Con una obra que explora múltiples disciplinas, pero poniendo el acento en el “animismo, la arquitectura y los materiales,” la artista visual Mariela Vita construye espacios de convivencia entre seres y criaturas cuasi fantásticas. Y si bien muchas obras son contenidas en lo bidimensional, son las esculturas y las instalaciones donde se expande su ámbito creativo. Con una amplia trayectoria en muestras en destacados centros culturales y galerías, entre las que se destacan “Hábitat Vita,” Espacio Andreani, ARTEBA (2023); “Gejigeji,” Galería Del Infinito (2023); “Un lugar a donde ir,” Galería NN (2022); “Cuarto paso en diagonal,” Centro Cultural Recoleta (2022) y “Los tr3s amigos del invierno,” Museo de Arte Oriental, Jardín del palacio Errázuriz Alvear, Mariela complementa su recorrido a la fecha con grandes reconocimientos hacia su trabajo: 1er Premio Semana del Arte y apoyo del CCEBA para su realización, Premio Adquisición 8M, 1er Premio Adquisición 76º Salón Nacional de Rosario, Museo MACRO, Mención del jurado “Premio Braque,” Muntref, y Embajada de Francia en Argentina, en 2023; Premio Nacional en la categoría Tridimensión, Fondo Nacional de las Artes, entre otros. Asimismo, en 2023 participa de Paradise, residencia artística situada en Chiba, Japón y recientemente, durante el 2024, en AIR-M (Artist in Residence Munich) + URRA, en Villa Waldberta, Munich, Alemania. Su obra forma parte del acervo del Museo de Arte Moderno de Buenos Aires, así como colecciones privadas. Vive y trabaja en Buenos Aires.
María Carolina Baulo: Es muy interesante el concepto que inspira tus obras. Hay algo del orden surrealista, fantástico, que recorre los trabajos, a veces acompañados de una figuración de alto impacto visual y fácil reconocimiento, generando mucha empatía con el espectador. Desarrollemos un poco este punto.
Mariela Vita: Mi práctica se focaliza en la conexión latente entre animismo y arquitectura, y en aquellos conceptos y experiencias que se desprenden de esta relación. Entendiendo al animismo como el alma que podemos atribuirle a las cosas en general y particular, me interesa observar, rescatar, estudiar y señalar aspectos de este espíritu como también interpretarlo. Trabajo diferentes medios, aún sabiendo que mis obras asumen su mejor despliegue como sitio específico, como escenarios para que habiten e interactúen diferentes seres (no siempre humanos o presentes). Así, en la configuración de espacios destinados a ser experimentados, presto especial atención al lugar donde se desarrollarán mis intervenciones y propicio esa convivencia atendiendo a las características y accidentes espaciales. De esta manera, las proyecto como espacios para ser vivenciados, donde lo lúdico habilite la posibilidad de cohabitarlos ya fuera por humanos, esculturas, intervenciones o elementos foráneos de diversas escalas. Exploro las conexiones entre la voz de la materialidad, el significado de los objetos y las preguntas que surgen de la práctica. Con estas variables en el horizonte, deseo provocar una especie de salto o desplazamiento temporal y anímico cuando se produce el encuentro.
MCB: Y a los fines de hacer habitables esos espacios que construyes—tanto para tus criaturas como para quienes los transitamos—contanos sobre las materialidades elegidas para trabajar tus obras, cómo se da ese proceso de selección. Podemos tomar como ejemplo Experiencia los campitos (2019), donde realizas un sitio específico contemplando la flora del lugar.
