalmente, el texto de Florencia fue algo hermoso para mí cuando lo leí. Todo el proyecto fue una experiencia increíble, poder trabajar en ese lugar con tanta historia de relevancia para el territorio rioplatense. Pasar todos los días por los recovecos del edificio con todas sus marcas es algo muy fuerte, es por eso que decidí trabajar en estrecho vínculo con las materialidades que ahí conviven. La idea fue, como en trabajos anteriores, utilizar materiales de construcción como los que están en el lugar, hacerme parte del edificio, sentirme un instante del trayecto histórico de la Manzana de las Luces. Luego haciendo uso del color rojo, expuse el carácter que en mi humilde opinión está vibrando el lugar, para mi sorpresa las personas que trabajan todos los días ahí dentro, también lo estaban utilizando para otras actividades que ahí se realizan, con todo lo que conlleva, toda su carga socio-cultural, sus afecciones fisiológicas y psicológicas.

Foto: Cortesía del artista
MCB: Con Errantes, una inclusión incierta del espacio público (2023) interviene directamente la fachada de un museo, el NMMU de Zagreb, con luces LED. Algo que ya se presenta como una constante: el señalamiento del error desde el título con un juego de palabras. Pero también, en palabras de Benedetta Casini, “El principal interés que mueve la investigación de Cabruja es la discrepancia entre las políticas que regulan el espacio público, cada vez más dependientes de las innovaciones del mercado, y las necesidades biológicas de los cuerpos, humanos y no-humanos.” Este trabajo es una excelente excusa para desarrollar estas ideas rectoras.
JIC: La propuesta en esa ocasión fue realizar un diseño de iluminación arquitectónica tradicional para la fachada del Museo de Arte Moderno y luego intervenirla para que fallara al igual que el resto de las luminarias públicas LED del planeta. Esta práctica está centrada en la profundización de los códigos sociales y estéticos, en la reflexión sobre las estructuras perceptivas y filosóficas que se ponen en evidencia por la mirada del espectador. Es a partir de esto que surge esta intervención, estableciendo una relación de participación con las personas que habitan el espacio público día a día. La línea entre escultura, arquitectura y espectáculo se ven difuminadas, dándole a las transeúntes la posibilidad de indagar en las nociones de lo urbano y lo natural, lo individual y lo colectivo. La vinculación del cuerpo como patrón de medida física en el espacio, ayuda al estudio de experiencias corporales específicas intentando dilucidar de qué modo éstas se relacionan con la percepción del tiempo en vínculo con el movimiento, creando tensiones a través del cambio temporal, pone en duda situaciones elementales y cotidianas. Utilizando estos recursos, se concibe al arte como una actitud vital, ligado a la vida cotidiana. Como algo que no puede estar al margen del contexto en el que se inserta. Espacio, distribución de la luz, color, y superficies translúcidas o reflectantes sirven para nuestra experiencia, generando extensiones de la arquitectura preexistente. A grandes rasgos, hay una búsqueda por modificar o problematizar la relación obra-espectador pidiendo una participación del espectador diferente, aunque no un reemplazo de hábitos pasados, sino la problematización y puesta en discusión de éstos al plantear estas modificaciones. Postulándose del otro lado de la noción del arte como espectáculo, poniéndose del lado del espectador activo, aunque ambos se puedan encontrar asociados en diferentes instancias.
Esta apropiación de luces ya con su peso histórico, un producto industrializado es presentado de manera ontológica, tangible y temporal. Diseñando estas obras en las que se orquestan partituras de luz controladas por códigos informáticos personalizados, dejan expuesta a la arquitectura y el espacio habitado como una estructura evolutiva en diálogo con nuestras sensaciones, tocando nuestros cuerpos y recuerdos. La utilización de la luz como un material y una tecnología, permite la vibración de los colores pigmentos que nos rodean en el espacio real generando un constante cambio y/o movimiento como alternativa a la pintura de caballete. Se logra un tratamiento multidimensional de la luz reorientando la relación del espectador con la arquitectura y la escala preexistente de un espacio determinado, remarcando el papel fundamental de esta materialidad en los espacios públicos.
MCB: En Lámpara n (2023) desarrollas un tópico que ya veremos con otro ejemplo más adelante: la imposibilidad del control absoluto, la peculiar presencia fallida de la mano humana frente a lo industrial…
JIC: Utilizando filtros de color busco reflexionar sobre la escisión de la mirada, cada filtro restringe la información colorimétrica de la luz, viéndonos imposibilitados de ver el resto de los colores pigmentos de las cosas que nos rodean. Su construcción tosca y desprolija evitando lo pulcro y refinado enfatiza en la cuestión de que todo objeto con el que convivimos y nos enmarca el modo de vida, está fabricado y de eso tenemos que ser conscientes para no dar todo nuestro entorno por hecho.