MV: Fue una obra sitio específico que realizamos conjuntamente con Gabriel Colasurdo. Ya conocíamos el lugar, pero fuimos varias veces, a recorrer, escuchar, observar. Está situado en las afueras de la ciudad de La Plata y el trayecto desde nuestra casa era de aproximadamente 45 minutos en auto, esto auspiciaba charlas sobre qué nos imaginábamos y el paisaje nos iba mostrando lo que podía proveernos. Luego de varias visitas, decidimos que tomaríamos elementos de la naturaleza para conformar nuestra propuesta. Estaba la posibilidad de trabajar al aire libre o elegir una habitación de la casa que se encontraba en el centro del predio que, a su vez, un vidrio la cubría, que era lo primero que encontrabas cuando ingresabas a ese lugar. Decidimos usar materiales que ya veníamos trabajando, como neón, luz fluorescente e integrar de esta manera el interior con el exterior. Un tubo colocado verticalmente “atravesaba” esta especie de sala. En su interior, un personaje compuesto por plumerillos era quien lo habitaba. Estanterías con elementos de menor escala, un escritorio, una registradora y una luz rosa de fondo. Sólo en esa época del año es posible conseguir estos plumerillos (Marzo, Abril). Recorrimos la zona, y fuimos cortando y llevando para nuestro lugar la vegetación. Parte de este trabajo se distinguía a la distancia. Estoy convencida de que todo lo que encuentro es una potencial parte de mi trabajo. Sea un elemento pre-existente o algo que tenga otro uso y en la articulación de materiales, encuentro los matices. Porque cada material posee una especie de voz, significado, tiene una carga de contenido, entonces cuando estoy en plan de escaneo del universo todo puede ser parte. Sucede a veces que son materiales que me atrajeron por algo en algún momento, lo guardo (a veces hasta años) y un día, como si revisara un fichero, lo saco a la luz y ahí es cuando con otros elementos se arma otra cosa, compuesta de cosas.
MCB: En Mientras los conejos amasan mochi (2019), obra realizada para el Museo MAR en Mar del Plata, con curaduría de Eva Grinstein y Guillermina Mongan, presentas nuevos materiales y también algo que se perfila característico en tus trabajos: simpleza, economía de recursos, fuerte impacto y preponderancia del color y la luz. Y también las referencias a la cultura oriental, lo cual se replica en obras más recientes.
MV: Fue una instalación sitio específico, donde mi propuesta fue generar un escenario a los conejos que amasan arroz en la luna. Esta idea proviene de una leyenda china y es una festividad que aún hoy se festeja, se llama Tsukimi y es la luna llena más próxima al otoño. Uno de los primeros trabajos, en el que la propuesta fue desarrollada íntegramente de forma digital, fue imaginar un espacio lunar, donde cierta belleza y tranquilidad se articulan conformando un escenario para los conejos, un lugar que me den ganas de estar y permanecer. Aquí el diseño se manifiesta de diversos modos. Es un lugar con función imaginaria, donde aparezcan distintos recursos para desplegar esta idea. El museo MAR tiene más de nueve metros de altura y uno de los objetivos fue aprovechar estas dimensiones que hasta ese momento yo no había tenido la posibilidad.
MCB: Una obra tuya ingresa al patrimonio del Museo de Arte Moderno Buenos Aires: Un sueño equivocado (2020). En esta instalación, materiales industriales y naturales conviven para darle vida a un pensamiento, sueño, sentimiento quizás difuso, quizás efímero, quizás inventado o soñado. Contanos qué inspira este trabajo y sobre la experiencia de ingresar en una colección de tanto prestigio.
MV: Inicia la pandemia y hubo un cambio en la forma de producir, los primeros meses fue más imaginar muestras, obras y todo lo que iba apareciendo. Como todo estaba cerrado, el sueño era salir a comprar cosas o mostrar en un museo, todo se volvía cada día más lejano, al menos al principio, en esta intermitencia de sentimientos variados, fue que comencé a proyectar estas obras, algunas con materiales que tenía en mi casa, en el taller, que aunque no podía ir a buscarlos, sabía que estaban a mi alcance. Entonces otra vez el boceto digital fue de gran ayuda para este diálogo entre lo que deseaba hacer y lo que podía hacer. Así que fue muy fructífero en cuanto a ideas (en el momento claro que no creía en el valor de lo que aparecía). Era más una necesidad y diálogo conmigo misma que estar convencida de que estaba creando una obra. Creo que de alguna manera se traslucen estos pensamientos en la obra, tiene un clima particular, luz, escalera y arañas de metal, una mezcla que parecería que sólo en un sueño pueden aparecer. Fue una alegría inmensa pensar que esa obra que tanto significa para mí forme parte del acervo del Museo Moderno. Un poco también de todo lo malo puede tener algo de bueno o viceversa. Ese sueño, que me hizo despertar atormentada, fue quien me lleva a producir una obra que me hace limpiar un poco el recuerdo malo.
MCB: Cuando hablas de la instalación Tres pasos en diagonal (2021), parte integrante de una muestra en el Museo Sívori con curaduría de Teresa Riccardi y Sebastián Vidal Mackinson, mencionas el “ver obras desde la obra.” Ponemos en el contexto de esta muestra para comprender a qué hace referencia tu descripción.