MCB: Una vez más, la obra que afecta el entorno, la disposición y predisposición del espectador. Lucernario (2023) tiene la particularidad de participar en el Premio Andreani 2023. ¿Qué hace a este trabajo singular?
JIC: El proyecto se basa en la realización de una instalación lumínica que busca encontrar cómo pueden interpretar de una manera amable, las luminarias DMX, los diferentes ambientes en los que vivimos. Se hace una traducción de video del cielo donde está emplazada la pieza en tiempo real, teniendo en cuenta las variantes de iluminación y colorimetría. A través de una cámara se registra y traduce en directo desde el amanecer hasta el atardecer, para poder obtener todo el espectro de color luz del lugar en un día completo. Con esta excusa busco a través del uso del color y su luz, afectar tanto lo individual como lo colectivo dejando sentir acercamientos a los ambientes lumínicos que se pueden percibir estando en cada sitio de donde proviene su fuente videográfica. Los dispositivos emplazados dejan percibir movimientos trabajados sobre el cuadro, mostrándonos la relación de nuestros cuerpos con los aparatos tecnológicos y con el espacio. Al mismo tiempo, este evento se relaciona con la arquitectura contenedora, la cual suma su carácter único. Esto se da gracias a la electrónica digital que nos está permitiendo re-programar la aparatología orientada al espectáculo y junto a su descontextualización, se toma el desafío de hacer usos por fuera del programa establecido en estos aparatos, imágenes poco probables, como proponía Flusser.
MCB: Paisaje errante (2024), señala el error, lo distópico, el rol protagónico de aquello que no podemos controlar. Contanos cómo representas materialmente este concepto en una obra que, además, participa del Salón Nacional, Museo Rosa Galisteo, Santa Fe.
JIC: La pregunta que me hago acá es ¿qué paisajes estamos construyendo? El error tecnológico se ensambló a nuestras vidas, a cada paso que damos hay una falla electrónica afectando nuestro andar, la luz led con su frecuencia propia, distinta a la del sol o el fuego, nos muestra sus parpadeos por fuera de lo estipulado en su fabricación. Parpadeos con diferentes tiempos rítmicos haciendo desaparecer y volver a aparecer su entorno inmediato, concepto que ya vengo trabajando en la propuesta del MNNU. Pensando en esto es que se presenta esta pintura hecha de luz, de tiempo efímero, performativa, donde algunos de los tubos led que hacen de pigmento para este cuadro accionan una serie de secuencias rítmicas que simulan estar fallando. El soporte de ésta, es un marco hecho con tirantes utilizados en construcciones arquitectónicas y lienzo. Materialidades con sus historias propias. Así, la electrónica digital, la arquitectura y la pintura se funden en esta misma pieza.

Foto: Cortesía del artista
MCB: ¿Qué podés contarnos sobre los tótems uváe, serie en proceso, Ancát ug uváe 2019 -20(…) y sus distintas ediciones? Tengo entendido que participó, entre otros espacios, de la Bienal de Arte Sacro, dato no menor por la idea que rige la obra.
JIC: En el idioma chaná, cultura originaria del litoral, hay una voz ambigua para nombrar a la memoria y el corazón, “ancát”, que significa interior. “Uváe significa luz. Utilizo un formato de tótem ya que puede incluir atributos y significados diversos según cada persona o grupalidad. El totemismo, se entiende también como el principio u origen de un clan, que se cree descendiente de ese tótem, atribuyéndole cualidades que reflejan fuerzas naturales y atributos espirituales. Y esto se ve replicado a lo largo de la historia de la humanidad en diferentes culturas. Un tótem conformado por objetos/artefactos de esta época, comunica y abre un portal vislumbrando lo indecible y atemporal. Con el trabajo a través de la programación por código y la matemática que nos permiten el control de estos dispositivos, se evidencia el vínculo entre la ciencia, las nuevas tecnologías, el arte y el pensamiento mágico.
MCB: Siempre cierro pensando en lo que se viene; contanos qué te interesa experimentar tanto en el futuro inmediato como a largo plazo.
JIC: En este momento mi intensión es seguir trabajando como lo vengo haciendo, buscando profundizar mis reflexiones y trabajos. Mantenerme en diálogo con colegas y amistades para vislumbrar un mejor entendimiento de las complejidades del contexto histórico que nos toca vivir.