MV: Formó parte de la muestra patrimonial “Museo Sin Tiempo. Camaradería, talleres y otras modernidades” con obras de artistas participantes del Laboratorio Federal que organizó la Dirección General de Patrimonio, Museos y Casco Histórico de GCBA. Aquí comienzo a revisar la obra de María Juana Heras Velasco (Santa Fe, 1924–Buenos Aires, 2014). Tres pasos en diagonal es una instalación pensada para encontrarse con las señales de María Juana Heras Velasco en una ciudad que todavía no existe. Esta obra tiene la particularidad de que, al ubicarnos debajo del espejo que la constituía, además de reflejar nuestra figura, encontramos a la gran mayoría de las otras obras participantes de la muestra. Así, se generó una dimensión de abrigo: ver obras desde la obra.
MCB: Contanos sobre la investigación que fundamenta la instalación Cuarto paso en diagonal (2022), realizada en el Centro Cultural Recoleta.
MV: En esta pieza continúo el estudio sobre la obra de la escultora María Juana Heras Velasco que comenzó en 2021 en el marco del Laboratorio Federal en el Museo Sívori. Este interés es el punto de partida para continuar la exploración con materiales, técnicas y poéticas que acercan la producción industrial, el diseño y la gráfica urbana y que devienen en formas escultóricas, objetuales e instalativas donde, además, conviven las tradiciones modernas y contemporáneas junto con mi fascinación de siempre por la cultura oriental.
MCB: Un lugar a donde ir (2022), instalación sitio específico realizada en NN galería, con curaduría de Sofía Dourrón, integra una enorme cantidad de materiales diversos y soportes tanto plásticos como audio visuales, buscando emular espacios varios de encuentro, reflexión, meditación. Aparece nuevamente la referencia al pensamiento oriental, en este caso inspirando desde la arquitectura, la simpleza del diseño. Contanos.
MV: La pensé como un lugar para usos diversos (descanso, ejercitación, recreación, como también actuación), un mundo adentro de otro y a su vez, adentro de otro. En estos espacios el cuerpo puede estar en distintos estados, sea más activo o en descanso. Así, aparecieron también una escalera, un caño para deslizarse, una hamaca, gradas, manta y hasta una especie de cama en el interior del habitáculo, donde había un video que funcionaba como una caja adentro de otra caja. Las luces rosadas y la sensación festiva de quienes vivenciamos ese espacio, es todavía hoy recordada. Estudié algunas arquitecturas japonesas y espacios recreativos para el desarrollo.
MCB: Gejigeji (2023) se realizó como sitio específico en la galería Del Infinito con curaduría de Carla Barbero. Si venimos hablando de la alta influencia de la filosofía oriental que impacta en tu obra, es este un ejemplo contundente. Contanos sobre este trabajo que es un poco más complejo e integra distintas instancias. De hecho, tanto Aquí han plantado flores (2023) como Hábitat Vita (2023) se desgajan de esta muestra y se reelaboran en distintos contextos y con algunas variantes en las materialidades. Excelente oportunidad para abordar la presentación de las obras en distintos espacios físicos; no es lo mismo una galería, un museo, la vía pública o un premio. Hablemos sobre estos trabajando.
MV: Gejigeji es una especie de escenario virtual kawaii, de un posible videojuego en una galería. Alojó distintas piezas y se apropió del espacio provocando desafíos a ser recorridos con la visión, niveles de juego y/o estados. Frutas y monedas como recompensa o para visualizar un futuro posible y deseado; una escalera para trepar y un ciempiés casi fuera de plano. En las monedas, una cara tipográfica y geométrica y la otra, un deseo, son cinco: la naturaleza, el amor, la pureza, sakura y la fantasía. Interpreté el tiempo y las tareas por hacer de una manera lúdica, intentando alejar la exigencia del cotidiano. Dos visitantes que, desde la sala al aire libre de la galería, contemplan. Esta exhibición fue pensaba mientras estaba en una residencia en Japón y me dejé influenciar por todo lo que me incentiva. Por otra parte, Hábitat Vita fue una instalación sitio específico con curaduría de Florencia Battiti para el Espacio Andreani, ARTEBA. Se compuso de un inflable, mdf, hierro, madera petiribí, soga, polietileno expandido, papel, alambre, guata, alfombra y tronco. Fue un trabajo pensado para el ingreso a ARTEBA 2023, que se podía usar y podías entrar a la pileta. Lo pensé como una situación de desintoxicación: quien ingresara desde la calle tenía la posibilidad de dejar en la entrada una mochila imaginaria, llamada día o rutina. Fue un lugar de encuentro en un entorno lúdico y luminoso, un escenario tocable donde también aparecían personajes de mi imaginario. Aquí han plantado flores, a su vez, es un conjunto de esculturas que ganó el Primer Premio Semana del Arte y apoyo CCEBA. Es una instalación hecha de hierro oxidado químicamente y extremo policromado que se exhibió en las calles Florida y Marcelo T de Alvear. Era una situación de encuentro entre estos seres que hallan señales a su alrededor, donde pareciera que había habido un alguien antes allí, que la tierra estuvo fértil, que a los pájaros le gustan las flores y que estar en situación de descanso facilita la observación, exterior e interior. Así, pareciera haber un intercambio, no se sabe bien cuál, pero sí que estaban compartiendo ese momento. Esta propuesta tenía como objetivo interrumpir el espacio, lo cotidiano para algunos. Era una invitación a entrar en otro mundo o tiempo, aunque sea por un instante. Cuando todos los días son similares, siento que perdemos un poco el registro y el recuerdo se vuelve más vago. Cuando hago algo que altera eso, lo recuerdo, por ello intento hacer estas interrupciones. Una pregunta recurrente es cómo se ven los lugares cuando están deshabitados, con poca luz o en madrugada, y esa fue una excelente posibilidad para saberlo, porque estaba en el espacio público.
MCB: Son muy interesantes los títulos que eliges para tus obras porque combinan algo lúdico con lo metafórico y nos hacen imaginar un escenario sin develar lo que vamos a ver. ¿Cómo nacen los títulos?
MV: Depende el caso, pero generalmente me imagino yo misma habitando ese espacio haciendo algo, inventando una canción, un sonido. También rescato el humor o algún chiste, o algo que signifique otra cosa. Entonces si estoy en un paisaje abstracto, puedo pensar que estoy mirando magnolias e imagino qué o quién acompaña esas flores. También presto atención a cómo suenan las palabras, sea una estación de tren, un animal o una imagen pregnante. A veces estoy años con una idea dando vueltas y un día aparece viva con nombre y apellido. También me gusta ponerle nombres largos a mis mascotas, dos o tres nombres, un o dos apellidos y a su vez que se relacionen entre sí. Busco rimas o que suenen bien.
MCB: Otro premio clave donde has participado es el Premio Braque en el Museo de la Inmigración, Muntref. La obra del proyecto sitio específico presentado en 2023 para el premio es La luna en la hamaca, una reelaboración de Un lugar a donde ir, pero con otras materialidades y tomando un espacio muy superior. Y no solamente desde la físico sino que conceptualmente la obra se expande.
MV: Este trabajo tiene partes de Un lugar a donde ir. Es la reconfiguración y a la vez adaptación a otro espacio, hoy museo, pero que fue el primer lugar donde hacían tierra quienes venían de otras latitudes a este país. Es un edificio muy particular, con algunas características a destacar. El sitio donde se emplazó mi trabajo está rodeado de ventanas que dan al río. Una de las preguntas que me hice cuando visité el espacio que ocuparía es cómo la luna se deslizaría por un caño o se columpiaría en una hamaca. Esta idea me sugirió propiciar un posible encuentro entre ella y otros seres animados. Utilicé las características edilicias para construir mundos y encuentros. Así, dispuse personajes en las ventanas que miraban hacia el río, intervine los piletones con gotitas que utilicé junto una columna que su uso original era para un tanque de agua para que quienes se alojaran allí pudieran asearse.
MCB: Ya cerca del 2025, ¿qué proyectos tienes en mente?
MV: Mis planes son continuar con residencias artísticas ya que encuentro que son espacios de intercambio y estímulo que nutren mi trabajo. Estoy trabajando junto a Sebastián Vidal Mackinson en una exposición individual en galería Linse para primera mitad del año. A su vez, me interesa continuar el trabajo con @m.o.n.t.o.n, un colectivo artístico situado en La Plata, conformado en el 2022.